Sin excusas, ¡aquí les dejo la siguiente parte!
El tiempo volvió a pasar, esta vez con mayor lentitud, como recordándome lo relativo que era, y luego de varias semanas de vivir esa constante tortura todas las noches, tontamente creí que podría escapar de aquellas pesadillas si cambiaba un poco de aires; y con ello me refería a visitar otra región.
Lo primero que hice, entonces, fue viajar hacia Puntaneva y, desde allí, abordar un crucero de modesto estilo hacia Teselia. Al cabo de dos semanas, durante las cuales las pesadillas y el insomnio no dejaron de asecharme, el bendito crucero tocó puerto en ciudad Porcelana, la más grande de las ciudades de la región, la única con puertos y el centro financiero de Teselia.
Mi primer paso en la región fue dudoso, de poca firmeza y escaza resolución. En cuanto vi el panorama general y los rostros de los habitantes de esta extraña ciudad, sentí miedo. Estaba lejos de casa, en una región desconocida para mí, sola y con la compañía únicamente de mis Pokémon. ¿Qué podría hacer sola en aquel lugar, tan lejos de Sinnoh? Allí no había nada para mi, ni recompensas ni aventuras.
Pero eso no me detuvo, pues debía darle una oportunidad y aprender cuanto pudiera de este lugar, por lo que comencé a caminar por las calles de la ciudad, llenas de gentes y de ruidos fuertes, Pokémon que no conocía y personas de una extravagante apariencia que me intimidaban. Uno de ellos llevaba el cabello de puntas, completamente desalineado, una bufanda carmesí exageradamente larga, y lo que parecía un pequeño insecto morado en su hombro. El hombre parecía ser un reconocido artista, pues se movía con soltura y elegancia en torno a una exposición de arte, comentando con seriedad algún que otro punto sobre las piezas expuestas en el salón.
Preferí alejarme de aquel círculo, principalmente porque no era de gran interés para mí. Con el tiempo, había logrado verle la superficialidad a las cosas extravagantes con las que me rodeaba. Era algo que había ganado gracias a ellos. Pequeñas cosas, actos y palabras, eran las verdaderas dichas de la vida.
Nunca antes había visto una puesta de sol, y de no ser por ellos, jamás hubiera tenido la oportunidad de experimentar tan inusual y sobrecogedor paisaje. Nunca se los dije, pero realmente les estaba agradecida por ello.
―¿Pero ese no fue tu motivo para escapar, verdad?
La chica de cabello oscuro, largo atado en una cola alta, delgada y un poco más alta, vestida con unos short cortos de jean y una camisa blanca sin mangas con un chaleco negro encima, me había estado haciendo compañía desde hace un buen rato en aquel café que encontré por accidente; curiosamente parecía entender mis sentimientos. Era mayor que yo, tal vez por unos cuatro o cinco años, pero me entendía. ¿Los beneficios de la experiencia? Además de bella, seguramente sabía un montón sobre lo que me molestaba.
―No estoy segura―respondí dudosa, aunque estaba siendo un poco mentirosa al respecto―. Dijeron que éramos amigos, pero no estoy segura de que es tener un amigo, o ser amigo de alguien. Diamond y Pearl son...―no me salían las palabras―.
Mantuve el silencio, pensando en que palabras utilizar; pero en cambio, el silencio se prolongo demasiado, y comenzaba a perder de vista cual era el hilo conductor de la conversación. Parecía que la señorita White se había percatado de ello, cuando retomó la conversación, con un ligero cambio de tornas.
―Así que, no sabes lo que es tener un amigo, ¿verdad?―preguntó pensativa―. Pero, ese no es tu problema, en realidad.
La miré confusa. ¿A qué se refería con que no era mi verdadero problema? Decidí terminar con la incertidumbre y se lo pregunté con algo de miedo. Por la cara que puso, creo que no lo dije de buena manera. Me disculpé por mi forma de hablar, y ella regresó a su modo dulce y conciliador.
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Cuentos Pokémon
De TodoSerie de historias o cuentos cortos sobre Pokémon, algunas basadas en historias de los videojuegos y hasta del manga, aunque otras se tratara tanto como sea posible de que sean originales. Los cuentos serán cortos, de hasta cinco o seis partes, y co...