CAPÍTULO 7

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Las luces artificiales creadas por los anuncios en los edificios eran suficientes como para distraer a las personas y no darse cuenta de la presencia de tres Alterados caminando entre ellos.
Avanzaban con mucha cautela, portando ropajes que les hacían guardar un perfil bajo ante los humanos. Mientras Jack iba inmerso en sus pensamientos, los otros dos no podían dejar de mirar a su alrededor, en especial Iron.

—¿Qué pasa? —les preguntó.

—Hace mucho tiempo que no salía —mencionó Iron, aspiró una gran bocanada de aire y después la dejó salir—. Es fantástico respirar aire fresco otra vez.

—¿Sabes qué más es fantástico? —Quick observó directamente la retaguardia de una hermosa mujer que avanzaba frente a ellos, sonrió y después los miró—. La cantidad de mujeres hermosas que hay.

—Sí, la última chica con la que salí fue Becka Stanfield, hermosa, pero cuando se enoja se transforma en un monstruo —mencionó, Jacck sonrió y lo miró por encima del hombro, pero Iron hizo una mueca de desagrado—. No bromeo.

Siguieron recorriendo la ciudad hasta que Central Park se mostró a la distancia, pero mucho antes de llegar a dicho lugar, una cede del gobierno se alzaba unas cuantas calles antes.

—¿Es ahí?— Preguntó Iron mientras observaba la gran estructura de alta modernidad.

—Sí. Es ahí, puedo sentirlos.

—Y bien, ¿cómo entramos?— Preguntó Quick observando una pequeña agrupación de cuatro guardias armados custodiando la entrada principal.

—De eso yo me encargo. —Mencionó Iron saliendo del callejón donde estaban y dirigiéndose hacia los guardias.
Que la ciudad estuviera tan desalojada en dicha zona era porque la Orden así lo dictaba, y realmente nadie quería acercarse a probar su suerte con los soldados, así que aquello les facilitaría en cierta forma no llamar tanto la atención. El joven Alterado siguió avanzando rumbo al edificio, cuando los guardias reaccionaron ante su presencia.

—¡Alto ahí, identifíquese! —gritó uno de ellos dirigiendo su arma hacia Iron.

—Tranquilo amigo... solo...

—¡Identifíquese! —gritó nuevamente.

Rápidamente Iron intentó sacar algo de su bolsillo, pero al mismo tiempo todos los guardias dispararon.
El pesado cuerpo de Iron cayó al suelo por la lluvia de balas.
De inmediato; Quick cubrió la boca de Jack para que no gritara.

—Él sabe lo que hace —susurró al oído de Jack.

Los guardias se acercaron al cuerpo, y uno comenzó a tocarlo con el cañón de su arma para comprobar que no estuviese vivo, pero el cuerpo se sentía extraño.
El guardia dio una fuerte patada al cuerpo de Iron, y sin saberlo, su tobillo se torció como si hubiese pateado una roca. Iron abrió los ojos y se levantó de un salto y golpeó fuertemente al soldado que se fracturó, mandándolo a volar muy lejos.
Los otros soldados dispararon, pero Iron ni se inmutó, pues ya se había convertido en un ser de metal.

Pateó al segundo con todas sus fuerzas, y al tercero lo tendió al suelo con un puñetazo que pesó como un martillo, el último de ellos solamente salió corriendo despavorido de allí, sonriente miró a sus compañeros.

—¿Entramos ya? —dijo volviendo a la normalidad.

Jack no pudo evitar mostrar una sonrisa, los tres se acercaron a la puerta principal del edificio, al cual lograron acceder con una de las tarjetas de seguridad de los inconscientes guardias, a quienes ocultaron en un callejón para no llamar más la atención.
Por dentro, el lugar se percibía como una siniestra clínica hospitalaria, pero todo era una fachada para ocultar lo que sin duda alguna era un centro de experimentación, la Orden Carmesí tenía una afinidad por mutilar y torturar a los Alterados mucho antes de ponerlos a dormir.

ALTERADOS: El Origen De Los Defensores Donde viven las historias. Descúbrelo ahora