[Jungkook]
A veces creo realmente que la vida me odia. Que me guarda rencor porque insulté a su progenitora en una vida pasada y ahora la toma conmigo, poniéndome situaciones a cada cual peor, como en la que me encontraba en este momento.
- ¿Cuántos ejercicios terminaste? -preguntó inquisitivamente la profesora, metiendo sus narices en mis apuntes al tiempo que se ajustaba sus enormes gafas de pasta. Incluso su voz me resultaba repelente, haciendo total juego con su aspecto.
- Uno y med-
- ¡¿Solo uno en todo este tiempo?!
- Y medio... -terminé mi frase susurrando entre diente, haciendo oídos sordos a las risas que inundaron la clase.
Lo mejor de todo es que esta situación no se estaba dando con mis compañeros, de hecho ni siquiera era mi curso. En ese momento debería estar de camino a casa, disfrutando de las dos horas libres que habíamos recibido todos los de mi año, pero gracias a la estupenda profesora de Literatura y su amor hacia mi persona, me encontraba terminando los ejercicios que no había hecho durante su clase.
¡Nadie había hecho una maldita mierda en toda la hora y solo la tomó conmigo! Y gracias a mi boca y la poca capacidad para mantenerse cerrada, conseguí que me castigara quedándome con ella en su siguiente clase para terminar todo lo que ni siquiera empecé.
Pero lo mejor de todo no era eso, lo mejor fue que la clase siguiente que le correspondía era la de Jimin y Tae. ¡LA MALDITA CLASE DE JIMIN!
Y por ese motivo no podía terminar siquiera medio ejercicio en la media hora que llevábamos. Yo me encontraba en un pupitre alejado junto a la pizarra, intentando ignorar las constantes notitas que me lanzaba Tae con extraños dibujos plasmados en ellas y las miradas de soslayo que me mandaba Jimin cada dos segundos, probablemente para disfrutar de cómo yo me sonrojaba y apartaba inmediatamente la vista.
- Jeon Jungkook, tendremos un problema si sigues con esas - Genial, la que faltaba. Ni siquiera la miré, fingiendo no haberme percatado de su chirriante voz. - ¿Me has escuchado?
- La he escuchado -respondí sin interés, haciendo círculos sin sentido sobre el papel a medio rellenar. Odiaba con toda mi alma a esa profesora, y el sentimiento parecía ser mutuo, pues únicamente se limitó a soltar un bufido y proseguir con su clase.
Yo me dispuse a terminar los malditos ejercicios de una vez, pero un pequeño temblor en mis pantalones me distrajo antes de que siquiera pudiera agarrar el lápiz. Saqué mi bolsillo del pantalón y abrí el mensaje que acababa de recibir.
<<Así que mi acosador resulta ser un niño rebelde...>>
<< ¡Te he dicho que dejes de llamarme así, mierda!>>
<< Y al parecer con una boquita muy sucia 😏>>
Levanté la vista y me encontré con su burlona sonrisa dedicada única y especialmente a mi persona. Definitivamente era mucho mejor observarle desde las sombras, allí donde mis expresiones de adolescente hormonado con risa de foca quedasen ocultas. Por desgracia Jimin podía ver perfectamente la cara de bobo que se me quedaba cada vez que nuestras miradas conectaban, y le divertía enormemente.
<< ¿Quieres salir? >>
<< ¿Salir? ¿De clase dices? >>
<< Claro>>
<< ¿En qué otra cosa pensaste?>>
<< En nada>>