Las luces se apagan.

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(Sam)

El contarle a mi madre lo ocurrido fue más fácil de lo que pensé. Ella estaba cansada y aunque se molestó bastante, ya que era la segunda vez que salía y no llamaba para avisar de vez en cuando en dónde estaba, también había perdido mi celular. Por supuesto no comenté como conseguimos los papeles del señor Abadille, y sólo le dije que era una entrevista a un reportero del periódico de The County retirado, todo para un proyecto que nos había, según, dejado la maestra de Español para hacer en este semestre. Extrañamente después de eso ya no me dijo nada, y yo pude escabullirme a mi cuarto. Igualmente mañana sería un día, pesado supongo.

Al llegar a mi cuarto me dejé caer en la cama, y no tardé tanto en alistare para dormir. ¡Qué flojera todo! Mucho menos en cerrar los ojos.

Con las cortinas ya cerradas, y envuelta entre las sábanas. Las luces apagadas y el silencio de la noche invadiendo mi habitación, la casa casi completamente. Un timbre suena. Eso es lo que me despierta. Con pesadez me levanté y recorrí adormilada mi habitación a oscuras.

— ¿Qué? -pronuncio con confusión.

Con los ojos entrecerrados visualizo una luz que alumbra un poco de mi habitación. Me acerco algo indecisa y veo mi pantalla bloqueada mostrando el anuncio que tengo nuevos mensajes. Mi celular... un momento... ¡Mi celular! ¿Qué? ¡¿Cómo?! Apresurada agarro el aparato entre mis manos y lo desbloqueo, se va directamente me mensajes:

Debes de cuidar más tus cosas, L.R.

Primer eslabón, M.A.

6 años, fuego, dolor, W.W.

Son los mensajes que se muestran. Desconcertada, regreso al menú principal para checar el número de teléfono, pero al ver los últimos mensajes no había nada. El último era de Marie que yo le había enviado un: 'Te espero mañana como a medio día'.

Un escalofrío me recorrió la espalda. Y la batería se acabó dejando mi habitación en penumbras de nuevo.

-.-.-.-

(Gab)

De todas las cosas que pudieron haber pasado tenía que ser eso. Amnesia. ¿Qué acaso estábamos en una telenovela para que pasarán cosas tan malas a mi familia? Nos echaron de la habitación de Ren uno o dos minutos después que despertara y comenzaron a checar sus funciones motoras, al igual que el doctor prosiguió para ver si algo más se había dañado en el accidente. Al parecer sabía todo lo que sabía pero sus recuerdos de aprendizaje eran vagos, le hicieron algunas preguntas y no supo responder en dónde había aprendido tal o cual cosa. Después me enteré que ni a Elizabeth ni a mi mismo padre, por supuesto que a mí tampoco, nos reconoció. Sólo a Julián. Al maldito de Julián sí. Y con una sonrisa apenada pedía nuestras disculpas de manera silenciosa para luego alejarse unos cuantos pasos hacia la puerta o a un asiento. Y así se pasó el día.

Al día siguiente mi hermana, Elizabeth, con todo el gusto y apuro del mundo me fue a recoger de la casa de mi padre a las 6:30 a.m., apurándome lo más que pudo para vestirme y mandarme a la escuela después de más de dos semanas sin asistir. No me hizo bien eso. '¿Qué te hizo faltar?' 'Vaya, que milagro.' '¿Cómo se encuentra?' Preguntas y más preguntas, y bobos comentarios y falsas alegrías, con las que me llenaban por una simple ausencia. Nadie tenía porque saber de mis asuntos personales. De mi familia, nadie tenía que saber sobre ella.

Y al regresar a casa aquella tarde me encuentro con que mi querida hermana ya no está hospitalizada, quiénsabeporque. Mi ceja se alza examinando la situación. Ren se encuentra sentada en el taburete del piano dándole la espalda a éste. En sus ojos ya no encuentro aquel brillo característico, con aquella calidez familiar, cuando nos ve a nosotros. Y sus orbes cafés oscuros están posados en Julián que con una sonrisa y que desde una silla, cuatro asientos más allá, frente suyo igualmente le devuelve la mirada. Elizabeth tiene una carpeta abierta encima de la mesa del comedor y parece estar haciendo tarea pero la cacho en el momento en que de reojo voltea a ver a Ren, ya es la cuarta. Y mi padre aún no vuelve. Ni siquiera tiene que enterarse que no estoy en su casa.

Historia de Winwilds.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora