[Jimin]
Era la tercera vez que rechazaba a SooJung en lo que llevábamos de semana, y cabe añadir que tan solo estábamos a Martes. Después de varios meses saliendo, ya me había cogido más confianza, y gracias a ello podía entrever su personalidad.
¿Delicada? ¿Inocente? ¿Una niña buena y mimada? ¡Para nada! No es que me desagradase haber descubierto que tenía un carácter más fuerte de lo esperado, pues en el fondo me seguía atrayendo lo mismo que el otro, es decir, nada. Lo que ocurría es que ahora se pegaba a mí, y para mi desgracia estaba decidida a dar el siguiente paso. Conmigo.
"Déjala"
Cierto, podría dejarla. Podría terminar esa farsa y tirarme a la persona que realmente me volvía loco. Podría terminar el único lazo que me ataba a mí, cada vez más inexistente, heterosexualidad y decepcionar a mis padres. Podría aceptar que existe la posibilidad de que me atraiga un chico y con ello cavar mi propia tumba.
"Tus amigos no te juzgarían"
No, ellos no lo harían, de eso estoy seguro. Pero sí me ganaría el completo rechazo de mi familia, y puedo que hasta el mío propio. Incluso ahora me costaba aceptar mi atracción hacia el pelinegro, solo con pensarlo me cabreaba conmigo mismo.
Pero lo peor de todo no era que me gustara su cuerpo, que todas las noches deseara ir a su habitación y probarle entero. Lo peor de todo es que había comenzado desarrollar un interés por él en cosas ajenas al sexo, indicación de que podría estar comenzando a gustarme.
Definitivamente debía alejarme del mocoso, pero por desgracia no podía. Simplemente no podía.
Y por ese motivo me encontraba andando ahora en dirección a su clase. Porque le necesitaba. Necesitaba vero, tocarlo, besarle, sencillamente necesitaba estar con él. Y esa necesidad no hizo más que aumentar cuando le divisé sentado en su silla, recostado sobre la mesa con los cascos de música puestos y los ojos cerrados.
- Buenos días Kookie~ – susurré junto a su oído derecho tras quitarle delicadamente el casco que antes cubría ese hueco. Él se incorporó de inmediato, mirando a ambos lados con desconcierto antes de girarse hacia mí, momento en el que entreabrió sus labios y balbuceó una especie de saludo mientras sus mejillas se teñían de rosa. Era adorable. – ¿Me acompañas al baño?
- Pe-pero va a empezar la clase... –murmuró con preocupación. Si intentaba alejarme de esa forma, lo único que conseguía era aumentar más mis ganas.
- Si vienes ahora podrás pedirme una cosa y yo no me negaré. –susurré más animado que de costumbre, ni siquiera molestándome en controlar nuestro alrededor en busca de algún cotilla que pudiera sospechar de nosotros.
Mordió su labio con inseguridad, probablemente planteándose mi oferta o haciéndose el difícil, pues yo sabía de sobra que no se negaría. Jungkook jamás me negaría nada, y aunque sonara cruel, me aliviaba enormemente saber que no se iría a menos que yo se lo pidiera, y por ahora, dejar de verle no entraba en mis planes. Finalmente miró a nuestras espaldas y luego se acercó a mi oído con cautela.
- ¿Lo que yo quiera? –preguntó tímidamente.
- Lo que tú quieras.
Sonreí de medio lado y no me hizo falta una respuesta suya para saber que aceptaría. Eché a andar en dirección a los baños, cruzando la puerta de su clase exactamente cuando sonó el timbre del comienzo de la hora. Una vez llegamos, sostuve la puerta para que Jungkook entrara y seguidamente eché un vistazo al desierto pasillo, por el cual se acercaba desde lejos un profesor. Entró a la clase de Jungkook y tras verle desaparecer, sonreí satisfecho de que no nos hubiera pillado.