Capítulo dos: no encuentro mi privacidad, la perdí

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La pequeña abertura que había entre las dos grandes cortinas que cubría mi ventana permitía que la intensa y brillante luz entrará y me pegará directo en el rostro, tomé la almohada y la puse directo en mis ojos tratando de poder seguir durmiendo, estaba por volver a quedarme dormida cuando la fuerte alarma comenzó a sonar. Enojada moviendo mi mano en busca de mi celular apagué el molesto sonido intentando conciliar el sueño y no ir al colegio con él salvaguardia detrás de mí.

Arrastrando los pies llegué hasta el gran ropero llenó de ropa, confusa por no saber que elegir agarré lo primero que vi,  pero no me agradó en lo absoluto, la volví a guardar y me quedé pensando por unos minutos en cómo me vestiría ese día.
Cogí el vestido azul turquesa que era el más sencillo que tenía y hacia bastante tiempo sin usarlo, junto con unos tacones no tan altos, los cuales eran mis favoritos sin duda alguna y por último sujete mi cabello con una goma.

Camine hacia la puerta con lentitud y al momento de abrirla la realidad me azotó, ahí estaba Hunter.
Bufé enojada.
Seguí caminando hacia el comedor, donde me esperaba un delicioso desayuno, cada paso que yo daba Hunter lo hacía, era bastante insoportable tenerlo siempre pegado a mi. Traté de hacer que se perdiera en la mansión (ya que era demasiada grande), entré por varias puertas y me dirigí hacia otro lugar, pero sin saberlo a Hunter ya le habían enseñado toda la casa.

Cuando llegué a ese lugar por primera vez, tardé como dos semanas en conocer cada lugar de la mansión y no me cabía en la cabeza, como era que él conocía todo.

—Señorita Stone, por aquí no está el comedor— dijo sin molestarse o asombrarse por qué sabía muy bien cuál era mi intención.
Ignorándolo olímpicamente, me digné a ir a almorzar con mi familia sin separarme del guardaespaldas.

Al llegar mis padres me miraron confundidos de que haya tardado tanto, ellos estaban por terminar de desayunar e iba a llegar tarde a la escuela si no me apresuraba a comer.

—Hunter aléjate de mi, ve a conocer el jardín, las piedras que hay ahí, o algo— Mencioné cansada de tenerlo pegado a mi, él estaba parado a un lado mío "protegiéndome" de nada, no existía peligro alguno.

—Lo siento señorita Stone, pero no puedo hacerlo....

—Lo harás— dije volteando a ver a mi padre— Papá ¿Podrías decirle que me espere en el auto?
El hombre que estaba sentado frente a mi, me ignoró y siguió bebiendo su café, disfrutando la tranquilidad que muy pocas veces tenia.

Me levante de la silla y salí de ahí.
En el momento en que mis ojos se posaron en el automóvil que nos esperaba fuera de mi casa, sentí mi salvación, rápido subí en la parte trasera, deseando que Hunter no subiera también, pero lo hizo y se puso de copiloto, mientras que Daniel manejaba y otro carro con cinco (o más) guardaespaldas nos seguían detrás.
Cuando llegamos, los que nos venían siguiendo, bajaron primero y entraron al colegio, unos minutos después me permitieron bajar, una rutina que me tenía siempre cansada.

Al llegar y entrar por la puerta principal todos se me quedaron viendo y no sólo por que era la hija del presidente (aunque no era novedad para nadie) sino por que venía entrando con alguien atrás de mi.

Levanté la cabeza y caminé moviendo mis caderas, Liam llevaba puesto unos lentes de sol totalmente oscuros, a lo que deduje que era para verse más escalofriante, su rostro serio y observaba a todos con detenimiento.
No se lo que sucedió, pero mi ego subió aún más al ver como todos nos miraban con miedo.

Seguí caminando sin detenerme hasta llegar a la puerta del aula. El profesor Breslin miró asustado y sorprendido a Hunter.

Mi Protector ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora