27. "¿Coqueteándome?".

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27. "¿Coqueteándome?".

Me miré al espejo y aun pensaba que llevaba muy poca ropa. El vestido era muy corto y los tacones muy altos. El collar dorado que ponía mi nombre –que Helen había tomado la molestia en regalarme- estaba en mi cuello. Mis pendientes era lo único en su lugar. ¿Qué estaba haciendo de todas formas?

-Te ves guapísima, Mia.

-No me digas eso que terminaré creyéndomelo. –La vi rodar los ojos por el espejo-.

-La verdad te ves muy bien, Mia. –Escuché a Adam detrás de nosotras-. Pero tú... -Miró a Jane-. Muestras mucho. –Frunció el ceño, Jane sonrió-.

-Sabes que no se lo muestro a nadie más que a ti y sabes que me visto así para ti. Y porque el vestido es caro y lo compré para usarlo alguna vez en mi vida... pero más que todo para ti. Así que no te quejes. –Ahora fue Adam quien rodó los ojos-. Y vámonos ya que ya son las siete.

-¡A pasar mi cumpleaños en grande! –Exclamé sarcástica, a lo que Jane me miró mal, yo le sonreí inocentemente-. Ya, ya. Bien. Es mi cumpleaños y la pasaré bien. –Lo dije más por mí que por ella-.

Salimos del apartamento con cuidado de que su perro no se saliera corriendo y luego bajamos al auto de Adam.

°

Luego de bailar por casi una hora, me dolían los pies a muerte, estos no eran mis zapatos preferidos, podía decir. Me acerqué a Jane y le dije al oído que iría a la barra y que si pasaba un minuto más bailando mis piernas no funcionarían y caería al suelo desmayada. Tomó a Adam del brazo y lo jaló hacia ella fundiéndose en un profundo beso. Había tomado ya bastante y era notorio.

Llegué a la barra y me senté en un banquito. Saqué mi móvil de la parte trasera del sostén porque había comenzado a vibrar.

Todo el día esperé su llamado y hasta las –casi- nueve se dignaba a llamarme.

No le contestaría claro. Porque así funciona el cerebro femenino. Quiero que me llame pero no quiero hablar con él. No me entendía ni yo misma. Talvez era por haber tomado, pero no había tomado mucho... o talvez sí.

Estoy muy confundida.

Mi móvil dejó de vibrar y entonces lo puse en la barra. Moví mi vista al otro lado de la barra, atravesando las refrigeradoras y los cocteleros de aquí. Un chico de unos 25 años me veía con una sonrisa. Fruncí el ceño, pensando que lo conocía de algún lugar pero no, no era así. Otro grupo de chicos le empujaron el hombro cuando lo vieron, probablemente sus amigos molestándolo. Bajé la mirada a la mesa y me acomodé en el banquillo donde estaba sentada. Volví a mirar mi móvil porque había vibrado de nuevo, pero esta vez era un mensaje.

Ethan [a las 8:39p.m.]:

Mia... Empezaré por decir que amo tu nombre. Amo pronunciarlo. No me has respondido ninguno de los mensajes que te envío, y no quiero ser muy caprichoso pero en serio te extraño. Al menos sé que los ves.

Espero hayas tenido un feliz cumpleaños. En serio que sí. Oficialmente tienes 24. Y yo sigo con 23. ¿No te parece gracioso? Y eres más pequeña que yo.

En fin... supongo que ya no quieres ni leer mis mensajes. Pero... te extraño Mia, Nick también. Aunque te vea... te extraña aquí.

Espero que no me hayas contestado porque la estás pasando de maravilla.

Resoplé con cansancio. Miré a mi izquierda y tenía al chico que antes estaba al otro lado de la barra, a la par mía. Me puse la mano en el pecho porque me dio un mini infarto.

Papá de Repuesto.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora