Tormento.

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Prólogo.

Me desperté asustada y jadeando. Había tenido de nuevo una pesadilla. Agarré mi osito de peluche y me abracé a él con fuerza, replanteándome si debería mirar debajo de la cama, aunque finalmente decidí no hacerlo. Papá de todas formas no quiere que lo haga. Dice que hay monstruos y que si me atrevo a hacerlo, me obligarán a tener pesadillas para siempre.

Intenté dormir, pero no pude, así que quise ir a buscar a papá. Me levanté aún abrazada a mi osito de peluche y me aproximé hasta la puerta, abriéndola lentamente. El pasillo estaba totalmente a oscuras, lo que me causaba más miedo del que ya tenía.

Anduve a tientas, escuchando los susurros de la gente. Papá era el dueño de un hostal donde venía, mayoritariamente, gente mala. No le gusta que salga de mi cuarto por las noches por ello. Dice que todavía soy demasiado pequeña para entenderlo, o simplemente saber. ¡Pero tengo siete años, soy adulta! ¡Jo!

Pegué más mi osito a mi pecho. Estaba muy cerca de la habitación de mi padre, así que sonreí lentamente. Él me acompañaría de nuevo a la cama y me leería un cuento como siempre hacía. Bueno, puede que me regañase antes, ¡pero papá me quiere mucho y después se le pasa!

Pero un ruido muy feo y ensordecedor sonó en su habitación. Del miedo se me cayó el peluche, así que me agaché para recogerlo. Nada más tenerlo entre mis brazos, volvió a escucharse ese sonido tan desagradable, pero esta vez no solté mi osito.

Las puertas del fondo del pasillo se abrieron y varios hombres con malas pintas se asomaron. Al estar el pasillo casi en una oscuridad abismal, no pudieron verme. Y ojalá yo no les hubiera visto a ellos, porque había llegado a un punto en el que temblaba.

Tras una mini charla, se encerraron de nuevo en sus respectivas habitaciones. Dejé de abrazarme al osito para cogerlo con una mano, ya que con la otra agarré el pomo para girarlo lentamente. Aunque tenía miedo, la curiosidad por saber qué era el ruido feo me mataba.

Al abrir la puerta por completo, pestañeé un par de veces, confundida. Mi padre tenía algo extraño en la mano y su pecho se movía al son de su respiración agitada. Enfrente de él, había una mujer a la que no conocía de nada, también con un objeto idéntico al de mi padre.

Mi padre al notar que yo me encontraba ahí abrió mucho los ojos e hizo algo que me llegó al alma.

-¡Alessia, vete de aquí! ¡YA!

Me estremecí y las ganas de llorar me invadieron. Papá nunca solía gritarme, solamente cuando hacía algo verdaderamente malo. Por eso mismo quise llorar, porque no había hecho nada malo en venir a verle.

La mujer soltó una leve risa y descubrí por fin de dónde venía el ruido feo; del objeto que tanto ella como papá tenían en la mano. Mi padre cayó hacia atrás y sangre salpicó en mi osito de peluche. La mujer se aproximó a él a grandes zancadas y se agachó, buscando algo en su bolsillo.

-Mierda. ¿Dónde habrá puesto el pendrive que tanto necesito?-Lentamente, su cabeza se giró hacia mí y al ver mi cara de incomprensión y miedo, sonrió pacíficamente y se acercó a mí, poniendo una mano en mi pelo para acariciármelo-Te llamas Alessia, ¿no?

-S...sí-murmuré, intentando abrazar a mi osito de peluche para calmarme pero esa mujer me lo quitó-¡Es mío! ¡Es mi osito!

-Perdona. ¿Te importaría dejármelo un momento, Alessia?

-Es solo mío-respondí, haciéndole un mohín e intentando quitárselo, pero la mujer lo alzó y a pesar de que saltaba no quería dármelo-¡Devuélvemelo! ¡Eres mala!

-Shh...-me mandó callar, llevándose una mano detrás de la oreja-Tu padre te está llamando. Ve a ver que quiere y te daré el peluche.

Se me había olvidado por completo papá y eso me hizo sentir mal, así que decidí no ser egoísta y olvidarme del peluche por un momento. Me acerqué a él y le toqué la cara con el dedo, ya que parecía que se había dormido.

Tormento. #VIPAwardsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora