IV

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Mafalda estaba más que enojada.

Sentada en la entrada de la cabaña de Sabrina, se quejaba continuamente.

- No puedo creer que me mintieras.

- Yo no te mentí en absolutamente nada. Tú lo interpretaste de otra manera, eso es todo.

- No es cierto. Tú me dijiste que hablaría el idioma de Los Beatles. Yo no estoy hablando el idioma de Los Beatles. Quiero saber porque.

- Si que lo estás haciendo, solo que no es así como lo escuchas.

- ¿Y porque no?

- ¡Porque no sabes hablar en ingles!

- ¿Entonces de que me sirve el hechizo del brujito ese?

Sabrina respiro hondo.

- Primero, su nombre es Lou Ellen. Segundo, no es una brujito, es un hijo de Hecate. Y tercero, aunque tú no te escuches así, estas hablando en ingles.

- Lo que tú digas.

Sabri rodó los ojos. Intentando cambiar de tema, dijo:

- Así que tú madre es Atenea. O eso creo.

- Supongo que si. ¿Qué tal es ser hija de Afrodita? Debes tener montones de amigos.

Ella se encogió de hombros.

- La verdad, no es muuy guay ni nada por el estilo. Mi madre representa el amor y la belleza, pero sus hijos se lo toman como "la diosa rompecorazones". No son muy simpáticos que digamos.

- ¿Ninguno de ellos?

La otra pensó.

- Bueno, está la jefa de la cabaña, Piper McLean. No es que sea mi súper amiga, pero me cae bien. Es buena onda.

- ¿Y no tienes más amigos que esos?

Mafalda se arrepintió al instante. No solía pensar antes de hacer sus preguntas, lo que era una de las causas por las que no le caía muy bien a la gente. A ella no le importaba tener amigos, pero al parecer a su amiga si.

La noto un poco triste.

- Bueno, la verdad es que no. Tenía una amiga de mi cabaña, Silena Beaugebard, pero ella... Murió en la batalla de Manhattan.

El aire se tensó.

- No sabía que los semidioses debían pelear batallas- comentó Mafalda.

- Siempre lo hacemos. O nos defendemos de los monstruos. O nos mandan a misiones para ayudar a los dioses que no pueden hacerlo por ellos mismos. No importa que, la vida de un semidiós no es fácil. Nuestros padres son dioses.

<nuestros padres son dioses>

Oh por el Ángel. Mafalda se dio cuenta que hasta ese momento, una parte de ella no se tomaba las cosas realmente en serio. Pero ahora que su amiga se lo recordaba de una forma tan directa, una forma en donde no cabían dudas, Mafalda sintió un golpe en el pecho.

Sintió que estaba por caerse de las escaleras del porche, pero Sabrina la sostuvo.

- ¡Mafalda! ¿Estás bien?

Levantó la cabeza. Otra vez, su amiga parecía al borde del colapso por la preocupación. Agradecía tenerla con ella. No había apreciado lo importante que era. Sabrina era su única ancla al mundo anterior, donde todo era normal.

Y entonces, Mafalda hizo algo que las sorprendió a ambas. La abrazo fuertemente.

- Hey- dijo Sabri un poco sorprendía, pero devolviéndole el abrazo- ¿pasa algo? ¿Segura que estás bien?

- ¿Porque lo dices?

- Tu nunca abrazas a nadie.

- Puedo hacer una excepción.

Se separaron.

- No estás asustada, ¿cierto?- le preguntó Sabrina.

- Claro que no. Soy Mafalda López. Necesitarán...

- Cien soldados y un tanque para bajarte. Si, lo sé. Pero si te pasa algo, sabes que puedes contar conmigo.

Mafalda sonrió.

- Lo sé.

Sabri le devolvió la sonrisa.

- En fin, deberíamos ir al comedor. La cena será pronto.

Ambas se pararon.

- ¿comeré con los chicos de Atenea?

- No. Aunque es muy posible que sea tu madre, todavía no fuiste reconocida. Comerás con los chicos de Hermes. Son un poco pesados, pero buena gente. Solo aléjate de los Stoll.

- ¿De los Rolling Stones? Si, ni me lo digas.

- No idiota, de los hermanos Connor y Travis Stoll.

- ¿Porque debería alejarme de ellos?

- Solo hazlo. Ven, vamos a comer.

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Espero les este gustanto❤️
Los quiero!
~ Carrie

La hija de Artemisa. {COMPLETA}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora