Con la manera tan apacible que me lo dijo no tuve tiempo de pensar en perversiones. Sólo podía pensar en sus heridas y que mi deber por ahora era cuidarla.
-¿Una ducha rápida?
-¿Tienes prisa?
-Es tarde y necesito dormir, tú también debes descansar. Mañana iremos al hospital.
Ella enlazo sus brazos y rodo los ojos, parecía una pequeña haciendo pucheros. Y entonces me acerqué a ella y le di un suave beso en la frente, después otro en la nariz, y otro en los labios, seguido de otro en el cuello. Una expresión de placer fue lo que note cuando comencé a besar su cuello, esa expresión que me invitó a seguirlo haciendo. Fue un clímax para aumentar el deseo a olvidarnos de nuestro alrededor, fue la entrada para invitarla a irnos de la bañera, y esa expresión fue un admirable, fue un ¡Sí!, ¡Vayámonos!; con sus ojos cerrados y perdidos en la caricia de mis besos. Acerqué una toalla, y con lentitud la ayude a incorporarse; sus ojos no dejaban de seguir mis labios y mis nervios aumentaron. ¿Pero quién se creía esa chica para ponerme nervioso?
Se recostó en la cama y con sus ojos me invitaba a seguirla; me acosté justo a su lado y los dos nos quedamos contemplando el techo blanco, que por cierto necesitaba una limpieza.
-Necesito disculparme contigo
-No necesito tus disculpas, está bien. No somos nada, no necesito tus explicaciones- me senté y recargue en la pared
-No me dejes, por favor
-No soy el tipo de persona que se rinde fácilmente. Si, a veces me enojo y me molesto mucho y necesito un minuto para dejar que pase, pero no te abandonaría. No te dejaría.
Ella se acurruco en mi hombro y cuando menos lo pensé se había quedado dormida. Así que me volteé para contemplarla y la pesadilla me invadió. ¿Cómo se duerme uno con tanto ruido en la mente?
Soñé que la perdía, que ella simplemente saltaba, sin siquiera despedirse, sin pensar en ella, o en mí, ella solo saltaba.
Ella sí que me hacía pensar, en todas las palabras que pronunciaría después, me imagine miles de diálogos cursis y sarcásticos esa noche pero muy dentro de mí sabía que nunca pasaría. Sonará típico, pero realmente no quería hacerle daño. No estaba preparado para esto, para una relación, así que no importaba si ella me fuera a odiar, no importaba si me dejaba de hablar, si ya no la volvía a ver, eso no importaba, no la necesitaba, simplemente necesitaba protegerla, necesitaba que siguiera aquí, cerca o lejos de mí.
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Prohibido Suicidarse Enamorado
Teen FictionEncima de la azotea el aire es tan frio y calmado; en algún sitio allí arriba te perdiste en tu dolor. Digo tu nombre en silencio pero tu no deseas escucharlo justo ahora, sueñas con el final para comenzar de nuevo. Los ojos de la ciudad cuentan...