Stiles. © [1 y 2 temporada]

Inicio-03.

[Justin, 12 años de edad]

Mi papá nos trajo a mí y a Christian a la feria nueva, Caitlin también vino con nosotros. Me gustaba el cabello de Caitlin, y sus ojos.

Tenía el plan de robarle un beso cuando Christian y papá no estuvieran viendo, por eso le pediría que subiera conmigo a la rueda de la fortuna.

Mi papá compró los boletos mientras yo estaba detrás con Chris y Caitlin.

—Mira Justin, es Stiles. —se rió mi amigo—. Y está con Ryan.

Un enojo creció dentro de mí, desde que tengo siete años Ryan comenzó a juntarse más con Stiles que conmigo, y como somos el grupo de los populares en mi colegio, tengo que soportarlo todos los días. Y eso no es lo peor, mi mamá y la suya son mejores amigas. Todos los días va a mi casa y los viernes se queda a dormir.

Él ni siquiera me sonrió cuando me vio, parece que al fin se rindió al intentar ser mi amigo. Pobre perdedor.

Papá consiguió los boletos y nos los entregó.

—No los pierdas, Justin. —me dijo. Yo negué con mi cabeza.

Entramos y nos alistamos para subir a la rueda de la fortuna. Mierda, era mucho más grande de lo que pensaba. Nunca antes me había subido a una, pero no podía quedar como un miedoso frente a Caitlin.

Le di los boletos al hombre y él nos hizo pasar. Justo cuando iba a tomar la mano de Caitlin, ella corrió y se subió a uno en el que estaba Jackson. ¡No podía creerlo!

Christian subió con una chica y ahí estaba yo, buscando un lugar. Encontré una sola y me subí.

Me sentía mal, mi ego había caído de golpe. La sillita se movió, por lo tanto levanté la cabeza y observé a Stiles subir. Viré mis ojos, cansado.

La rueda comenzó a funcionar y yo me aguanté la respiración. Después de unos minutos, la rueda estaba lo suficientemente alto, y podíamos ver el sol esconderse a la perfección.

Me entró un tipo de miedo a la altura, y me aferré al tubo de la silla, pero mi mano cayó sobre la de Stiles. Sentí un apretón en el estómago y volteé a verlo.

Él me sonrió y, por primera vez en toda la vida, le sonreí de vuelta levemente. Quitó su mano para después ponerla sobre la mía y agarrarla. El miedo se esfumó en ese momento.