Capítulo 22

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            Jaelle miraba hacia la puerta por la que esperaba ver salir por fin al hombre que retenía a su madre en contra de su voluntad. Su corazón latía frenético a causa del miedo que sentía por si no era capaz de cumplir con su cometido como jefa de manada aunque logró mantener la compostura.

            Entonces, la puerta del pequeño edificio se abrió y apareció ante ella un hombre seguido por otros tantos, secuaces del padre de Yandrack. Este sonrió al verlos.

            -Pero mirad a quién tenemos aquí… si es la pequeña Jaelle que viene a deleitarnos con su presencia. Me alegro mucho de conocerte- dijo Philiph haciendo una reverencia burlona.

            Michelle se adelantó a su nieta.

            -¡Maldito! ¡Te llevaste a mi hija y a mi nieto!- gritó con rabia.

            Dos de los hombres que había allí, entre ellos Arthur la agarraron.

            -Tranquilízate, Michelle, así no conseguiremos nada, deja todo en manos de Jaelle- dijo Arthur.

            Philiph lo miró y sonrió.

            -Vaya, Arthur, cuánto tiempo sin vernos ¿verdad? Te veo más… viejo- dijo riéndose.

            -Bueno, Philiph, el estrago de los años también te ha hecho efecto…- dijo Arthur intentando mantener la calma- aunque no has solucionado tu obsesión por mi mujer ¿verdad?

            -La verdad que me encantó volver a verla, se la ve tan bien, igual a como la recordaba.

            -Pues espero que tus recuerdos sean solo eso porque te vas a pudrir en el infierno.

            Philiph volvió a reírse.

            -Eso ya lo veremos, amigo mío.

            Jaelle se adelantó y caminó hacia el hombre quedando ambos a una pequeña distancia.

            -Aquí estoy y vengo para rescatar a mi madre…- dijo la joven con voz solemne- la propuesta que me hiciste esta noche no la pienso aceptar porque no eres digno de ser un jefe de manada como lo ha sido mi abuela así que o te rindes y me devuelves a mi madre, a mi tía y a mi amiga o esto se convertirá en una guerra en el que uno de los dos no saldrá vivo…

            Philiph enarcó una ceja.

            -Eres osada, pequeña cachorrita, casi tanto como tu madre.

            -Bueno, aprendí de ella.

            Philiph la miró sonriendo.

            -Veo que hay muchas cosas en las que te pareces a tu madre.

            -Es mi madre, no podía ser menos.

            -Claro que sí.

            -Entonces, ¿qué decides? ¿Renuncias o peleas?

            Philiph hizo que meditaba.

            -Renunciar no es lo mío, cachorrita, así que…

            Tras decir esto, el hombre se transformó en un enorme lobo oscuro. Jaelle que lo vio transformarse, cerró los ojos y lo imitó. La ropa de ambos se había hecho pedazos y gruñeron mostrando sus dientes.

            Los demás los imitaron y se transformaron pero cuando Yandrack se fue a convertir, la voz de su prima lo detuvo.

            “Ve a sacarlas de ahí, nadie te seguirá”

Amor a medianocheDonde viven las historias. Descúbrelo ahora