Debe de ser broma.

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(Ren)


No había pasado mucho desde la vez que nos adentramos al edificio de las plantas. Y desde entonces tampoco había recordado. Todo parecía normal. Bueno, o como podría esperarse en el instituto de Winwilds. Entro al salón y con lo primero que me encuentro es que alguien hace una pregunta absurda y tira unas monedas sobre la mesa. El sonido metálico capta mi atención y me quedo simplemente estática en el suelo. En el penta cuatro, enfrente del octavo, están sentados mi grupo preferido de chicos. Jason, Mason, Frank y Axel, junto con alguno que otro chico más, al igual que juntó con Kat. Me acerco y dejo caer mi mochila -llena de libros por cierto- encima de la mesa. Todos se detienen y voltean a verme. Frank con una sonrisa, y cierre de párpados rápido, recoge las monedas y las comienza a agitar.

— ¿Qué hacen?— les pregunto, mientras intento convencerme que no es en lo que estoy pensando. Pero la sonrisa un tanto avergonzada de Kat me lo afirma antes que Axel diga.

—Jugamos Charlie Charlie —estaba tranquilo y eso me alarma. ¿Cómo era posible aquello? ¿Kat se los había dicho?

A Kat le mando una mirada en espera de una respuesta coherente, algo que no me haga culparla. No quiero culparla.

— ¿Kat? — pregunto, para alentarla a que me diga que pasa. Ella desvía su mirada y comienza a ver el techo. Se muerde un poco el cachete interior (lo sé porque lo veo hundirse exteriormente) y luego dice no muy segura.

—Sí, eso.

¡¿QUÉ?! Eso fue como un golpe en el hígado. O tal vez estoy exagerando. Como siempre me recordé con algo de burla a mi misma. A pesar de que en si mi cerebro parecía haberse quedado en un muy confuso blanco mi cuerpo sigue con la rutina casi de manera mecánica. ¿Pero ahora que estoy haciendo? me pregunto y vuelvo con los pies a la tierra. Los chicos parece que ya han terminado con lo que hacían y han desaparecido, por supuesto, dejando a Kat sentada en la mesa.

Me quedo viéndola sin saber ahora que hacer.

— ¿Quieres qué te ayude en algo? — me pregunta al notar que me he quedado quieta y sin terminar mi rutina.

—Pues la verdad no— apenas puedo decir. Ella asiente y sigue distrayéndose con lo que hay a su alrededor, con un pequeño aire pensativo rodeándola. Como si se estuviera escapando a otro planeta. Consigo mover los pies hacia la mesa en donde he dejado mi mochila. Acomodo los libros dependiendo de la materia que me toca ahora y las coloco en mi turquesa mochila de siempre.

Me paso la correa por el hombro y me acerco a Kat.

—Aún así gracias— le digo y ella voltea a verme—. Vamos —Asiente y me sigue escaleras abajo.

Me dirijo a mi salón de matemáticas y después de dejar mi mochila salgo con Kat del edificio.

Lo que nos rodea es un silencio en parte pesado e incómodo, según yo. Kat juega con una liga que trae entre las manos y ve hacia el cielo en una expresión que solo me hace pensar que intenta evitar que le hable de un tema complicado. Más temo que no puedo evitarlo. Suspiro. Cierro los ojos un momento y me paso la mano por mis párpados cerrados y debajo de mis lentes. Es un desastre en realidad. Me coloco mis lentes, ahora bastante más sucios de grasa que antes, y volteo para ver el perfil de Kat.

Distraída y evitando cualquier complicación. Jamás me ha gustado pensar así de las personas, pero hay veces (la verdad bastantes) en las que no puedo evitar hacerlo, y a pesar de que me causa una sensación de culpa tengo que decírselo de frente.

—Kat... ¿Qué hacían jugando? — pregunto. Kat se detiene y desvía su mirada al suelo.

—Pues, nada... Solo— duda. Mantengo mi vista fija en ella y eso parece inquietarla—. Solo...

Historia de Winwilds.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora