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34. Tregua entre enemigos.

FRANÇOIS.

-Así que escuchaste a Normand diciendo que iría junto a unos almacenes abandonados alrededor de las cuatro y algo-repito las palabras de mi padre mientras mojo una galleta en la leche recién calentada.

-Sí, y luego le escuché roncar con ganas, por lo que no pude volver a dormirme.

-Pues es mediodía y no se le escucha nada de nada...

-Eso es normal en él. A veces ronca y para, a veces no ronca, a veces ronca todo el rato.

-Mmm...muy normal no lo veo yo.

Me llevo la galleta a la boca y la mastico, saboreándola. Exquisita. Casi tanto como Alessia...aunque no debería de estar pensando en esas cosas tan temprano.

Mi padre fue la persona que me dijo que Alessia se había ido de casa. Me sobresalté demasiado por ello, pero Yvette se encargó de llamarme y decirme que ella estaba en el hospital. También me dijo que debía arreglar de una vez por todas la situación con Béatrice porque no quiere que yo muera por un ataque de ella hacia mi persona.

Me lo replanteé a lo largo de la mañana, y la verdad es que Yvette tiene razón. No puedo odiarla así porque sí, ya que bueno, me jodió el móvil y solo tengo el teléfono fijo para comunicarme, pero dicen los rumores que el desamor puede volverte loco, desquiciarte por ser mortalmente dañino para tu corazón y para tu alma. Hay gente que jamás se recupera de ese duro golpe por parte de alguien a quien deseas, quieres y extrañas cuando no está a tu lado. Sí, disparó a Alessia, pero la ambulancia llegó antes de tiempo según me informó un colega mío que presenció cómo se desmayaba. Eso sucedió solo porque Béatrice se adelantó. Si no lo hubiese hecho, quizá ahora no estaría con nosotros.

-Cada persona es un mundo, hijo.

-Leí en twitter que ya reconocieron a los cadáveres calcinados. Supongo que no hace falta que diga nada, papá-le miro acusatoriamente-Has llamado la atención de tus enemigos.

-Qué poca fe. Hace tiempo que llevo llamando a enemigos que ni siquiera son míos.

-Te refieres a los enemigos de Normand, ¿no?-Suelto un suspiro y me llevo una mano a mi flequillo, echándomelo hacia atrás-Mira, no hace falta que me digas nada aún, pero al menos disimulad. Sé por vuestra culpa que Normand en realidad es la persona que finges ser.

-¿Una tostada?-Pregunta, tendiéndome un plato con tres. Niego con la cabeza y se encoge de hombros, alegre-Cómo veas.

Mojo otra gallega y me la llevo a la boca. Así unas cuatro veces más, hasta que decido que si sigo así me empacharé y no quiero eso.

-He quedado con Béatrice abajo, en el portal, así que si quieres hablar algo con Normand ya sabes, ¡aprovecha!

-¿Más leche?-Ahora lo que me tiende es una jarra con leche. Vuelvo a negar y la deja encima de la mesa.

Me desespera cuando mi padre se pone así. Es horrible. No sé qué le vería mamá, pero comprendo que se divorciase. Bueno. Yo me hubiera divorciado solo por el hecho de que es el hombre más peligroso del mercado negro, pero no. Ella lo hizo porque no pasaba suficiente tiempo con nosotros. ¡Y normal! Incluso mi hermano Levin (sí, es un nombre raro y feo) prefirió irse con ella antes que quedarse con papá. Es mi hermano mayor, aunque solo me saca un año.

Termino de desayunar y dejo las cosas en el lavavajillas. Guardo el paquete de galletas donde estaba y me voy de casa, no sin antes despedirme de mi padre.

Tormento. #VIPAwardsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora