Capítulo 16 «Ejecutando los nuevos planes»

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¡Una noche! Ella quería acordar tan solo una noche. Con una sería suficiente para que él se diera cuenta que tampoco iba a ser tan buena idea la que estaba tomando. No quería meterse en su vida. No debía de cruzar la delgada línea roja.

El piso de Gabriel estaba situado en una de las zonas más prestigiosas de la ciudad. No era la más lujosa, pero sí lo suficientemente suntuosa para llamar la atención. Aquello era grande. Olía a limpio y a perfume de algún dispensador. Todo esta ordenado. Tenía buen gusto para la decoración. Unos muebles modernos que a Elena le parecieron una pizca estrambóticos. Colores café, crema o beige que se combinaban con el burdeos claro. ¡Una mezcla bien rara de tonalidades!

—Esta será tu habitación —dijo Gabriel, abriendo la puerta de una habitación menuda, aunque perfectamente distribuida, con muebles más claros, ropa de cama a juego con las cortinas color pastel y una lámpara de la que pendían cristalillos que, a la luz de la bombilla, desprendían haces de luz sobre las paredes. ¡Era hipnótico el efecto!—. El cuarto de baño está al fondo del pasillo. Si necesitases algo...

— ...Te llamaría. Sí.

—Bien...

—Una noche... ¡Estaré bien! No puedo quedarme más, aquí.

—¿Vas a seguir discutiendo?

—En la vida real, no está bien que el jefe se relacione con la empleada. Podría parecer un romance de conveniencia.

Lo hizo reír.

—¡Ves demasiadas telenovelas! —Suspiró—. ¿Qué quieres que pida para la cena? ¿Asiático? ¿Bocadillos? ¿Alguna sugerencia?

—Algo que sea comestible para ti.

—Comestible para mí...

—No sé.

—Veré qué puedo encontrar.

Acabaron pidiendo dos menús. Durante la cena, Gabriel estuvo echando un vistazo a su agenda. Le resultaba difícil desconectar del trabajo. Mientras, ella veía la televisión. Era la única voz que resonaba en el salón.

—¿Cuánto hace que no se cuela una mujer en esta casa?

La pregunta hizo que él la observase molesto.

—Tú. Ahora.

Ella carraspeó. ¡No era la pregunta indicada aquella que había formulado, desde luego!

—Yo me sentiría sola —dejó salir de su boca, otra vez, causando un efecto nada agradable.

—Terminas acostumbrándote.

—Eso no es verdad.

—Y si no es verdad, ¿por qué lo preguntas?

Gabriel parecía muy molesto. Su carácter acababa de cambiar. ¿Cuál sería su próxima jugada? ¡Definitivamente, quizá sí que se hubiera metido en la boca de otro lobo!


«El coche se detuvo enfrente de la academia.

—¿A qué esperas para bajar?

Aquella voz la estaba ordenando que hiciera algo y que lo hiciera ya. Hizo lo que se le dijo.

Una vez puso los pies en la calle, el coche desapareció. La gente iba y venía, sin mirarla. Como si fuera invisible para el resto del mundo. Se dio la vuelta, encontrándose con Gabriel. Sonrió, pidiéndole que se acercase. Su sonrisa, la seguridad que desprendía, todo él la invitaba a sentirse bien. Lo hizo. Dio unos pasos y se encontró con él, sin perder detalle de cada ápice de su dulzura. Él era amable, correcto, increíblemente atractivo. ¡Vale! Esa parte debería de habérsela saltado.

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