Capítulo diecinueve: ¿alguien piensa salvarme?

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Desperté en una gran y linda habitación color beige.
Recordé todo lo que había pasado y rápido revise mi cuerpo, aún traía el vestido de la noche pasada. Respiré un poco más calmada, pero esa poca tranquilidad que había tenido en unos segundos se terminó cuando el hombre apareció entrando por la puerta.

-Soy Iván Lawrence- se presentó recargado en la pared y dándome una gran sonrisa.
No respondí el gesto y sólo lo miré asustada, pegando mi cuerpo hacia el respaldo de la cama- ¿Acaso eres muda?
Se burló de mi.

-No, no lo soy- respondí molesta mirándolo con un gran odio.

-La señorita Stone a hablado- se rió y sacó un cigarro para empezar a fumarlo frente a mi.
Ese acto me recordó todas las ocasiones en que Hunter me lo apagaba o regañaba, miré hacia el suelo triste.

-¿Qué piensa hacer conmigo?- pregunté tratando de hablar lo más confiada que podía en esas circunstancias.
Su mirada repasó todo mi cuerpo y al final se posó en mis ojos.

-Por ahora nada- me confundí- pero llegando a mi mansión... Tengo grandes proyectos para ti Megan.
Dicho eso salió de la habitación y me quede sola.

-Tu ropa está en el armario, cámbiate que hoy viajaremos.
Regresó a la habitación para decirme eso y se volvió a retirar.
No tuve otra opción que ir a buscar la ropa y entrar a la ducha.

Le abrí a la regadera y entré a la tina, en vez de comenzar a enjabonarme me senté pegando mi espalda hacia la pared fría y comencé a llorar.
¿Por qué nadie intentaba salvarme? Sabía que si Hunter estuviera vivo él ya hubiera echo todo lo posible para verme sacado de ese infierno.
Liam había muerto por que escuché una conversación de los hombres que me raptaron. Lloré aún más al saber que él dio su vida para tratar de salvarme, aunque ese era su trabajo, pero tenía la certeza que cualquier otro guardaespaldas no lo hubiera echo.
Murió y no sirvió de nada, me iba a ir a otro lado, tal vez otro país y nadie jamás podría encontrarme, quien sabe que vida me esperaría al tomar ese viaje.

Tomé un gran suspiro y abrí los ojos.
Tocaron las puerta y no respondí.

-Megan no te has suicidado ¿cierto?- dijo Lawrence riendo.

-No, no lo e echo.
Escuché unos pasos alejarse y seguí llorando, duré al menos una hora sentada, hasta que me decidí bañarme correctamente.
Al quitar todo el maquillaje de mi cuerpo pude apreciar todos los hematomas que tenía al igual que rasguños.
Salí de la tina y comencé a ponerme la ropa que había elegido, al terminar de hacerlo me vi en el espejo. Mis ojos se encontraban rojos eh hinchados y tenía uno o dos rasguños en la cara por la culpa de Isabelle.
La persona que tenía frente al espejo no era yo, no se parecía a mi en nada. Era un cuerpo sin vida, sin esperanzas de que me rescatarán, ellas habían muerto junto con la verdadera Megan.

Salí del baño y me senté en la cama para observar el gran cielo despejado por la ventana que había al lado izquierdo de la cama.

Duré algunas horas ahí, sola, hasta que Lawrence volvió a entrar a la habitación.

-Señorita Stone es hora de irse- me señaló la puerta de la recámara.

-No iré a ningún lado con usted...

-No hagas esto más difícil ¿si?- vio que yo no accedía a ir con él y se empezó a molestar- Te daré dos opciones; Vas caminando por tu voluntad conmigo hasta el Jet privado o te obligó a ir.

Su mirada ya no fue amable, sino cruel.
Accedí a ir con él.
Salimos de un lujoso hotel y afuera ya nos esperaba un hermoso carro deportivo gris.

Miraba por la ventana reteniendo mis lágrimas, hasta que salimos de la ciudad y no pude más, comencé a llorar en silencio, el hombre no me dijo nada ya que iba centrado en su celular y el chofer sólo me miraba con tristeza, teniendo ganas de ayudar, pero tristemente no había forma de hacerlo.

El automóvil se detuvo en un lugar que estaba todo vacío, el piso estaba cubierto de cemento y se extendía por unos largos metros, vi el avión cerca de nosotros y quise matarme en ese instante.
Unos señores vestidos muy elegantes caminaron hacia nosotros y nos ayudaron a bajar, seguimos caminando hacia el avión en compañía de ellos. Mi estómago estaba revuelto de los nervios y estaba temblando.

-En cuanto subas a ese avión...

-¡Levanten las manos y dejen sus armas en el suelo!- gritaron a lo lejos.
Me giré hacia atrás lo más más rápido posible y vi a muchas patrullas estacionadas, un helicóptero volaba no muy alto de nosotros y mi padre y hermano estaban a un lado de un policía que apuntaba hacia nosotros.
Lawrence me cogió del cuello, sacó una pistola de su pantalón y la apuntó a mi cabeza, todos los que trabajan para él apuntaban a los policías.

-¡Si llegan a acercarse ella muere!- gritó para que todos lo escucharán, yo trataba de soltarme de su agarré y cada vez que me movía él iba asfixiándome con rudeza.

Mi Protector ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora