CAPÍTULO 2

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Justo en el centro de la ciudad un enorme edificio se alzaba por encima de los demás, moderno y altamente vigilado. La torre Maxwell era el centro de control de la Orden Carmesí en Nueva York, el lugar donde se rastreaban tanto rebeldes al Gobierno, como obviamente a los Alterados.

—Señor, hemos detectado uno — avisó uno de los vigías al recibir una fuerte señal en uno de los radares que monitoreaba. Un silencio se instauró en el lugar durante unos segundos, todos los vigías miraron a un hombre que admiraba la ciudad desde una tarima.

—Envía una patrulla de inmediato, debe ser capturando o eliminado —aquél hombre dictó la orden sin siquiera mirarlos, en su lugar, continuó mirando hacia la ciudad con completa tranquilidad.

Luego de un par de horas Jack despertó de golpe gracias a que escuchó unos fuertes golpes provenientes de la puerta, se levantó asustado y se quedó callado.

—¡Abra la puerta ahora! — se escuchó una voz tras la puerta, mientras la tocaba con intensidad.
El miedo lo invadió por completo, en fracción de segundos corrió hacia su mochila, la tomó y buscó desesperadamente salir por la ventana de su cocina. Cuando su puerta fue derribada, giró la cabeza y aterrado miró como un grupo de hombres armados entraban a su departamento, vestían el traje de los agentes de La Orden Carmesí.

—¡Es él, atrápenlo! —ordenó un hombre de cabello cano vestido con una gabardina negra.

—¡Mierda! —exclamó, se deslizó rápidamente a través de la ventana y cayó de espaldas sobre un contenedor de basura— Ah... carajo —soltó, preso del dolor, bajó del contenedor y siguió corriendo.
Más agentes de la Orden aparecieron, todo el bloque de apartamentos estaba rodeado, giró en dirección contraria y buscó salir escalando por una cerca de metal.

Entonces uno de los uniformados disparó contra él, una bala eléctrica se incrustó en su pierna y la descarga lo quemó, soltó la cerca tras soltar un agonizante grito. Los hombres llegaron mientras se retorcía en el suelo.

—¡Rápido, no dejen que escape! —ordenó nuevamente el hombre de la gabardina, se arrodilló y desenfundó de su cinturón un extraño artefacto. Lo colocó sobre el cuello de Jack y éste rápidamente extrajo una muestra de su sangre. Miró la pequeña pantalla en éste y arrojó una luz roja.—¡Alterado, tenemos un Alterado! —avisó a todo volumen. Los agentes sujetaron violentamente a Jack y lo esposaron, comenzaron a escoltarlo hacia un Vehículo de Contención, cuando una gran bola de fuego impactó contra él.

El vehículo estalló, y los agentes, junto a Jack acabaron en el suelo. Abrió los ojos con dificultad y solo percibió borrosas imágenes que se movían al compás de un agudo zumbido en sus oídos. Sin saber si era producto de su imaginación o no, vio como un haz de luz celeste llegó hasta él a toda velocidad, una figura humana parecía emanarlo. Aquella persona lo cargó sobre su hombro y corrió dejando atrás al grupo de agentes.
Jack recuperó su visión al cabo de unos instantes, y sorprendido miró como alguien lo llevaba cargando, era un chico que corría a toda velocidad casi como un rayo.

—¿Pero qué...? —emitió aún confundido y un tanto aturdido. Un grupo de hombres se posicionó a mitad de la calle, alzaron sus armas y dispararon una gran cantidad de discos plateados que al caer esparcieron una enorme cantidad de electricidad. El velocista azul cayó luego de que la corriente azotara su cuerpo, de igual manera Jack terminó rodando por el suelo.
Miró a los agentes que se acercaban y luego a su misterioso rescatista.

—¡¿Qué diablos está pasando?! —exclamó desde el suelo. El velocista levantó su rostro con pesadez. Era caucásico y de cabello rubio, bastante pálido casi al punto de parecer blanco.

—Es un rescate... idiota —respondió forzadamente, intentó levantarse—. Estamos de tu lado...

—¿Estamos? —justo cuando los agentes estaban a punto de acribillarlos, un enorme muro de hielo se alzó como un escudo que contuvo las balas. Otro sujeto apareció desde un callejón, era de piel clara y cabello negro con algunos mechones blancos.

—¡Corran! —les dijo tras ver como el muro comenzaba a fracturarse.

—Vámonos ya —ordenó él joven veloz. Y sin esperar respuesta sujetó a Jack por el brazo y corrieron por el mismo callejón por donde el otro chico había salido.

El chico que había salido del callejón miró a su izquierda y contempló a otro escuadrón aproximándose hacia él.

—¿Buscaban un Alterado? ¡Aquí lo tienen! —alzó sus brazos y de sus manos un par de enormes ventiscas emergieron. El hielo congeló a los más cercanos, mientras que a los otros los derribó el viento helado.
Se apresuró a toda velocidad mientras su brazo se volvía completamente de hielo, y cargó contra los que se levantaban. Le propinó un puñetazo al primero y luego arrojó una estaca helada contra un segundo.

Un par de agentes le apuntaron desde su lado izquierdo y él levantó otro muro pero más pequeño, dejó que dispararan y justo cuando su munición terminó, atravesó el hielo y los acabó con un par de golpes y unas cuantas patadas. Exhausto miró a los agentes regados por el suelo y comenzó a caminar hacia el callejón, cuando una bala le impactó en la espalda.
Gritó al sentir la poderosa descarga eléctrica y simplemente se desplomó inconsciente al suelo.

Mientras, Jack y el velocista recorrían las calles con el sonido de las patrullas y un par de helicópteros en el cielo acechándolos sin descanso. Cruzaron un par más de callejones hasta que llegaron a una calle estrecha y con solo una salida. Otro chico los esperaba, era alto y de cabello negro algo alborotado, sus ojos resplandecían en rojo.

—¿Dónde está Cold Shock? —le preguntó al velocista que lucía algo herido de una pierna.

—Nos dio una oportunidad para escapar, no sé si está con vida... —le respondió negando con la cabeza.

—Maldición, venga deben irse —se aproximó a una alcantarilla y levantó la tapa. Jack simplemente no sabía qué hacer o decir.

—¿Qué hay de ti? —dudó el velocista bastante preocupado.

—Distraeré a las patrullas, pero deben irse ahora —miró a su compañero y éste no se movía—. Ahora.

—Maldita sea, vámonos —jaló nuevamente a Jack y comenzaron a bajar hacia los drenajes. Luego de que ambos entraran, el chico de los ojos carmesí cerró la alcantarilla, comenzó a caminar por la calle hasta que otra patrulla apareció.
Juntó sus manos y una gran cantidad de fuego se acumuló, miró enfurecido a los agentes que le apuntaban, cuando la luz de un helicóptero lo iluminó por completo.
Miró hacia arriba, también sobre los techos de las casas y edificios estaba rodeado.

—Mierda... —soltó para sí mismo, luego de decenas de amenazas el fuego en sus manos se apagó, las levantó en señal de rendición y justo cuando algunos se acercaron para someterlo, alzó su puño y golpeó el asfalto. Un anillo de fuego se expandió cubriendo todo a su paso, la  poderosa llamarada impactó de lleno todo a su alrededor como si de una explosión se taratara, pero aquello no fue suficiente para lograr escapar, disparos le llegaron desde todas partes y acabó cayendo al suelo sin poder hacer más.







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En la multimedia, aquel chico con la Super velocidad

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ALTERADOS: El Origen De Los Defensores Donde viven las historias. Descúbrelo ahora