Terminé mi trabajo en el baño, acomodé mi corbata y salí seriamente; caminé tres pasillos exactamente y me encontré con Emma.
-¡Hey! Si querías ayuda pudiste habérmelo pedido
Se acercó a mi lentamente y rodeó mi cuello con sus brazos; soltándome un pequeño y dulce beso; cerré mis ojos en el momento en que sentí sus labios rozar con los míos y en cuanto los abrí vi a Melody a unos pasos de nosotros, pude notar que unas cuantas lágrimas rotaron por sus ahora, muy rojas mejillas. Así que toma a Emma de la mano y la dirigí por el lado contrario intentando no voltear a ver a Melody.
Bien, ahora Melody ya sabia lo mio con Emma, había de dos; una. que se convirtiera en la mujer más orgullosa del mundo y me dejara de hablar, que se consiguiera un nuevo novio y que me demostrara lo fuerte que es; o dos, que se deprimiera como siempre y terminara suicidándose. Conociéndola sabia que haría la segunda opción. Así que no me demoré mucho, llevé a comer a Emma, la llevé a su casa y en seguida fui a buscar a Melody. El primer lugar que se me vino a la mente fue la biblioteca, ella siempre estaba ahí, a veces dormida, a veces llorando, a veces leyendo o simplemente sentada. Iba en camino cuando recibí un mensaje de Emma, era un nuevo trabajo, ignoré su mensaje y seguí conduciendo.
Cuando llegué a la biblioteca ella no estaba ahí, así que tome un poco de aire y fui a la cafetería, un buen café siempre da ánimos, o al menos eso siempre decía mi abuela, aunque yo sabia que ella era muy adicta a la cafeína, podía pasar el día bebiendo café. Lo pedí mientras la cajera me sonreía, y recordé a Emma, tenían una sonrisa muy peculiar. Así que le dije que saliera un rato del trabajo y bebiera un café conmigo. Ella se llamaba Rubí, vivía a unas cuadras, acababa de graduarse y vivía la realidad de una recién graduada: la falta de empleo. Era muy graciosa y realmente me hizo reír a carcajadas; estaba con ella hablando de boberas cuando vi pasar a Melody, sabia que me había visto. ¡Lo que faltaba! Melody me había visto con dos chicas diferentes en un solo día. Me despedí de Rubí y le pedí su teléfono mientras seguía a Melody con la mirada, salí casi tropezando para alcanzarla, pero ella caminaba cada vez más rápido así que detuve el paso y la seguí discretamente. Llegamos a la azotea de la biblioteca y subió al borde, comenzó a caminar lentamente, su vida solo colgaba de un hilo.
-¿Qué te traes?- le susurré con tono molesto mientras tomaba su muñeca.
-Esta bien salvavidas, sé que no valgo, sé que solo soy una molestia para ti; ya no quiero hacerlo, así que continua con tu vida y dejémoslo así.
Eso me molesto, estaba realmente molesto su pensamiento me estaba volviendo loco, ¿cómo es que podía pensar así?¿cómo es que alguien podía ponerse valor? Más que eso, ¿Cómo alguien podía sentirse inferior a los demás por boberas de la pubertad? ¿Qué pasará por la mente de quien decide suicidarse? ¿Qué hay en el alma los últimos minutos antes de saltar del edificio, de jalar del gatillo, de dejarse caer mientras una cuerda le rodea el cuello? ¿Existirá un momento en que dejas de sentir el dolor y es la calma lo que llena todo tu ser? ¿Cómo será? Ella no solo me hacia enloquecer y perder la cabeza, me hacia querer seguir atrás de ella por más que me pidiera que no lo hiciera. Casi la arrastré para sacarla de ahí, caminamos sin decir nada; me dirigí al bosque donde hacia tiempo la había encontrado sangrando y asustada.
-Te dije que quería morir y sólo atinaste a decirme que tenía muchos motivos por los cuales sobrevivir. En ningún momento me diste una razón para no morir; vas por la vida intentando salvarme pero solo me rompes cada día más.
Ella soltó mi mano y se sentó debajo de un árbol, sintió el pasto sobre sus manos y comenzó a llorar.
-Solo intento ayudarte.
-Solo vuelves a mi porque el asesino siempre vuelve al lugar del crimen.
Me paralicé al oír su respuesta, y mi corazón se aceleró. Recordé al tipo que había matado ese mismo día en que la encontré y recordé que su cuerpo se encontraba a solo unos metros de nosotros.
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Prohibido Suicidarse Enamorado
Novela JuvenilEncima de la azotea el aire es tan frio y calmado; en algún sitio allí arriba te perdiste en tu dolor. Digo tu nombre en silencio pero tu no deseas escucharlo justo ahora, sueñas con el final para comenzar de nuevo. Los ojos de la ciudad cuentan...