IX

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¿Mafalda era una persona tranquila? No especialmente.

¿A Mafalda le disgustaba profundamente la guerra? Si, por supuesto.

¿Ares, dios de la guerra, estaba ahí? Claro, con su suerte, estaba ahí.

¿Sabrina no estaba ahí para controlarla? No, se había ido con su madre.

¿Mafalda había comenzado una acalorada discusión con Ares? Si, podrían decirle así.
La pelea había comenzado con una presentación poco amistosa y agradable, siguió con unas palabras un poco fuertes, y terminó con una lucha a mano armada, donde la inexperta Mafalda corría por el palacio del Olimpo escapando de la furia de un hombre de tres metros vestido de militar y con anteojos Rayban, y los demás dioses presentes (en resumen, Atenea y Hefesto) intentando detenerlo.
Lo normal, ya saben.
- ¡Pequeña idiota hija de la virgen!- insultaba Ares corriendo con su lanza gigante.
- ¿¡Cómo me llamo?! Asesino destructor de la paz que no tiene ni el más mínimo gusto de la moda! - replicó ella.
- ¡Te voy a matar!
Sabrina, de nuevo con su cara de morsa asustada, miraba paralizada la situación.
Y Afrodita... Bueno, ella parecía apuntó de explotar de la furia.
- ¡Aléjate de ella!- gritó Atenea.- ¡si la tocas, te mandare al mismísimo Tártaro!
Ares se dio vuelta a la diosa de la sabiduría con más enojo que con Mafalda.
- ¡Tú no te metas! ¡Tienes la culpa de que este engendro del demonio sea tan irrespetuosa!
- ¿¡Perdón?! ¡Mafalda es estupenda! ¡No te atrevas a hablar así de ella!
- ¡Vete a la mierda! ¡Siempre con tus sermones estupidos! ¿Y para qué sirven?- rugió Ares.
Definitivamente, se habían olvidado de la mera existencia de los dos dioses restantes, y de los tres chicos. Si, Jason también estaba ahí, volando cerca de Mafalda para defenderla si el padre de Frank intentaba matar a la hija de Artemisa, pero cada vez que se acercaba para ayudarla, ella le decía que "podía con sus palabras" o algo así.
- ¿¡Sermones estupidos?! ¡Sirven más que esa insulsa lanza!
- ¡Deja de fastidiarme, sabe lo todo!
- ¡Cierra la boca, ignorante del demonio!
Ares levantó su mano, dispuesto a pegarle a Atenea en un arrebato de furia, pero Hefesto se interpuso en su camino, tomó el brazo de Ares y se lo quemo, mientras las llamas salían de sus brazos.
- ¡Puedes decir lo que quieras, pero no te atrevas a maltratar a una diosa!
Mafalda se paró en seco y miro la escena. De pronto, sintió un gran respeto por el dios del fuego.
- ¡Quítate del camino, o te deformare aún más la cara!
- ¡Hazlo! ¡No dejaré que lastimes a una compañera del Olimpo!
- ¡Cómo quieras!
Levantó la mano una vez más, pero en ese momento, Sabrina tomo un cuchillo escondido en su chaqueta, y atacó.
- ¡No toques a Hefesto!
Saltó por los aires de manera elegante y callo en la pierna de Ares, donde clavo el cuchillo y bajo haciendo un enorme tajo, de donde callo a borbotones el icor dorado, la sangre de los dioses.
Ares chillo de dolor, mientras bajaba la mano y se agarraba la pierna.
- ¡Maldita hija de...!
- ¡Afrodita!- gritó la diosa del amor. Se situó frente a su hija de modo protector.
La cara de Ares se calmó al instante que la vio. Mafalda no entendía porque le influenciaba tanto ella en especial. ¡Era la diosa del amor, el dios de la guerra!
- Dita...
- Puedes atacar a mi esposo, a la hija de Artemisa, e incluso a Atenea, pero no a mi hija. Le tocas un pelo y te olvidas de mi. Para siempre.
- Yo... Lo siento mucho amorcito.
Hefesto frunció el ceño, junto a Mafalda.
- ¿Amorcito?- preguntaron a la vez.
- Si- dijo Sabri, saliendo de detrás de su madre con disgusto- como verán, Afrodita no es propensa a ser leal.
Hefesto la miró con una sonrisa.
- ¿Tú eres Sabrina?
Asintió con una sonrisa de admiración.
- ¿Tengo el honor de ser conocida por usted, señor?
- ¿Señor? Sin duda eres Sabrina. Leo me hablo mucho de ti, cuñado voy a visitarlo. "Sabri esto y Sabri aquello..."
- ¿Lo ves?- dijo emocionada Afrodita, olvidando la disputa- ¡Todos pensamos que son perfectos juntos!
Sabrina se ruborizó a más no poder.
- Emm... Gracias, señor Hefesto. ¡Y deja de molestar con eso!- le gritó a su madre.
- Es cierto, LeoxSabri forever- dijo Atenea- pero ese no es el punto. Ares, tendremos una junta contigo mañana. Con los trece del Olimpo. Que Zeus te juzgue.
Este resopló.
- Como quieran. Pero no quiero volver a ver a estas dos- dijo mirando a Mafalda y a Sabrina. - tú sí puedes venir, Jason. ¿Vas a la pijamada de Frank mañana? Será una pasada.
- P-por supuesto, s-señor- respondió nervioso el mirando la suelo.
- ¡No le digas señor!
- Pero señorita Afrodita...
- Si lo haces, convenceré a Piper de que te deje.
- No le digo señor nunca más en mi existencia.
Mafalda frunció el ceño.
- ¿Piper? ¿La hermana de Sab? ¿Son novios?
El rubio se ruborizó más.
- Larga historia.
- Shipeo Jasper. Tienen que ganarle a Percabeth. Quiero al hijo del barba de percebe lejos de mi hija...
- Atenea, por dios, tienes que dejarlos en paz...- dijo Afrodita.
- Tiene razón- concordó Ares- son tiernos juntos.
- ¡Percabeth por siempre!
- ¡No es el punto!- rugió Mafalda.
Todos los ojos se dirigieron a ella.
- Quédese tranquilo, señor Ares. No tengo intensiones de volver, después de conocer a quien tengo como madre.
Atenea la miró con lastima.
- Mafaldita...
- No se preocupe, señora Atenea. Usted no tiene la culpa. Pero hubiera sido mejor, que Sabrina me haya protegido y ya. Después de todo, ninguna es feliz con sus progenitores. Gracias igualmente.
Hizo una reverencia educada a cada dios, tomó a Jason (ya se acordaba el nombre) y a Sabrina, y salió hecha una furia por las puertas del palacio del Olimpo.
- Definitivamente, la peor visita guiada de mi vida.
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Miren, tenemos dos opciones para Sabri y Leo: Leina o Sabreo😂👌👏 gracias MalecIsEverything ya te daré tus créditos "especiales" en los próximos capítulos. Solo necesito tu nombre y quién es tu padre/madre divino.
~ C

La hija de Artemisa. {COMPLETA}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora