[Jimin]
Me seguía mirando de reojo en silencio, en toda la tarde no había dicho ninguna sola palabra y eso era lo que más me frustraba, que dejase tan obvio el que me estaba juzgando. Hoseok no era lo que se dice, una persona disimulada. Finalmente suspiré y me incorporé en el sofá.
- Di lo que tengas que decir de una vez.
Él me miró, fingiendo sorpresa, pero no se movió. Siguió con el cuerpo tirado en el sofá y una de sus manos sujetando la lata de cerveza.
- No tengo nada que decir.
- Pues entonces deja de mirarme de una jodida vez.
- Estoy viendo la tele, idiota.
- Estás deseando echarme en cara lo de SooJung.
Siguió quieto a excepción de su agarre a la lata, el cual se intensificó. Pasaron tantos segundos que realmente creí que iba a permanecer con la boca cerrada, pero en el último momento se incorporó, sentándose correctamente frente a mí y devolviéndome la mirada.
- ¿Por qué ahora? – parecía tan desconcertado que ya me imaginé lo mucho que iba a costarme hacerle entrar en razón. No era tan difícil comprender que me hubiera echado una novia. – Llevas sin salir con alguien casi un año y de repente sales con la tipa esa.
- Me gusta y punto, no sé qué problema le ves.
- ¿Te gusta? ¿En serio? –asentí apartando la vista, tumbándome de nuevo y sorbiendo de la cerveza que reposaba en mis manos. SooJung me gustaba. Era bonita y con buen cuerpo, además de educada y con una personalidad fácil de sobrellevar; un buen partido, como diría mi padre. – Sigo sin entender porque después de haberla rechazado tantas veces, decides aceptar ahora.
- Porque quise.
"Porque estaba confundiéndome demasiado. Porque estoy hecho un lío y necesitaba aclarar mis dudas. Porque necesitaba demostrarme a mí mismo que no tengo atracción por otro género que no sea el femenino."
- Jungkook está hecho polvo.
"No le nombres a él ahora"
- ¿Y qué tiene que ver conmigo?
- Tú le gustas, Jimin.
- ¿Y? –me encogí de hombros, dando otro trago a la cerveza. Hoseok cada vez tenía el ceño más fruncido, mostrando una clara desaprobación. –Le gusto a la mitad de la escuela y eso nunca me ha detenido en nada.
- A Jungkook le gustas mucho.
- A Soojung también le gusto mucho –respondí con indiferencia.
- Y por eso mismo deberías dejarla y detener este maldito capricho tuyo. La vas a hacer daño.
- ¿Qué insinúas, Hoseok?
- No insinúo nada, solo digo que no te gusta SooJung, y lo sabes de sobra. Por algún motivo has decidido salir precipitadamente con ella, y algo me dice que ese motivo es Jungkook.
- Deja de meter a ese mocoso en la conversación – me quejé fulminándole con la mirada. Cada vez que escuchaba su nombre solo sentía una pinchada de culpabilidad directa al estómago. – No tiene nada que ver con esto.
- Como tú digas –respondió fríamente, girándose de nuevo al programa que estaban echando en la televisión y apartando por completo la conversación, dejando sus palabras clavadas en mi cabeza.
Sabía de sobra que Jungkook estaba sufriendo. Ya no hablábamos por mensaje y cuando le pillaba mirándome, no encontraba esa dulce mirada de adolescente enamorado, en su lugar me topaba con unos ojos tristes y brillantes.
Y dolía.
Dolía verle de tal forma, dolía que hubiera perdido su resplandeciente sonrisa por mi culpa, su hiperactividad y sus alegres comentarios. Dolía no poder escuchar su tímida voz balbuceando palabras sin sentido porque ya apenas abría la boca. Dolía tanto que a veces me preguntaba porqué narices me encontraba haciendo lo que hacía, intentando alejarme de él y aclararme todas las dudas que su persona había creado en mí, pero de inmediato recordaba.
Lo hacía exactamente por ese motivo, porque me dolía. Porque me importaba.