Continuando con la historia, creo recordar que lo último que les conté fue cuando estaba llegando a Ciudad Celeste y me crucé con aquellos dos sujetos. El primero me había resultado extraño, e incluso llamativo al ir completamente de negro, mientras que el segundo me llevó a sentir una cierta familiaridad y empatía por él, al resultar ser igualmente un entrenador novato como yo.
Luego de aquel suceso, mi entrada en Ciudad Celeste fue increíblemente aterradora, pues en cuanto estuve cruzando la entrada de la ciudad, un oficial de la policía local me detuvo y me llevó a la comisaria para interrogarme.
Resulto que, justo en el momento que yo estaba en las cercanías, en la ciudad un grupo de maleantes habían asaltado a un pobre montañero, padre de familia, destrozando toda su casa y amenazando a su hija, la cual tenía mi misma edad.
Por supuesto, yo negué una y otra vez ser parte de aquel grupo y hasta le di mi versión de la historia, mencionando a los dos tipos que salían disparados en mi dirección contraria. Pero no fue suficiente.
Como parte de algún procedimiento completamente irracional, el comisario en jefe optó por mantenerme detenido y tuve que pasar la noche dentro, pues ya se había oscurecido entre mi camino hacia la ciudad y el interrogatorio.
A la mañana siguiente, luego de mucha agitación dentro de la comisaria, el mismo oficial que me había detenido en la entrada de la ciudad había ido a liberarme, disculpándose profundamente por esto y por aquello, cosas a las que no le di mayor importancia; y ahora pasaré a explicar por qué.
Resulta que, dentro de la celda donde me tocó pasar mi confinamiento, había dos hombres más que habían caído allí por delitos menores. Como tenía bastante miedo, y parecía que ellos podían notarlo, comenzaron a conversar animadamente entre ellos y terminaron incluyéndome cuando el tema de conversación fue Pokémon.
Ellos también habían sido entrenadores, pero las circunstancias los llevaron a dejar esa misión, hasta que hace unos días fueron reclutados por un hombre que trabajaba para una gran organización, la cual trabajaba con Pokémon.
Quede tan impresionado de las cosas que esos hombres contaban que quise saber dónde encontrarlo. Mi curiosidad me llevó al norte de Celeste.
Al norte de la ciudad, la cual era conocida principalmente por sus festivales acuáticos y por su líder de Gimnasio, la ruta 24 conduce hacia un cabo particularmente popular y conocido por los enamorados, siendo el lugar perfecto para encontrarse y tener citas.
Pero a mí, eso me traía sin cuidado. Lo que más me quitaba el sueño era el puente que une la ciudad con el cabo. Dicho puente, en esos días se había vuelto muy famoso por ser una prueba a superar por cualquier entrenador novato.
El puente poseía cinco entrenadores apostados a cada lado en cinco niveles, teniendo que derrotar a cada uno para poder continuar. La prueba no era fácil, claro que no; pero de lograrlo, uno ganaría no solo la experiencia, sino también la confianza para continuar con tu misión de ser el mejor.
Lamentablemente, en cuanto estuve allí, el puente se encontraba vacío, o más bien sin entrenadores, siendo personas comunes y corrientes las que se paseaban por allí. Cuando comencé a preguntar sobre los cinco y la prueba del puente, la mayoría solo me decía que se habían marchado, así nada más.
Increíble, fue lo que pensé cuando mis renovadoras esperanzas para mi sueño se fueron cayendo lentamente y trisando cual cristal en el suelo. Una nueva melancolía y pesimismo me inundo.
O al menos, eso creí.
―¡Chico!
Vi al sujeto acercarse desde el extremo norte del puente y me sentí un poco emocionado, aunque mis expectativas no eran demasiadas.
―¿Venías por el reto?
―Pues... si.
―Lo siento, chico. Justo ayer decidimos terminar con eso. Un sujeto vino y nos destrozo. Luego de eso, el resto no quiso continuar.
―Ya... veo.
Imagino que fue mi cara entristecida y las pequeñas lagrimas que comenzaban a escaparse las que llevaron a que el hombre actuara, o simplemente que vio una oportunidad. Lo cierto es que, en cuanto estuve dispuesto a marcharme para volver a casa y guardar en un cajón con candado mis sueños de entrenador Pokémon, el tipo me detuvo y me dio la oportunidad que tanto quería.
Por supuesto, vencerle no fue fácil, pero he de decir que hoy en día me siento orgulloso de haberlo hecho; aunque la serie de sucesos que aquel simple e inocente hecho desencadenaron me llevan a sentir algo de vergüenza.
―¡Vaya, chico! ¡Eres de lo que no hay!
―Gra-gracias...
―Sabes, tengo una idea. Aunque es algo difícil de hacer, dime, ¿te unirías a la organización para la que trabajo?
―¿Organización...?
Lo primero que pensé fue si estaba bien que yo trabajara, pues además de ser un niño todavía, no estaba seguro de que fuera bueno en nada además de soñar.
―¡Claro! ¡Con tu habilidad, serias bueno para lo que sea!
Una pequeña llama de tímido calor comenzó a arder en mi pecho. Un nuevo sentimiento estaba aflorando desde mi interior y me llenaba de una energía desconocida. Estaba motivado, puedo decir ahora.
―¡Quiero entrar!
―¡Bien!―aplaudió animadamente y su sonrisa me pareció verdadera e inocente―. ¡Estoy contento de darte la bienvenida al Grupo Rocket!
Ese nombre me marcaría para siempre.
ESTÁS LEYENDO
Cuentos Pokémon
RandomSerie de historias o cuentos cortos sobre Pokémon, algunas basadas en historias de los videojuegos y hasta del manga, aunque otras se tratara tanto como sea posible de que sean originales. Los cuentos serán cortos, de hasta cinco o seis partes, y co...