Primer día, hola de nuevo.

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El primer día de instituto, día en el cual la manada de cavernícolas vuelven al centro estudiantil que denominan, en su mayoría, como "prisión". Llamo cavernícolas a las personas por una simple razón, sus cerebros no tienen pruebas de evolución así que por conclusión su atraso es ese. Lastima que tenga que lidiar con ellos.

Estoy en estos momentos mirando por la ventana del auto de mi madre, mientras ella anda tarareando cualquier incoherencia que se le ocurra en ese preciso instante.

Me gustaría decir que el auto de mi madre es uno de los más caros, o uno al menos cómodo. Ella solamente utiliza esta caracha en la cual estamos encima para llevarme a la escuela, lo cual hace que me avergüence y parezca ridícula.

Odio a mi madre y ella me odia a mí, pero no hay problema, al menos no siempre estamos en la misma habitación más de una hora, así que aun nadie sale lesionada.

Mi madre aparca a unos metros de la puerta de entrada y espera a que salga. Ruedo los ojos, doy un suspiro y salgo del coche con la mochila al hombro, cierro la gastada puerta del coche con fuerza al estar fuera. Mi madre al oír el golpe se lleva consigo la caracha y desaparece por la calle.

Agarro la correa de la mochila y la presiono. Hay pocos alumnos en la entrada y el por qué es muy fácil de averiguar. En el primer día de clases tienen la costumbre de dar la bienvenida a todos los alumnos y todos sin excepción tenemos que asistir, o al menos la mayoría. Los que están vagando por los pasillos sin asistir a la ceremonia son los que peor se comportan. Me enteré que hace unos años los mantenían todos juntos en una habitación, pero al tener poco cerebros los muy brutos se daban de golpes hasta que acababa la ceremonia, y salían varios lastimados, decidieron que era mejor que vagaran por la escuela sin tocarse, pero no están del todo libres, no pueden irse de la escuela y tampoco salir de los edificios o la zona determinada.

Avanzó y paso la puerta de entrada, no hay nadie cuidándola, y entro en el instituto. Los grupitos de “rebeldes”, como me gusta llamarles, no me hacen ni caso. No soy muy llamativa y menos con las ropas con las que me obliga a vestirme mi madre, parecen de mi abuela. Lo bueno es que pude traer algo más cómodo, ya que el suéter de lana me pica por todas partes, la falda de monja se me handa cayendo y los zapatos son híper incómodos. Bueno ahora que lo pienso soy llamativa por la maldita ropa, pero no de la mejor manera. Paso al lado de los “rebeldes” y éstos me miran como si hubiera sólido de otro mundo. Solo me faltan los mendigos lentes y caminar un poco jorobada y encorvada pienso con molestia.

Me dirijo al baño de chicas más cercano, pero antes de entrar alguien me detiene amarrándome por los hombros. Me quedo quieta, esperando respuesta de la otra persona. Pasan unos segundos y no dice nada, así que doy media vuelta y me encuentro con un par de ojos cafés.

—Buenos días —canturrea. Se le escapa una estúpida sonrisa y le di un golpe en la cabeza.

—No me asustes, idiota —Le   devuelvo la sonrisa.

—Perdona —dice en un tono un poco agudo, su típico tono en el cual bromea.

Le doy otro golpe, pero ahora en el brazo, el se queja pero aun así sonríe. Retira sus manos de mis hombros (que no se ni como seguían ahí), y me saca la lengua aun sonriendo.    

            — ¿Qué tal el receso? —me pregunta. Cuando decimos receso, no referimos a las vacaciones, las cuales pasan tan rápidas como el receso del día.

            —Tortuosamente aburrido. ¿Y tú como te la pasaste?

Él se encoje de hombros y pasa de estar enfrente de mí a recargarse en la pared a un lado de la puerta del baño de chicas. Se quita la sudadera amarilla que trae puesta, con lentitud, y se la amarra a la cintura. Ruedo los ojos y me coloco a su lado. Él se cruza de brazos, y yo dejo caer la mochila al suelo. Nos miramos a los ojos y le sonrío. Él duda un poco y luego me devuelve el gesto. Después de salir por casi dos años seguidos es algo incomodó estar con él. Ya no es lo mismo estar con él a solas, y eso me entristece un poco.

Historia de Winwilds.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora