Capítulo 41: Un poco de celos

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Narrás vos:

Un rayo de luz se cuela por la persiana despertándome, abro mis ojos un poco desorientada y me doy cuenta que estoy en la cama de Patricio, cómo llegué hasta ahí, no lo sé. Giro mi cabeza esperando encontrarme con mi chico, pero no fue así. Me estiré un poco más en la cama y me levanté, en ese momento me di cuenta q solo llevaba puesto mi remera ¿Seré zonámbula y habré hecho todo esto mientras dormía? Salí de la habitación un poco confundida, pero esta sensación disipó al entrar al living de la casa. Allí se encontraban Patricio y Guido durmiendo, el morocho estaba en el sillón, mientras el rubio estaba en un colchón en el suelo, la imagen era tierna, el colchón se encontraba justo al lado, bien pegado, del sillón, realmente parecían lo que son, hermanos. Moría por sacarles fotos, pero se iban a dar cuenta. Mi mirada se enfocó en Patricio, estaba de costado, sin ninguna remera que cubra su torso, se podía ver perfecto el tatuaje que llevaba en su brazo izquierdo, su boca se encontraba relajada y sus ojos se encontraban cerrados, tenía paz en su cara. De repente veo como se empieza a remover, de apoco, va abriendo sus ojos y se los refriega, yo sonreí como boba, me miró y repitió el mismo gesto. Se levantó y se acercó a mí.

Pato: Buen día -besó mis labios-

Vos: Hola -sonreí- che nos puede ver tu hermano.

Pato: -se dio vuelta para mirar a su hermano- Está re dormido, ni se va a enterar.

Vos: Pero se puede despertar -dije mirando el rubio- che, mira cómo duerme -estaba boca abajo, abrazando el colchón y con todos los pelos en su cara-

Pato: Sí, desde chico duerme así el pendejo -dijo con una sonrisa- ¿Tomas café?

Vos: Obvio bombón -le guiñé un ojo y fuimos a la cocina-

Mientras Pato hacía el café, hablábamos de lo poco que le quedaba acá en Buenos Aires, en unos días arrancaban la gira, lo iba a extrañar horrores, pero sabía que así era su trabajo, no me quedaba más que aceptarlo.

Pato: El día anterior a irnos tenemos una entrevista, va a haber fans, después, si querés podes venir a casa y me ayudas a armas las valijas -propuso el morocho-

Vos: Dale, me encanta tu idea -dejé un pico en su boca-

Estábamos tomando café a la una del medio día, una locura, hablamos y nos reímos un rato.

Vos: ¿A qué hora terminaron con Guido?

Pato: No sé, creo que eran las cuatro.

Vos: ¿Cuando me dormí? ¿En qué momento aparecí en tu cuarto? -le pregunté al morocho, que sonrió cuando le hice la pregunta-

Pato: Tipo una, re temprano, sos una flojita -rió- ¿Cómo llegaste a mi pieza? Te llevé yo, es más tuve el placer de tocar esas piernas y esa cola, pero vos ni te diste cuenta, podríamos haber hecho otra cosa -me guiñó el ojo el muy guarango-

Vos: Heyy -le pegué en su brazo suavemente por aquél comentario-

Pato: Agresiva -dijo jodiéndome-

Vos: Nos soy agresiva -me defendí-

Pato: Sí, sos A-GRE-SI-VA -dijo cerca de mi boca-

Vos: No soy A-GRE-SI-VA -dije más cerca de su boca aún-

Finalmente acortó la poca distancia que quedaba y me besó, amo su boca, es tan carnosa y suave, sus labios se movían a la perfección contra los míos, hizo que me levante y me siente arriba de él, en su silla, para poder besarnos mejor, su mano descansaba en mi cintura y mis brazos rodeaban su cuello.

Vos: Pará Pato- dije entre besos- Guido nos puede ver.

Pato: Sigue re dormido, no va a pasar nada -dijo sobre mi boca-

Noches de abril (Pato y vos)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora