Capítulo tres: odiar es poco

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Seguía caminando por los pasillos, tratando de ignorar todas esas conversaciones que azotaban mis oídos sin detenerse, me gustaba ser el centro de atención, pero no de esta manera y menos por Hunter, él era el que estaba provocando eso, esa era una de las razones por la cuales no quería tener a ningún guardaespaldas, estaba segura que los periodistas estaban fuera de la escuela para ver si era cierto que tenía un salvaguardia. Con solo pensar eso me frustró aún más.

Caminé frente a la puerta principal del colegio y no me equivoqué, estaba lleno de ellos, solo me cubrí el rostro y avancé con rapidez para alejarme de la vista de todas esas personas, me habían reconocido, estaba segura.

—Esa era una de las razones por la cual no quería que nadie me siguiera— dije a mi amiga y en respuesta ella solo subió los hombros, tratando de comprenderme.

Ashley era rica y famosa gracias a que su madre era una de las mejores modistas de todo Latinoamérica y su padre dueño de los más lujosos y caros hoteles, pero ella no sabía lo que era ser la hija del presidente. Cero privacidad hacia todos lados y no solo por los protectores, sino por los periodistas que te siguen a cualquier lugar, siempre deseaba ser una chica normal, como lo era antes.

—No puede ser su novio es demasiado apuesto para ella— escuchar a una chica decir aquello hizo que la poca paciencia que tenía se esfumara.

—¿Disculpa?— pregunté girándome hacia ella— Él solo sería demasiado apuesto para ti, por qué a mí no me llega ni a los talones querida— sonreí victoriosa al ver su rostro.

Los alumnos que se encontraban ahí comenzaron a burlarse de la chica que deje avergonzada frente a casi toda la escuela.

—Señorita Stone...

—Cállate— ordené furiosa. Volví a girarme para seguir caminando con mi amiga a mi lado, sorprendida de que no haya gritado.

—Creo que la que no le llega a los talones eres tú Megan.
Mis pies dejaron de caminar al escuchar que alguien dijo aquello, me volteé con lentitud para ver hacia todos los estudiantes que se miraban entre sí para ver quien había dicho aquello.

—¿Quién dijo eso?— dije tratando de sonreír, pero se convirtió en una gran mueca— ¡Vamos díganme quien fue el que lo dijo! ¡Si fue valiente para decirlo que ahora me lo diga en mi cara!— grité alterada y observando a todos con cuidado— ¡¿Quién lo dijo?!

—Megan vámonos— pidió Ashley tratando de llevarme a mi siguiente clase.

—Megan, tú no le llegas a los talones a él, solo míralo— La observé y ella estaba sonriendo con satisfacción.
Emma Collins la chica que odiaba desde que entré al instituto, la que siempre quería copiarme en todo, Emma siempre trataba de hacer que reprobara en clases o dejarme en ridículo, nunca lograba hacerlo, pero este día quería intentarlo y sabía que estaba pensando que iba a ganar, no se lo permitiría.

—Sabes qué acabas de cometer un error ¿cierto?— Me burlé— Veamos, dices que él es mucho para mí, pero vayámonos al pasado— su rostro cambio a asustado—bCuando tenias novio, dime ¿por qué te dejaron? Por qué supieron que yo era mucho mejor que tú, no los acepté, no quería tus desechos. Recordemos a uno en especial... Evan Collen ¿si te acuerdas de él?— vi que estaba arrepentida de verme ofendido frente a todos, pero no guardaría silencio hasta avergonzarla por completo— El chico que tú amabas con todo tu corazón, te abandonó al igual que los demás y fue a perseguirme a mi, aunque sabias que ya no te amaba seguías rogándole y al final como tampoco lo acepté se fue con la más fea de tu clase. Emma aquí la única que no le llega a los talones a nadie que se encuentra en este lugar y en cualquier otro, eres tú, así que para otra ocasión ahorra tus comentarios.

Vi en sus ojos lágrimas que querían escapar, pero las detuvo, yo me di la vuelta para seguir caminando, ignorándola, cuando sentí un gran golpe en mi cráneo, todo mi cuerpo se volvió pesado al igual que mis párpados y escuché un fuerte golpe en el suelo ya que mi cuerpo había caído.

• • • • •

Comencé a parpadear con lentitud y cuando logré abrir mis ojos volví a cerrarlos rápidamente ya que la fuerte luz que había en la habitación me molestaba y hacía que mi cabeza me doliera aún más fuerte.

—Ya esta despertando— escuché la voz de mi amiga a lo lejos.

Volví a abrir los ojos con cuidado y lo primero que vi fue el rostro de Ashley que miraba el mío muy de cerca.

—Quítate— pedí en un susurro.

Obedeció, giré mi cabeza y vi a Liam sentado en una silla cerca de la camilla que era en donde me encontraba, lo miré confundida pidiendo una explicación.
No entendía lo que había pasado, tardé en reconocer el lugar; estaba en un hospital, sin saber qué fue lo que me pasó.

—Cuando insultaste a la chica y te volteaste ella te cogió del cabello para tirarte en el suelo, tu cabeza rebotó y comenzó a salirte sangre, tuvieron que traerte aquí y te pusieron puntos en el cráneo— explicó lo más breve posible, toqué mi cabeza y era cierto lo que dijo, con solo tocar un poco me dolió.
En cuanto viera a Emma la mataría, sin duda alguna.

—No vas a matar a Emma— leyó mis pensamientos mi amiga— Creó que la van a expulsar por lo que te hizo.

Sonreí, no la iba a volver a ver.

Con ayuda de Hunter me senté en la camilla y no tardaron mucho para que me trajeran comida, la miré con asco cuando se fue la enfermera, odiaba la comida del hospital.
Sin tener otra opción probé la sopa de fideos, no me supo tan mal, así que tuve que terminarla para reponer mis fuerzas y poder salir de ahí.

—¿Y mis padres?

—No pudieron venir— Ashley me miró con tristeza— Estaban muy ocupados, solo llamaron para ver cómo te encontrabas.

El teléfono de la habitación comenzó a sonar, mi amiga vio el número y supo que eran mis papás, me miró preguntándome si respondía a lo cual negué con la cabeza.
Si querían saber cómo me sentía tenían que venir a verme.

Al anochecer y cuando revisaron que me encontraba lista para irme me dieron de alta, salí alegre de la habitación en donde me habían tenido y caminamos hacia la salida en donde me esperaba el auto, al abrir la puerta de atrás y subir Daniel me sonrió, le correspondí el gesto y arrancó el automóvil para llevarme a mi casa.

Ignoré a todos, solo poniendo atención hacia afuera, la oscuridad gobernaba esa noche, algunas luces no servían en el camino y eso hacía que fuéramos más lento, mis párpados me pesaban cada vez más y sin más los deje caer al igual que mi cabeza que estaba recargada en la ventana.

Llegué a mi casa, Hunter me despertó avisando que habíamos pasado a dejar a Ashley en su casa, al entrar por la puerta nadie se percató de mi llegada, mi padre se encontraba en una gran reunión con el presidente de E.U.A y mi madre estaba arreglando las cosas del baile que se iba a hacer en algunos días.

Subí a mi habitación aún con un poco dolor de cabeza y con cansancio ya que la noche anterior no había podido conciliar el sueño muy bien a causa de la noticia que me dieron mis padres.
Caminé arrastrando mis pies hasta llegar a mi recámara y al hacerlo me dirigí a un cajón para sacar la caja de cigarros que tenía muy bien escondida para que de esa manera no la encontraran cuando limpiaban, al encontrarla salí al balcón para no dejar el olor de cigarro y que pudieran sospechar, comencé a escuchar el sonido de algunos pájaros cantando, el aire llegaba a mi rostro provocando mover mi cabellera rubia de lugar, eso me tranquilizaba.
Terminé el cigarro y volví a adentrarme a mi habitación para ponerme el pijama, cuando lo hice alguien tocó la puerta, ignoré aquel sonido, sabía que era Liam, siempre estaba molestando.

Volvieron a tocar la puerta durante algunos segundos y ya cansada caminé a abrirla enojada y gritarle al chico que dejara de molestar.
Puse mi mano en la manija y la giré.

Mi Protector ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora