XII (entrenamiento)

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Día tres de entrenamiento.

Valentina, Alexandra y Mafalda estaban sentadas en ronda en el mismo bosque de Vancouver en Canadá. Directamente habían decidido quedarse allí hasta que la hija de Artemisa al menos pudiera pegarle a algo.

- Creo que deberías perfeccionar la puntería- sugirió Alexandra.

- No lo sé. Es que el arco siempre está enderezado, pero cuando tiró la flecha, es como si el viento a propósito la tirara a otro lado.

- ¿Piensas en algo mientras tiras la flecha?

- Pienso en mi madre, en su poder y en lo que herede. O lo que creo herede.

- Quizás debas concentrarte más.

- No lo sé, ¿qué si no tengo sus poderes? Sab- una chica del campamento que era hija de Afrodita me contó que no todas heredaban el embruja habla. Quizás yo no puedo cazar como ella.

- Igual deberíamos seguir intentándolo.

- ¡Para ti es fácil decirlo! ¡No ponen una manzana sobre tu cabeza y casi te matan!- gritó interrumpiéndolas Valentina.

- No exageres, no fue para tanto. Ni siquiera te toco.

- ¡Por poco!

- Ya te dijimos que no lo haríamos otra vez, Val. - la tranquilizó Alexandra.- o por ahora- susurro.

- ¡Te oí!

- ¿Me van a ayudar o no?

Las tres se pararon, pintaron un punto rojo en un árbol cercano y le alcanzaron a Mafalda su arco y su carcaj con flechas.

- Recuerda, concéntrate en tus poderes, en tu madre y en la caza.

Eso hizo ella. Pensó en su madre, con su pelo rojizo igualito al de ella, saltando por el bosque con su brillante diadema, plateada como la luna, tirando flechas a las bestias y guiando a sus cazadoras.

Era admirable, aunque no quisiera admitirlo.

Después, Mafalda intentó imaginarse a ella siendo como Artemisa, una buena jefa, una buena heredera y embajadora en los campamentos.

Y también, a causa de esa idea, le vino a la mente la imagen más hermosa del mundo: Reyna.

No la había visto desde hace unos días, cuando había quedado en Canadá con las otras dos cazadoras. Según le informó Thalía, se quedaría unos meses con Hylla, su hermana amazona, para visitar Puerto Rico.

Mafalda pensó en lo orgullosa y enamorada que estaría Reyna si la viera igual que como se imaginaba a sí misma en ese momento.

Pero, ¿le gustaría si no lo lograba? ¿Si seguía siendo una chica cualquiera?

Tiró la flecha y esta no dio en el punto rojo, más bien casi asesina a Valentina (otra vez)

Estaba clavada en el suelo donde hace unos segundos estaba esta, antes de salir corriendo al grito de:

- ¡PUTA VIDA!

🌸🌸🌸

Especial 2/3

La hija de Artemisa. {COMPLETA}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora