Solución.

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(Sam)

Kat, por quinta vez, se acaba clavando el cúter en la mano. Y, a pesar de su expresión de dolor, vuelve a iniciar su juego. Yo volteo, ya me cansé de intentar detenerla con palabras que ella misma ignora. Y bueno, no es la única que se "divierte". También está Ivonne jugando a lo mismo. Me pone de nervios. De verdad no me agrada cuando alguna de ellas falla por la velocidad y acaba por clavarse la maldita cosa. Pero, aunque me encuentre cansada de repetirlo, tampoco puedo dejarlas del todo.

—Por favor, basta —les pido, mientras Ivonne vuelve a colocar la amo sobre la mesa y comienza de nuevo. En serio que prefiero estar en la clase de chino con la maestra regañándome exclusivamente a mí que ver esto.

—Ay, Sam, no es tan malo esto, ¿sabes? Es, solo que es muy aburrido hacer nada —me responde Ivonne, volviéndose a distraer y clavándose el filo—. ¡Oh, puta mierda! —exclama por el dolor.

Entonces Kat para, por fin. Voltea a verme con una mueca. Se encoge de hombros y agrega.

— ¿Te importaría curarnos? —pregunta en tono dulce.

Aunque sé que le gustaría continuar jugando, como acostumbra, asiento y voy a por lo que puedo dentro de la casa. Mi casa, a pesar de que suene extraño, está algo sola, sino es que casi en su totalidad a excepción de Kat, Ivonne y yo. Entonces, por eso seguramente, Kat e Ivonne no encontraron algo más entretenido que hacer más que jugar a ese juego con la mano y un cúter, a ver si no se cortaban. Perdiendo varias veces y produciéndose pequeñas heridas. De verdad que a mí no me hacían caso.

Bajo con rapidez las escaleras y con un botiquín, encontrándomelas una vez más hasta que Kat es la que resulta dañada está vez. Y por la expresión de triunfo de Ivonne, es más que claro que ha sido un reto.

—En serio, paren eso —les digo, ya molesta.

Ivonne y Kat dejan a un lado sus cúteres y se me acercan. Comienzo a curar a Ivonne, aunque Kat es quien me preocupa más. El rojo de finos hilos de sangre caen por sus dedos. Y la veo con preocupación.

—Que lindo color, ¿no crees? —comenta como si estuviera refiriéndose al azul del cielo. Pero, no. Se refiere al rojo vivo de la sangre en su mano. Ivonne asiente y sonríe. Cada vez siento que son más opuestas a mí de lo que pensé en un inicio.

Minutos después escucho el metal de la puerta y así me distraigo del último corte de la mano izquierda de Ivonne, mientras ella misma hacía muecas contra dónde está Kat. Todas préstamos atención a la puerta. Y luego los toques se repiten.

—Ya voy —exclamo.

Dejo la mano de Ivonne en paz y le levanto. Aunque Kat e Ivonne comienzan a comentar algunas cosas y a reírse, ajenas a las heridas que se habían producido. Como en serio que las quiero pero también me preocupan.

Abro la puerta y me encuentro con el rostro rojo de Ren. Me hago hacia atrás dejándola pasar, y esperando a que me diga qué le pasa.

—Perdón. Es que no supe a donde más ir.

—Existen otras casas —dice Ivonne sarcástica desde la sala de estar. Creo que se le escapó el comentario ya que cuando volteo se ve arrepentida.

—Oh, Ren, hola —saluda Ivonne, intentando sonreír inocente. Ha metido la pata pienso.

—Hola chicas —Pero a Ren no parece importarle en lo absoluto lo de Ivonne. Es más, parece consternada por algo.

— ¿Por qué estás aquí? —pregunto, aunque no quisiera sonar grosera o algo así, solo me parece extraño que aparezca de la nada (aunque sí lo pienso un poco más, ella acostumbra a aparecer y desaparecer de la nada).

Historia de Winwilds.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora