Capítulo veintitres: lo que sucede después.

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Iván se acercó a mi y comenzó a quitarme toda la ropa que traía puesta, mientras que lloraba y gritaba tratando de que me soltara, pero era algo complicado sabiendo que él era mucho más fuerte que yo. Me besó los labios de una manera brusca, mientras que trataba de quitarse su propia ropa y que mis golpes no lo lastimarán.
Mis uñas se encontraban largas y a causa de eso logré hacerle un fuerte rasguño en el rostro, lo que hizo que se pusiera furioso y me lanzó al suelo dándome patadas en todas las partes de mi cuerpo y gritándome insultos, cada vez iba bajando el volumen de mi voz al pedir ayuda ya que los golpes eran más intensos, cuando logré quedarme completamente en silencio el se vistió y salió de la habitación, dejándome desnuda, en el suelo y llorando.

-¡Megan! ¡Deja de llorar! ¡Reacciona!- Me gritaban, era una voz que provocaba escalofríos por todo mi cuerpo y lo único que lograba era hacerme llorar y gritar con más intensidad.

Mi cuerpo se movía de un lugar a otro y tiraba golpes al aire, tratando de protegerme de cualquier persona que quisiera hacerme daño.
No veía nada, todo estaba completamente oscuro, pero la voz no se iba, seguía gritando mi nombre una y otra vez.

La luz volvió, me encontraba en la misma bodega donde Isabelle me había golpeado incontables veces. Mi cuerpo solo traía un delicado vestido color perla que ya estaba cubierto de tierra y un poco de sangre, mis brazos rasguñados y llenos de hematomas al igual que mis piernas y rostro.
No podía moverme, sentía como si estuviera atada de pies a cabeza, no lograba hacer nada, ni si quiera abrir mi boca un poco.

La habitación se encontraba vacía y yo en medio de ella, con un gran temor en todo mi cuerpo, estaba paralizada al sentir aquello, trataba de saber quien o que hacia que me comportara de aquella manera, pero no había nadie.
La puerta de la grande bodega se abrió y mostró a un hombre alto y demasiado musculoso, no veía su rostro porque lo traía cubierto con algo negro, traté de moverme y escapar de ahí, pero era como si estuviera pegada al suelo, el hombre caminaba hacia mi con paso lento y decidido, al llegar a mi lado y con un rápido movimiento me golpeó la cabeza con un gran tubo de metal e hizo que todo mi cuerpo se liberara de lo que me tenía sujeta, con un fuerte ruido caí al suelo desmayada, la sangre que salía de mi cráneo era demasiada.
Me miré a mi misma de esa manera miserable y débil, donde lentamente iba muriendo sin que nadie se diera cuenta ya que había vuelto a quedar sola.

-¡Megan! ¡Despierta!- Alguien gritó, se escuchaba a lo lejos, por esa razón no hacia caso a los llamados, sólo me miraba desmayada.

Era como si ahora sólo fuera un espíritu y tomé el pulso de mi cuerpo, pero ya no lo tenía, había muerto por derramar tanta sangre, sangre que estaba en el suelo formando un gran círculo a mi alrededor sin llegar a tocar una parte del cuerpo, no sabía que hacer ante eso, existía felicidad al saber que había muerto y ya nada me lastimaría, pero también había un poco de tristeza al darme cuenta de que no volvería a ver a nadie más en mi vida.

Los gritos que decían mi nombre no se habían ido, pero cada vez los escuchaba con más intensidad, volteaba a todos lados buscando al responsable de eso y no existía respuesta.

-¡Megan!

Mis ojos se abrieron abruptamente y miré hacia todos los lados, estaba mi padre, mi hermano y Liam sentados a mi lado con el rostro lleno de preocupación. Parpadeé un par de veces, sentí mi boca seca y algo pegajoso en mi rostro.

Al sentarme en mi cama abracé a los tres y ellos me devolvieron el abrazo, aún confundidos y asustados.

-Megan nos asustaste mucho, no dejabas de llorar y gritar pidiendo ayuda, que te salváramos, te movías de un lugar a otro y dabas golpes y aunque nosotros te gritábamos diciendo que despertaras o sólo gritando tu nombre no lograbas reaccionar- dijo mi padre alterado dándome un vaso de agua fría.
La bebí toda.

-Los escuché y también me vi muerta a mi misma- dije cuando estaba tranquila.

-¿Por qué? ¿Qué estabas soñando?- preguntó mi hermano que seguía con un poco de preocupación.

-No quiero volver a hablar de eso ¿si? Quiero olvidar todo lo que sucedió- respondí, él afirmó con la cabeza y me dio un gran abrazo derramando pequeñas lágrimas en mi hombro.

-No vuelvas a asustarme así Megan- susurró y afirmé con la cabeza.

-¿Puedo dormir contigo?- pedí a a Chris cuando nos dejamos de abrazar- Como cuando éramos pequeños.

Accedió y en compañía de mi padre y Liam caminamos hacia la habitación de mi hermano, nos despedimos de mi papá dándole buenas noches y él se retiró a dormir.

Fui la última en entrar y antes de cerrar la puerta mis ojos toparon con los de Liam Hunter, le di mi más grande y sincera sonrisa a lo cual él correspondió de la misma manera, cerré la puerta despacio, sin despegar mi mirada de la suya y, después sólo pude ver la oscura gran puerta.

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Sólo dos capítulos más y la novela llegará al final :(

-Sujey-

Mi Protector ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora