CAPÍTULO 12

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—¡Por aquí, corran! —le indicaba Jack a toda la gente que seguía en la zona de combate.
La destrucción provocada por aquellas criaturas no hacía otra cosa más que incrementar a cada segundo, el fuego se esparcía a través de las calles y el humo dificultaba la vista. Aún así, y con ayuda de sus mejoradas habilidades se abrió paso y ayudó a todos los civiles con los que se encontraba en su camino.

Uno de esos seres corrió hacia él, así que Jack creó una barrera que lo detuvo al instante, volteó y otra saltó, pero un veloz y casi imperceptible rayo celeste se atravesó en su camino, y en un segundo la criatura acabó tendida contra un auto. Quick se regresó con él.

—¡Ayúdenme por favor! —gritó una desesperada voz femenina, ambos voltearon para ver lo que sucedía. Una mujer lloraba sin parar, estaba cubierta de cenizas y buscaba ayuda a toda costa.

—¡¿Qué sucede?! —preguntó Jack tomándola de los hombros.

—¡Mi hija! —articuló aterrorizada.

—¡¿Qué le ocurre a su hija?! —intervino Quick.

—¡Está atrapada, está allí! —contestó señalando a un edifico cubierto en llamas—. ¡Por favor deben salvarla!

Sin preguntar dos veces, ambos salieron corriendo hasta llegar al edificio en llamas.
Jack dirigió su mano hacia la puerta del edificio y la destruyó, Quick entró como un rayo, y comenzó a buscar a la niña en los pisos de arriba.

Después Jack entró, una ráfaga de aire caliente y humo asfixiante lo recibió. Rápidamente utilizó el cuello de su camiseta para no respirar el humo mortal, y empezó a utilizar su Onmisciencia para localizar a la niña.
La imagen mostró a la pequeña encerrada en un armario, estaba en su departamento, el cual se ubicaba en el penúltimo piso. También salió corriendo para buscarla.

Mientras la búsqueda desesperada de los dos Alterados por encontrar a la niña seguía, a un par de calles de distancia una vorágine de destrucción seguía sin parar. El implacable ser humanoide con aspecto de rinoceronte continuaba con sus ataques contra el joven y misterioso Barry.

Alzó sus enormes manos y asestó un golpe que redujo el asfalto a nada más que escombros. Barry se alejó con un salto de proporciones inhumanas y cayó a unos cuantos metros, aún sin recordar qué era lo que sucedía.

—¡Tú, tú me convertiste en esto! —emitió la horrible criatura, llena de ira corrió hasta donde él se encontraba y lanzó un pisotón.

—¡Jonh, espera! —intentó calmarlo, pero la bestia no atendió, el impacto causó una ligera onda de choque que lo arrojó lejos de ahí. Rodó vertiginosamente por la acera de la calle hasta finalmente detenerse—. ¡Puedo curarte, puedo salvarte! ¡Solo necesito...!

La criatura llegó hasta él, lo atrapó con su gigantesca mano apresando su cuello, y levantándolo por los aires. Luchó por soltarse y adquirir un poco de aire, pero el agarre de la criatura era imposible de detener

—Jonh... espera... —pronunció débilmente y con una voz casi inaudible—... puedo curarte...

Lentamente su rostro se tornaba azul y la fuerza abandonaba su cuerpo. El monstruo acercó su cara y dejó escaoar un bufido, acompañado de una ligera nube de vapor, solo así Barry pudo contemplar los temibles ojos de la criatura.

—No quiero curarme, de hecho, Jonh ya no existe más, ¡ahora... soy Embush! —soltó un rugido colosal, y después lo lanzó con todas sus fuerzas hacia un auto.

Su cuerpo se estrelló de una forma tan violenta contra aquel auto, que lo único que se alcanzaba a percibir era una figura roja y desecha entre los escombros. Sus huesos y su cuerpo habían sido destrozados a un nivel inimaginable, y aún con todo eso, seguía ligeramente consciente.

ALTERADOS: El Origen De Los Defensores Donde viven las historias. Descúbrelo ahora