¿Quién dijo que una piedra podría...? (4° Parte)

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Cuarta parte, y contando... bueno, solo quedan dos partes más :D


El cielo nocturno era hermoso, completamente despejado y con una gran luna blanquecina bañando con su luz cada rincón de la ciudad. El juego de sombras que hacían las casas altas y las callejuelas cerradas eran todo un espectáculo, por lejos tenebroso.

Era una noche fresca, sin demasiada brisa y sumamente agradable como para dar un paseo antes de dormir. El mar se veía tranquilo, y la luna reflejada en el agua era una perfecta postal de ensueño. El sonido del leve oleaje era casi como una canción de cuna, suave y relajante, un hechizo para alejar los malos sueños.

También era la oportunidad perfecta para ver el espectáculo Pokémon nocturno de las ciudades de Fitji. En mi pueblo, las noches siempre son perfectas y calmadas, frescas y llenas de movimiento, pues los Pokémon salvajes se mezclan amigablemente con los Pokémon domésticos y salen a jugar toda la noche, hasta casi el amanecer, cuando todos se dispersan para dormir.

Deux no es la excepción, y sus noches rebozan en vida Pokémon, siendo la principal atracción la danza de amor de los Illumise y Volbeat, moviéndose lenta y dulcemente por entre las calles y sobre los tejados de las casas.

Pero, a pesar del maravilloso espectáculo que una vez más me ofrecía mi propio hogar, ¿por qué tenía que disfrutarlo con una chica como ella? Es cierto que es hermosa, tanto como la luna en el cielo azul, ¿pero es que era un castigo que este incómodo silencio a nuestro alrededor nos diera tan intranquilizadora intimidad?

―Qué hermoso―suspiró―.

―¿Nunca habías visto el baile de cortejo de los Volbeat e Illumise?

La pregunta se me escapó inconscientemente. ¿Por qué estaba hablándole? Aún más, ¿por qué ella estaba hablándome? ¿O es que acaso lo dijo sin pensar?

―Nunca―lo dijo molesta―. Son muy pocos los lugares en Sinnoh en donde pueden verse.

―Ya veo―respondí una vez más de forma inconsciente―.

Subida en un tobogán muy rudimentario y agarrada de una baranda desde la cual los niños se colgarían, Platinum definitivamente se veía hermosa con la luz de la luna iluminando su rostro. Si hasta parece una niña pequeña, pensé en cuanto vi un ligero brillo en sus ojos.

La muchacha seguía hipnotizada en el baile de los Pokémon insecto, que no se percató cuando una pareja de Growlithe se acercó hasta donde estaba parado, debajo del juego infantil. Ella los vio con interés, tanto que hasta pude ver un pequeño espíritu infantil despertársele.

Bajó apurada hasta donde estaban y se agachó delante nuestro para jugar con ellos. Los pequeños canes de fuego se veían contentos de tantas caricias y mimos que la chica les daba. ¿Acaso me siento celoso de ellos?

―Es bueno que te gusten los Pokémon―hablé sin pensar, otra vez―. Pude ver que Empoleon y Rapidash te tiene mucho cariño.

No pude ver su rostro, pues desde mi perspectiva, lo único visible era esa delicada trenza cayendo por su hombro. También pude ver sus manos acariciando a los Growlithe detenerse poco a poco, hasta que finalmente las guardó en su abrigo de lana en rosado salmón. Los pequeños canes la miraron confusos y tristes durante un segundo y se fueron corriendo. Parece que terminé metiendo la pata, pensé sobándome la nuca.

―Bu-bueno... eso es lo que puedo decir, luego de verlos un poco―intenté ordenar mis palabras―. Supongo que tienes montones de Pokémon, ¿verdad?

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