Emma estiró su mano, en ella mostraba un pedazo de papel que enmarcaba a ser una fotografía de la próxima víctima. La tomé y la enrolle sin darle mucha importancia, la guardé en mi bolso y di media vuelta, sabía que eso la haría enojar y hacerla enojar me causaba gran satisfacción.
-Por el momento estoy algo ocupado, cuando tenga tiempo te regreso la cita- salí del salón esperando que ella me detuviera, pero nada, solo se cruzo de hombros regalándome una sonrisa, como si supiese mi próximo movimiento.
Llegué a mi casa y descansé en el asiento trasero antes de entrar, quedandome intriga por el muy inusual encuentro con Emma. Desde ahí pude observar a Melody saliendo lentamente, con pasos pequeños y contados. Una sonrisa escapó de mi barba.
-¿A donde va guapa?-grité apenas asomandome por la ventana
Ella no me miró, y solo se quedó paralizada como si tuviese miedo.
Bajé del auto y le di un pequeño abrazo por la espalda, después de robarle un beso en la mejilla.
-Idiota!
La subí a mi hombro izquierdo sin darle oportunidad de escapar, azoté la puerta blanquizca de madera y la recoste en el sillón llenándola de besos.
Ella me detuvo y sonrió mordiéndose los labios
-Pero que cursi se ha vuelto Mr. Salvavidas
La callé comiendome sus labios y arrebatándole la ropa, la tenia en mis manos y no la dejaría ir.
Sus manos comenzaron a recorrer mi estomago, jugueteando iba bajando lentamente, ella era libre de hacer conmigo lo que deseara. Llegó al cierre de mi pantalón y lo bajo de uno, seguido del cinturón y antes de quitármelos sus manos se posaron en los bolsos. Se detuvo un rato y miro la fotografía que por idiotez mía se me había olvidado ocultar.
-¿Cuándo me tomaste esta fotografía?
Me paralicé al oír su pregunta y arrebaté la fotografía de sus manos, la miré de reojo y mis latidos se intensificaron aún más.
Emma lo sabía, sabía lo que pasaba entre Melody y yo. Y sabía que no descansaría hasta tener su venganza.
A broche mi camisa y salí de la casa nuevamente, Melody no merecía esto, pero necesitaba tenerla a salvo. Jale su muñeca y la obligué a seguirme semidesnuda, ella solo se quejaba pero no podía oírla, mi cabeza estaba intentado comprender las intenciones de Emma.
Abrí la puerta del auto pero Melody se reusó a subir, tranquilice mi respiración y me acerqué lentamente a sus labios, cuando la tenia en mis brazos, la subí sutilmente al asiento trasero y con una sonrisa le hice creer que tenia todo bajo control.
Llegamos a una casa cerca del centro de la ciudad y Melody con nervios se intentaba cubrir. Me quité la camisa y se la cubrí mientras bajaba del auto.
Alexis apenas y se mantenía de pie, pero sabía que era de fiar.
-Ey Sam! ¿Que tenemos por aquí?- se acercó a Melody mostrándole sus bien delineados dientes
-Necesito que la cuides por unas horas
Melody solo me miraba con cara de odio e incomprensión. Pero no hacia nada para determe y eso me ponía los nervios de punta.
Pasé al centro a comprar un traje nuevo y que Emma no sospechara nada, me dirigí a su casa mientras me ponía mi mejor perfume. Había prometido no enrollarme con ella, pero tenía que convencerla de algún modo que yo estaba disponible, que no conocía a Melody y hacerla quedar como nada.
Pasé por una tarta y una docena de rosas, tenia un plan B, uno que no creí que llegara a utilizar y que no estaba seguro si funcionaría, pero me tenía que arriesgar; sabia lo que era capaz de hacer su mafiosa empresa y me asustaba.
-Oye guapa, ¿por qué no vamos a cenar?
-¿No que estabas muy ocupado Miller?
-Siempre hay espacio en mi agenda para mi chica favorita
Pude oír su risa por el teléfono y ella confirmó la cita, su voz se oía más alegre de lo habitual y mi mente daba vueltas, ella era una chica muy inteligente.
La llevé a un restaurante demasiado caro para mi alcance, pero que por suerte con mis ahorros podría pagar. La ayudé a sentarse y saqué la tarta cantándole feliz cumpleaños.
-No es mi cumpleaños
-¿Ah no? ¿Y ahora qué haré con la tarta?- la miré con cara pícara- Aunque creo yo que la podríamos aprovechar muy bien en un juego que se me acaba de ocurrir.
Su vestido negro hacia resaltar sus ojos azules y volví a ver en ella una mirada dulce y comprensiva que a la vez me cagaba de miedo.
-¿Qué éstas planeando Miller?
Me levanté y me arrodillé a su lado.
-Quiero que te cases conmigo
YOU ARE READING
Prohibido Suicidarse Enamorado
JugendliteraturEncima de la azotea el aire es tan frio y calmado; en algún sitio allí arriba te perdiste en tu dolor. Digo tu nombre en silencio pero tu no deseas escucharlo justo ahora, sueñas con el final para comenzar de nuevo. Los ojos de la ciudad cuentan...