[Jungkook]
Mis padres habían salido a una cena y volverían de madrugada, por eso no hubo problema en que Eunwoo se quedara a dormir esa noche, aunque probablemente tampoco lo habría si estuvieran presentes, pues mis progenitores se llevaban y amaban a mi novio más incluso que yo mismo.
Aunque quizás eso no era difícil.
Después de la escena con Jimin me volví un poco más distante a Eunwoo. Yo sabía que me quería, que lo hacía para protegerme, pero algo dentro de mí me decía que ambos estábamos equivocados, él respecto a Jimin y yo por hacerle caso, por dejarle hablar desde mi persona.
"Ojalá no le hubiera echado"
Eso era lo que pensaba constantemente, imaginando que sería lo que quería decirme, aquellas palabras que le hicieron venir a mi casa a buscarme solo para confesarlas. No podía evitar imaginarme mil tipos de declaraciones diferentes y sonreír con ellas, para seguidamente tener ganas de llorar al recordar que yo me deshice de cualquier mínima posibilidad de que sucedieran.
- ¿Jungkook? –levanté la cabeza de inmediato hacia esa voz que tanto resonaba estos últimos días. –Están llamando a la puerta.
- ¿E-eh?
- ¿Quieres que abra yo?
Negué al instante que un timbrazo volvió a resonar en la casa, tan alto que me sorprendió no haberlo escuchado antes. Me levanté del sofá, quitando el brazo de Eunwoo que se encontraba rodeándome por los hombros, y me dirigí a la puerta, curioso por quien podría ser a estas horas.
Al abrirla todo cobró sentido, topándome con el alien que tenía por mejor amigo con los ojos pegados a la pantalla de su móvil y el dedo sobre el botón del timbre, dispuesto a volverlo a pulsar al no percatarse de que yo ya había abierto la puerta.
- ¡Eh, tú! –Le di un leve golpe en la nuca, sonriendo al ver como se puso a mirar a su alrededor con desconcierto, terminando por encontrarse conmigo y mostrarme una sonrisa de alivio.
- ¡Jungkookie, arréglate que hoy tenemos fiesta!
- ¿Eh? ¿Qué dices?
- Eso, que nos vamos de fiesta.
- Venga, buenas noches Tae –declaré mientras comenzaba a cerrar la puerta, pensando en que clase de drogas podría haber tomado mi amigo o si venía así de fábrica. Por desgracia el muy listillo colocó el pie en medio de la puerta antes de que pudiera cerrarla, soltando un pequeño gritito de dolor cuando se lo pillé. – ¿Qué haces idiota? Te podía haber hecho daño.
- Más daño me haces aquí cerrándome la puerta en la cara, a mí, a tu mejor amigo del alma –respondió rencoroso mientras se señalaba el corazón, exagerando el dolor en una graciosa mueca que consiguió sacarme una sonrisa.
- Ahora, en serio –volví a abrir la puerta y me apoyé en el marco, rezando para que lo anterior fuese una broma y el castaño estuviera aquí por otro motivo, algo como que fue a comprar dulces y se acordó de mí. – ¿Qué ocurre?
- Ya te lo he dicho, tenemos la fiesta de despedida de Jimin en una hora.
- ¿Cómo fiesta? –pregunté atónito, desconcertándome tanto el nombre como el tipo de fiesta que acababa de escuchar. – ¿Despedida por qué?
- Porque este es su último fin de semana aquí. El lunes se va al internado. –respondió entre risas, como si todo esto fuera una broma, pero al ver que no me reía se detuvo en seco, mirándome sorprendido. – ¿De verdad no lo sabías?
- Pues no.
- ¿No te lo dijo?
- N-no nos hablamos mucho últimamente. De hecho directamente no hablamos.