Capítulo 20 «En busca del valor»

2.3K 145 0
                                    

Mandó un mensaje a Clara. Sería algo temprano para ella. Más tarde lo leería. Eso fue lo que Elena pensó. Quería ponerla al día sobre el re encuentro con su hermana Violeta, sobre las noticias del tipo sospechoso que la seguía y sobre que se iba complicando cada día más. Decirle que era un mandado de Luis. Que sí tenía razón cuando se lo comentaba. ¿Por qué se empeñaba en borrarla del mapa? Porque no conocía otro motivo que ese, o recluirla Dios sabe dónde, para él, eternamente, a la espera de volver a verla en cuanto saliera de prisión. ¿Y mientras tanto? Pensar en todo ello provocó que le entrase un macabro escalofrío. La asfixia regresó a ella, fruto de la ansiedad que no quería abandonarla desde los tiempos más malos que aún no habían pasado. No pudo evitar derramar unas cuantas lágrimas, tapándose la boca para que el hombre que estaba afuera no la oyese. Ella se había atrincherado en su habitación para cambiarse de atuendo. Y en plena soledad, no pudo evitar darle vueltas a su cabeza. Aquellas lágrimas salían libres, desesperadas, rogando un alivio para unas heridas que no querían sanar. Escuchó unos golpecillos sobre la puerta.

—¿Elena? ¿Va todo bien ahí, adentro?

Le costó un rato responder a causa del nudo que trataba de atrancar su garganta. Se esforzó para hacerlo o él acabaría pasando adentro.

—¡Sí! No tardo.

—¿Seguro? —No. Gabriel no estaba nada seguro de que ella estuviera bien. Tenía como un sensor certero que lo avisaba cuando ella entraba en pánico.

—¡Que sí! ¡No me metas prisa! ¿Quieres? —Respondió con una voz algo más clara—. Estaba mandando un mensaje a Clara para contarle lo que está pasando y respondiendo a cuanto me dice. Le estoy contando lo de mi hermana.

—De acuerdo. Pero date prisa. La mañana transcurre rápida.

—Lo sé —agregó, en un tono más bajo.

La respuesta de Clara no tardó en llegar. Ella parecía estar atenta a cada uno de sus mensajes desde que el rubio desaliñado la rondaba.

•«Ya estás despierta? Te había soñado. No era algo bueno. Deja que Gabriel cuide bien de ti. Tengo miedo»

• «Todo irá bien»

Al terminar de escribir la respuesta, Elena rió con amargura. Era justo lo que decía él cuando pretendía calmarla. Exactamente aquello que no le podía asegurar. "Todo irá bien" ¡Como si fuera a suceder un milagro! Ella conocía de sobra en el berenjenal que andaba metida y lo grave que era todo ello. Sobre todo con la llegada de nuevos protagonistas en escena que estaban a las órdenes de aquel ser tan inhumano como era Luis.

Mientras esperaba a Elena, Gabriel había informado a Adrián sobre las nuevas noticias de Félix. Había pedido que accediera a los archivos del ordenador central de comisaría en busca de alguna ficha policial que identificase al desconocido. Un modo más práctico de encontrar el paradero del susodicho, que no fácil. A la hora de darle caza, iba a ser de lo más complicado. Ya no haría falta dibujar un retrato robot, porque la imagen del tal Roberto salía nítida en este nuevo informe que le mandó el investigador privado, y que estaba facilitando a su amigo Adrián, por correo electrónico. Había llegado el momento de re abrir el caso, aunque no hubieran pruebas palpables de que este nuevo personajillo tuviera planes sucios para con ella, mandado por el otro. Al menos, que estuvieran al tanto de lo que estaba ocurriendo. «Adrián podría hacer algo al respecto», supuso Gabriel. Aunque supiera que no podría hacer demasiado hasta que algo grave sucediera. ¡Así es como funciona la ley! Tan ciega como se la representa.

Llamó también a Carmen para ponerla al día de todo. Le mandó la foto de Roberto para que, en caso de verlo por allí, pululando, lo pusiera al tanto. No quería a aquella alimaña cerca de su negocio. ¡Ni siquiera lejos! Lo quería evaporado y fuera del alcance de Elena. «¡Maldito Roberto!».

Belleza encontradaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora