Fue mucho más incómodo de lo imaginado. Gabriel no sabía cómo empezar a redirigir una conversación. Elena tampoco es que cooperara. Echaba un vistazo a sus redes sociales, escabulléndose de tener algún tipo de conversación, con él. Como si aquella fuera una primera vez, de su encuentro donde la complicidad, o la confianza, escaseasen. A pesar de los pequeños pasos que ya se habían dado. De que él fuese la opción de salvamento, para ella.
El trayecto sería corto. Tenía que pensar en algo, con prontitud. Algo que la invitase a abrirse a él. Que le proporcionase la información que necesitaba para no ir a ciegas en este caso. Para que Félix tuviera algo de material que acelerase cualquier acción, o trámite. Llegar a tiempo, antes de que el depredador usara a alguien, o fuese él mismo, quien realizase lo que le quedaba por finalizar. En este caso, la vida de aquella chica, que continuaba pendiendo de un hilo.
Dejó escapar una pregunta, rompiendo el hielo:
—¿Volviste a tener problemas? —quiso saber él, rogando atención por parte de ella, la cual, seguía ignorándolo.
Alzó la vista para responder.
—No. Todo está bien. Después de aquel día, no sucedió nada más —explicó, sonrojándose al recordarlo allí afuera, tan cerca de ella, pasando la noche en el piso son el fin de protegerla—. Gracias, otra vez, por atender a mi llamada de socorro.
—Me necesitabas y no dudé en ayudar.
—Lo sé. Y te lo agradezco.
—Elena, me preocupé mucho por ti.
La lucecilla de alarma se le encendió a la muchacha, dentro de su cabeza. ¡Se había prometido a ella misma no enamorarse otra vez! No volver a exponerse a volver a equivocarse, sufriendo las terribles consecuencias.
— Quizá exageré. Pero gracias, igualmente —repitió, regresando la mirada hacia la pantalla de su teléfono, sin sonreír. Era como si pudiera estirar el brazo y ella estuviera tan cerca que ni lograra tocarla. Se empeñaba en alejarse. En hacerse la dura—. No hay que hacer tanto drama de nada —bisbiseó, desinteresada. Mientras su conciencia revivía el miedo que experimentó.
—Me tranquiliza encontrarte más animada. —Suspiró, dudando en si debía de decir aquello, o no. Elena ya conocía parte de esa historia. Poco, pero no le vendría de nuevo—. Yo no pego ojo desde que mi esposa falleció. No consigo recomponerme —confesó.
Elena volvió a llevar la mirada hacia él.
—Lo siento —se lamentó, notando una grave punzada en su corazón. Había conseguido que se interesase por su estado de ánimo. Lo recordaba allí, dentro de su despacho, sollozando entre fotos familiares de alguien que no regresaría. Algo tan duro como amargo.
—Nunca se sana. El tiempo puede dar alivio. Pero no se sana —insistió—. Y no es que el alivio sea mucho.
—Lo imagino...
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Belleza encontrada
RomanceElena es una joven que, tras haber pasado por un noviazgo con Luis; el cuál, le dejó secuelas por los malos tratos que recibió por su parte, conoce a Gabriel por mera casualidad al encontrar el anuncio de un trabajo donde un joven profesor de Bellas...