Capítulo ocho: es una gran mentira

2.1K 204 6
                                    

Mis piernas parecían no entender mis llamados al igual que mi boca, por más que intentaba hacer que reaccionarán no lo hacían.
El cuerpo no se detenía de temblar, el miedo que tenía nunca lo había experimentado en toda mi vida, lo peor de todo eso era que no entendía que sucedía. Nunca nadie nos había atacado de esa manera, pensando eso hizo que el miedo creciera. Algo andaba mal, demasiado mal.

Mi padre miró a Liam con ojos de tristeza, intentado no dirigirse hacia mi. Lo vi, él tenía miedo, más que el que yo tenía. Estaba temblando demasiado, su rostro machacado, parecía que lloró.

—¿Qu-Qué sucedió?—dije levantándome del suelo. Vi los rostros de las personas que estaban junto conmigo, se pusieron más pálidas de lo que ya las tenían. Ninguno dijo nada.

Los segundos pasaron, no se atrevían a hablar, el miedo de seguir preguntando me ató, impidió que pudiera volver a abrir la boca, todo dejo de funcionar en mi cuerpo.

Papá miró a Hunter, este solo afirmó con la cabeza, diciéndole que era momento. El corazón se aceleró.

—Tu mamá...—Se le quebró la voz haciendo que no pudiera completar la frase y empezará a llorar, intentando que no lo escuchara.

Sentí mis piernas fallándome, haciendo que cayera al suelo de rodillas y el llanto como nunca antes saliera.
Hunter intentó acercarse, pero al verme de ese modo solo se quedó a un lado de mí.

No existen palabras para poder llegar a expresar lo que sentía en ese momento. Nunca fui muy unida a mi mamá, pero al saber que estaba muerta, que nunca más la volvería a ver provocaba un inmenso arrepentimiento.

Las lágrimas salían una y otra vez, quería decir algo, pero las palabras se atoraban en mi garganta impidiendo hacerlo. Sentí un abrazo reconfortante haciendo que me sobresaltara un poco, volví a relajarme cuando vi que era mi padre. Nos abrazamos y empezamos a llorar juntos.

No podía detenerme. Recordé a Christopher, tenía miedo de que a él también le haya sucedido algo. No podría soportar otra muerte.

Después de varios minutos, logré darme cuenta que mi hermano también estaba ahí con nosotros. Llorando por la desgracia.

Muchos dicen que se siente fatal cuando te rompe el corazón la persona de la cual estás enamorado, pero eso es diez mil veces peor. Perder a la persona que te dio la vida y te cuidó, no hay nadie que pueda sanar esa herida, el dolor se queda ahí, por siempre, torturándote.

Nadie había parado de llorar, el presidente tenía que averiguar cómo habían burlado la seguridad, Christopher no me dijo que tenía que hacer y yo necesitaba dormir, desaparecer de la realidad para adentrarme al mundo de los sueños.

En cuanto mi cuerpo tocó la cama unas inmensas ganas de dormir me invadieron, no podía hacerlo.

Empecé a susurrar incoherencias, sin que me detuviera de llorar.

Hunter no sabia que hacer en ese momento, solo me miraba asustado.

—Señorita Stone...

—Di-le a Chris que venga, por favor—murmuré demasiado bajo aunque él entendió no dijo nada y dudoso, temiendo de que sucediera algo extraño se fue de la habitación y no tardé ni si quiera un minuto para escuchar la voz de Chris preocupado al ver cómo me encontraba.

Pronunció mi nombre con tristeza y en cuanto llegó a mi lado nos hundimos en un fuerte abrazo, tratando de reconfortarnos, quitar algo de dolor.

• • • •

El sol estaba hermoso, los pájaros cantaban, no había viento, el clima estaba a la perfección para tener un día de campo familiar, salir a pasear al parque o andar en bicicleta.

El vestido negro que traía puesto provocaba que el sol me diera más a mí, haciendo que tuviera calor. Aun así las lágrimas estaban heladas, se resbalaban por mi mejilla cayendo al hombro de mi hermano que me abrazaba con fuerza. Mi padre no quitaba la mirada de donde se encontraba el cuerpo de su esposa.

No podía mirar a nadie, ni si quiera el ataúd donde se encontraba mi mamá. Quería recordarla llena de alegría y felicidad como una vez lo era.

En el panteón solo estaba la familia y algunos amigos que nos acompañaban a despedirla. Miré como la pala tiraba la última tierra y quise salir corriendo.

La gente empezó a retirarse, haciendo que solo nos quedáramos nosotros tres. Me acerqué a la tierra con las miradas puestas en mí y puse un ramo de rosas rojas.

—Mamá—susurré intentando ahogar el llanto—, te extrañaré demasiado...

Mi hermano vio cómo me encontraba en ese momento, se armó de valor para poder quitarme de ahí a la fuerza.
Casi arrastrándome me llevó al auto donde nos esperaba el chofer y Liam.
La seguridad había aumentado demasiado.

—Ella no está muerta ¿cierto?—pregunté girándome a observar a mi hermano.

—Megan, mamá ha muerto—aquellas palabras fueron una ametralladora en todo el cuerpo.

—¡No!—grité alterada volviendo a llorar—¡Mamá sigue viva!

Christopher me miraba asustado.

—Eso no es así—habló llorando al igual que su hermana. Estaba destrozado igual o peor que yo, pero no quería derrumbarse frente a mí.

—¡Mamá!—volví a gritar golpeando las puertas, intentando salir de ahí con la vista nublada.

—¡Megan!—gritó descontrolándose, dándose cuenta que no reaccionaria a la verdad.

No le hice caso y seguí pateando todo. Los guardaespaldas estaban asustados por mi comportamiento, nunca había actuado de esa manera. Nadie sabía qué hacer.

—¡Murió y no volverá!

No sabía que me sucedía, sentía una gran impotencia y  golpeaba todo a mi alrededor. Tenía miedo, hubiera preferido que yo estuviera muerta, yo quería ser la que estuviera en el ataúd y no mí madre.

El auto se detuvo junto a los demás que venían siguiéndonos, Liam se bajó y abrió la puerta de donde nos encontrábamos.

Empecé a golpear el pecho de mi hermano sin mucha fuerza. Hunter trató de agarrarme, los demás guardaespaldas se bajaron asustados intentando averiguar qué sucedía.

Todos lograron agarrarme para que dejara de golpear, no tenía fuerzas, los párpados me pesaron al igual que todo mi cuerpo y me deje caer en los brazos de la persona que me cargaba.

Mi Protector ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora