29. El verdadero destino

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Willow estuvo encerrada en su habitación todo el día, sin salir ni siquiera para comer. La tensión en el ambiente era palpable, como si las paredes mismas estuvieran cargadas con la angustia que llenaba su habitación. Al día siguiente, al despertar, toqué la puerta de su habitación, pero no recibí respuesta. Con un nudo en el estómago, abrí la puerta lentamente, solo para encontrarme con una habitación vacía. La ausencia de sus cosas, de su ropa, solo aumentó la sensación de vacío que me invadió. ¿De verdad no la volvería a ver?

La atmósfera de desolación se había apoderado del hogar, reflejada por el desorden de las botellas vacías que se acumulaban a mi alrededor. El gato de Willow, normalmente juguetón y curioso, era ahora el único signo de vida que quedaba en la casa, correteando de un lado a otro en un intento de llenar el vacío dejado por la ausencia de su dueña.

Mientras observaba al gato jugar, una mezcla de emociones me invadió. Por un lado, sentía una punzada de amargura al darme cuenta de que Willow se había ido sin una palabra de despedida, dejándome atrás en un mar de incertidumbre y dolor. Por otro lado, me invadía un sentimiento de incredulidad ante la idea de que Willow estuviera tan desesperada por alejarse de mí que incluso dejó a su gato atrás.

Entre sorbos intermitentes de alcohol, mi mente daba vueltas tratando de entender lo que había sucedido.

El gato, ajeno a mis pensamientos turbulentos, continuaba su juego, saltando de un mueble a otro con una energía inagotable. Observarlo me recordaba los días felices que solíamos pasar juntos, cuando la presencia de Willow llenaba cada rincón de la casa con alegría y vitalidad.

Pero ahora, en medio del silencio sepulcral de la casa vacía, me sentía más solo que nunca. La ausencia de Willow se hacía cada vez más pesada, pesando sobre mí como una losa. Y mientras el gato seguía jugando alegremente, yo me sumía más y más en la oscuridad de mis propios pensamientos, incapaz de encontrar una salida a este laberinto de emociones y recuerdos.

"Aki... ven."

No entendía porque sonó la voz de Willow en mi cabeza y me llamaba de una manera que nunca lo ha hecho. Siempre me llama "Akise" no "Aki".

Me quede rendido en el suelo rodeado de botellas de alcohol cuando cerré los ojos.

Tomé las manos de Lucy, ansioso por vislumbrar mi futuro. Apenas nuestros dedos se tocaron, una oleada de imágenes y sensaciones me inundó. Era como si de repente pudiera ver y sentir todo lo que estaba por venir, cada emoción, cada momento, como si ya los estuviera viviendo. Un mar de emociones me atravesó: alegría, tristeza, amor, pérdida, esperanza, desesperación. Eran sentimientos tan intensos y desconocidos que me abrumaron, pero también me llenaron de una extraña euforia.

Sin embargo, en medio de toda esa vorágine de sensaciones, hubo algo que me hizo tomar la decisión de caer en la Tierra. No fue solo la promesa de nuevas experiencias o la curiosidad por lo desconocido. Fue una visión clara, nítida, de un futuro específico... de alguien en específico. Tuve variadas imágenes de una mujer rubia de ojos azules radiante que me llamaba.

Muchas imágenes de nosotros me inundaban junto con las sensaciones. Nuestros besos, nuestros abrazos, nuestras caricias... toda la felicidad que nos dábamos. Ese aroma dulce y piel suave que me hacía estremecer y sentir por siempre. Vi su rostro claramente cuando intentaba tomar su mano para estar juntos siempre.

 Sin embargo todo ese amor se desvaneció en un segundo cuando no la alcance e imágenes oscuras de ella sufriendo me atacaban

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Sin embargo todo ese amor se desvaneció en un segundo cuando no la alcance e imágenes oscuras de ella sufriendo me atacaban.

Me senté de golpe, con el corazón acelerado, mientras el recuerdo perdido finalmente volvía a mí. La misma sensación que había experimentado cuando Lucy me mostró mi futuro se apoderó de mi pecho, un amor intenso y avasallador que en aquel momento me había impulsado a todo por estar con esa humana. Me sentí como el mayor estúpido del mundo mientras me ponía de pie, decidido a prepararme para salir y buscar respuestas.

Cuando caí a la Tierra, los recuerdos de aquella visión se desvanecieron y, por supuesto, olvidé mi objetivo. En mi mente, pensé que si la veía de inmediato, sabría que era ella, la persona por la que había decidido emprender este viaje. Sin embargo, no contaba con que la conexión que tenía con Lucy era porque me enamoraría realmente de su hija, quien nació muchos años después de mi llegada a la Tierra.

La ironía de la situación me golpeó con fuerza. Había llegado con la esperanza de encontrar a una mujer que, en realidad, aún no existía. Todo el tiempo que pasé buscando un amor predefinido, sin saber que el verdadero vínculo surgiría de una manera mucho más profunda y compleja.

Mientras me vestía, los recuerdos seguían inundándome, cada uno más claro y doloroso que el anterior. Recordé cómo había decidido caer en la Tierra para experimentar ese amor puro y verdadero, y cómo la vida había tomado un rumbo inesperado, llevándome hasta Willow. Ahora entendía por qué me sentía tan atraído por ella, por qué su presencia era tan vital para mí, aunque siempre me lo había negado.

Salí de casa con una determinación renovada, consciente de que debía encontrar a Willow y arreglar las cosas. No importaba cuántos obstáculos se interpusieran en mi camino; estaba dispuesto a enfrentar lo que fuera necesario para estar a su lado y protegerla.

El sol comenzaba a despuntar en el horizonte, y con cada paso que daba, sentía que una parte del puzzle encajaba en su lugar. La búsqueda de mi destino no había terminado, pero al menos ahora sabía cuál era el objetivo real de mi viaje: no era solo experimentar el amor, sino también comprenderlo y luchar por él, sin importar las circunstancias.

Llegué hasta la iglesia del padre de Gabriel y no había rastro de nadie allí. Entré hasta su oficina, irrumpiendo sin pensar, y solo encontré unos pergaminos antiguos esparcidos sobre el escritorio. Los pergaminos estaban escritos en lenguas muy antiguas, y mientras los examinaba, me di cuenta de que contaban la historia de un nuevo salvador: el hijo de lo que se consideraba el pecado de un ángel. Esta figura sería una mujer con grandes poderes que guiaría a todos hacia el futuro.

A medida que leía más, comprendí que todos esos documentos hablaban de una secta y su funcionamiento, con una "virgen salvadora" en el centro de sus creencias. La revelación me golpeó como una bofetada. Entendí que Willow estaba siendo manipulada para convertirse en esa figura mítica, y que todo había sido planeado desde el principio.

La furia y la desesperación se apoderaron de mí, y sin poder contenerme, golpeé el escritorio con todas mis fuerzas, haciéndolo trizas al darme cuenta de la magnitud del engaño. Los fragmentos de madera volaron por la habitación, reflejando el caos en mi mente. Tenía que encontrar a Willow y sacarla de las garras de esa secta antes de que fuera demasiado tarde.

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