CAPÍTULO 23

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Hola, sí, lo sé, ha pasado tiempo desde la última vez que escribí aquí. En un principio pensé que este diario solamente sería un pequeño recuerdo de lo que hubiera podido ser, de como es que mi vida hubiera sido si jamás hubiera sucedido nada.

Todo ha cambiado desde entonces, la temible Orden Carmesí y su Gobierno finalmente fueron destruidos por Los Defensores y la gente que luchó a su lado para acabar con la tiranía. Ganamos, pero... perdimos también, todos.
La batalla por nuestra libertad acabó por cobrarse la vida de muchísimas personas, buenas y malas, enemigos, y amigos también. Justo ahora al plasmar estas palabras sobre ti me pongo a pensar si realmente lo que hicimos fue algo bueno. Los medios finalmente nos llaman héroes, la gente nos idolatra y más que nunca se alegran de que los Alterados existan, pero... esta ''victoria'' está lejos de ser como yo pensé que sería.

Creo que ya no tiene sentido el ser un Defensor, ya no tiene sentido el ser Sight, en estos momentos ya nada tiene sentido... supongo que estoy divagando, escribiré después, por el momento tengo que ir a un funeral...

Las hojas otoñales cubrían todo el panorama en aquel cementerio, había sido una mañana fresca y nublada, las aves cantaban y por primera vez en mucho tiempo se respiraba paz en la ciudad.
Luego de la tormenta había llegado la tan ansiada calma, pero había resultado en una calma con sabor agridulce.

Una ligera brisa hizo levantar las hojas a su alrededor. Jack alzó la vista hacia el cielo cubierto de nubes grises y suspiró, guardando las manos en sus bolsillos. Frente a él yacían dos lápidas, con un par de nombres que por desgracia conocía muy bien. Mark Johnson, mejor conocido como Fire Shoot decía la primera, y la secunda, Zoey Richards, Willow.

Sintió entonces una pequeña palmada sobre su hombro, volteó de reojo y estaba Iron, al igual que sus amigos.

—Hola amigo, ¿cómo te sientes? —preguntó suevamente y con todo el apoyo posible en sus palabras.

—He estado mejor —reconoció amargamente.

—¿Quieres hablar?

—No. —Aseveró mordiendo su labio inferior—. De hecho creo que me quedaré un rato más.

—Entiendo —asintió y volvió a palmear su hombro—. Si necesitas algo no dudes en pedirlo.

—Claro.

Iron se retiró para dejarle algo de privacidad, los demás hicieron lo mismo, pero antes de irse Quick se acercó a él.

—Oye novato —llegó con él y se agachó en hombros—. Estamos contigo, ¿lo sabes, verdad?

—Lo sé, gracias, Quick —extendió su mano hacia él, pero Quick lo negó, y en su lugar le dio un abrazo—. Nos vemos luego.

Se alejó en un parpadeo. Jack suspiró nuevamente y se dedicó a mirar las tumbas durante un largo momento, y cuando acabó, tomó la rosa blanca que llevaba en sus manos y la dejó encima de la lápida de Willow.

—Descansa ya, la flor más hermosa de todas —sonrió y limpió una lágrima que bajó por su mejilla.
Estuvo a punto de irse, cuando se topo con Pepper.

—Hola —saludó ella.

—Hola —respondió sin mucho a expresar.

—Sabes, siempre pensé que cuando vendría aquí sería el día en el cual enterraría a mis padres, o ellos a mí. Pero ellos ya no están. Supongo que la vida es impredecible y nunca sabes bien lo que va a suceder, ni siquiera al final del día.

—Lo sé.

—Escucha Jack, sé que lo estás pasando mal, pero quería decirte...

—Sé que quieres decir, Pepper.

ALTERADOS: El Origen De Los Defensores Donde viven las historias. Descúbrelo ahora