Capítulo 8

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            Pocos días más tarde, Belinda fue a visitar a Jaelle y al verla tan alicaída, le propuso ir a dar un paseo para que tomara un poco de aire.

            Esta se hallaba tan decaída porque no dejaba de pensar en Christopher. Lo echaba mucho de menos y le había escrito varios mensajes que él no le había contestado.

            -¿Te pasa algo?- preguntó Belinda sin dejar de mirar al frente. Al ver que no respondía, la miró y sonrió levemente- ¿es por la alianza con los vampiros?

            Jaelle la miró y suspiró apartando la mirada.

            -Eso es una pequeña parte de todo lo que me pasa. Hay algo aún peor que eso.

            -¿Y puedo saber qué es lo que te tiene así?

            La joven dudó un poco hasta que al final decidió confiar en ella a pesar de que no se conocían lo suficiente pero parecía una joven en la que se podía confiar.

            -¿Recuerdas a ese chico que os vio y le dije que erais los hijos de unos amigos de mis padres? Bueno, pues hace poco nos vio a Kyle y a mí hablando y me dijo que nuestra amistad no iba a ningún lado. Lo tenía un poco olvidado pero nunca dejaba de pensar en él, lo que pasa es que Kyle me quema con los entrenamientos. Acabo baldada, si llego a mi habitación es todo un logro para mí.

            -¿Y por qué no le dices a Kyle que se está pasando un poquito?

            -Porque gracias a eso, estoy logrando contener a mi loba.

            -Sí pero tienes una vida que debes seguir, no puedes vivir únicamente con los entrenamientos.

            -Por mucho que se lo diga ahora, eso no va a solucionar lo de Chris. Ya lo perdí.

            En ese momento, ambas se quedaron calladas y miraron al frente donde vieron a Christopher que venía hacia donde ellas estaban.

            Cuando Jaelle lo miró quiso decirle algo pero no se atrevió. Él hizo como si no la hubiese visto y pasó por su lado sin dirigirle la palabra pasando de largo lo que provocó un intenso dolor en la joven. Belinda que se percató de esto, le puso una mano en el hombro en señal de apoyo.

            Una triste lágrima corrió por la mejilla de Jaelle.

            “Lo siento, Jaelle…”

            La joven, que había bajado la mirada, la levantó y se giró para mirar a Christopher pero este no se había detenido en ningún momento.

            -Belinda…

            -¿Qué pasa?

            -¿Lo oíste? ¿Oíste lo que él me dijo?

            -¿Qué? Yo no he oído nada.

            -Pero yo sí lo oí. Me dijo que lo sentía.

            -Nadie ha dicho nada, Jaelle, nadie, a no ser que…

            Belinda meditó durante un momento.

            -¿Qué?- preguntó Jaelle.

            -No, no puede ser… es imposible.

            -Belinda, explícame qué estás pensando.

            -Si dices que lo has oído pero yo no, entonces lo has oído en tu mente, lo que me lleva a pensar en dos opciones: que él es un licántropo, aunque eso es claramente imposible, o que habéis sufrido la imprimación.

Amor a medianocheDonde viven las historias. Descúbrelo ahora