Capítulo doce: algunas respuestas

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Siguieron los días como si nada hubiera sucedido, volví a la escuela el Lunes con un rostro de sufrimiento haciendo que todos me observarán con lastima provocando que quisiera matarlos ahí mismo. Que la gente tuviera lástima por lo que pasaba era lo peor de todo, por eso mismo nunca me gustaba demostrar nada o contar mi vida privada a las personas, ya que sucedía eso.

Le habían ordenado a Liam que siempre se tenía que permanecer dentro en la habitación conmigo (menos privacidad para mí), así que en unos de esos días aproveché para tratar de investigar más acerca de Chad y él. Tenía tantas preguntas que hacer y que por primera vez en la vida tenía vergüenzas en hacerlas.

—Hunter—dije su apellido atrapando su atención—¿Puedo hacerte una pregunta?

Pensé que en cuanto él escuchara mi voz sabría lo que iba a decirle y trataría de hacer todo lo posible para que olvidara el asunto. Eso era lo que sucedía en mi familia y estaba tan acostumbrada a ello.

—Sabía que llegaría el momento en que lo preguntaría, dígame su duda—mencionó caminando hasta llegar a mi lado, se quedó de pie observando, esperando la pregunta que el conocía a la perfección.
Guardé silencio por la sorpresa de que haya aceptado sin dudar, lo miré pensando que decirle.

—¿Por qué Ashley no sabía que tú y ella son primos? Ella recuerda a Chad, dice que jugaba con él cuando era pequeña, pero nunca mencionó a ningún Liam—dije curiosa, sentándome en la orilla de la cama para escuchara con atención su respuesta. Él pensó todo antes de hablar.

—Ashley tenía nueve años cuando me fui de la familia—explicó—, no entiendo muy bien cómo es posible que no me recuerde, pero tal vez es que tiraron todas las fotos donde yo salía para olvidarme y de esa manera ella en verdad lo hizo, pero no por completo.

—Se que no es de mi incumbencia...—iba a preguntar que sucedió con su familia, pero me detuve, sentí que era meterme demasiado en su vida privada.

—Haz la pregunta, se todo acerca de ti y tú no sabes nada de la persona que te cuida—habló tratando de sonreír, se acercó más a donde me encontraba, sin alejarse mucho de la puerta.

Tomé aire.

—¿Qué sucedió entre tú y tu familia?

—Chad tenía quince años cuando todo pasó—hizo una pausa— , se suponía que él iba a llevar a mi mamá a un compromiso que tenía en la noche a causa de que yo estaba fuera de la ciudad estudiando, pero Chad había tomado demasiado y aún así decidió llevarla donde tenía que ir. Él iba manejando demasiado rápido (sin importarle ninguna señal) aunque mi mamá le decía que parara, que tomaría un taxi para que él volviera a casa y que ella tuviera que ir a su compromiso, pero Chad no hacía caso, solo decía que él la llevaría que ya era responsable y que podía hacerlo.

«Mamá cansada de que no obedeciera sus órdenes y demasiado asustada por la seguridad de ambos empezó a gritarle que detuviera el auto de un vez haciendo que Chad se molestara gritándole que nunca le confiaban nada, que ya era una persona responsable y que podía hacerlo, logrando que perdiera el control del auto y se fuera a chocar contra un poste de luz, este cayó arriba del auto y provocó que ambos quedarán inconscientes.
A Chad no le pasó nada más que golpes y algunos huesos rotos, pero en cambio mamá quedo en coma por casi todo un año, provocando que le tomará un gran odio a mi hermano por ser el causante de eso, en cuanto despertó empezó a preguntar por Chad asustada y traté de calmarla, diciéndole que todo estaba bien, todos hicimos lo mismo, pero ella sólo quería ver a su hijo. Ese mismo día llegó él a ver nuestra mamá destruida, lo seguía odiando y me molestaba tanto que ella solo se preocupara por la persona que le causó eso.
Cuando se recuperó volvió a la casa, yo trataba demasiado mal a Chad, le deseaba que le pasara algo igual y a mi madre no le agradaba eso, haciendo que existieran grandes peleas con toda la familia, ya que apoyaban a mi mamá.
Me harté de escuchar como me criticaba toda la familia y al saber que a mi hermano no le habían hecho nada por lo que causó, la última pelea fue la que hizo que me fuera de mi casa, gritándoles a todos que olvidaran que había alguien en la familia llamado Liam Hunter.»

Cuando terminó de contar todo aquello las lágrimas ya se estaba resbalando por sus mejillas, mientras que trataba de quitárselas con la mano sin atreverse a mirarme.

—Lamento tanto lo que sucedió—hablé con toda la sinceridad posible.

—No hay problema eso sucedió hace diez años—murmuró volviendo a poner su compostura.

• • • •

La noche cayó haciendo que quedara sola en mi recámara, con la tristeza apoderándose de mi cuerpo.

Una lágrima cayo de mis ojos y seguí mirando al oscuro jardín, esperanzada a mirar algo que irradiará luz, pero nada apareció.

Me senté en la cama captando la atención de Hunter que me miraba con curiosidad y tratando de averiguar que era lo que cruzaba por mi cabeza en esos momentos.

—¿Puedo ir al jardín?—pedí con cara de súplica. Necesitaba salir y tomar aire fresco.

—No, lo lamento, pero es muy peligroso—explicó mirándome con tristeza.

—Por favor Liam.—por primera vez lo había llamado por su nombre haciendo que se sorprendiera—Necesito aire natural, sentirlo en mi cuerpo y sentarme en el césped escuchando los grillos cantar...

No pude terminar de hablar cuando él comenzó a caminar, lo seguí con felicidad al saber que había logrado convencerlo.
En cuanto llegamos a la gran puerta que indicaba mi libertad apareció una pequeñísima sonrisa, Liam sacó de su bolsillo las llaves, se acercó a un pequeño aparato pegado a la pared y escribió la clave, por último insertó una llave al pequeño espacio que tenía la puerta y sentí el frío aire de la noche en todo mi cuerpo.

Me quite los zapatos para poder sentir el pasto mejor, caminé hacia la fuente y me senté abajo de ella, no caía agua desde el día que sucedió el incidente en la fiesta, era algo triste porque escuchar el agua caer lograba tranquilizarme.
Liam estaba parado a un lado mío, muy atentó y un poco asustado a lo que podía suceder.

—Estoy segura que no pasara nada—dije levantando la mirada para observarlo.

—¿Por qué lo dice?—preguntó curioso acercándose aún más a mí.

—Te veo asustado, pero todo está bien. Dudo que vuelvan a entrar, después de que lo hayan hecho hace poco, cuando lo hagan será después, esperarán el momento adecuado y este no lo es.

Liam me miraba sorprendido por mis palabras, le indiqué con mi cabeza que se sentara a mí lado y lo hizo sin decir alguna palabra.

—Gracias por todo—hablé mirando las estrellas— y disculpa por todo lo que te e hecho pasar, pero espero que puedas llamarme Megan, Liam.

Mi Protector ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora