CAPÍTULO 10

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Cooper analizaba cada detalle de aquel chico que yacía en la cama. Revisaba sus muestras de sangre, sus heridas, ritmo cardíaco, patrones mentales, todo. Pero aún así no lograba obtener respuesta alguna.

Se quitó los anteojos y con frustración recorrió su larga cabellera castaña hacia atrás, suspiró y apretó el mentón. La puerta de la enfermería se abrió y Cold se presentó.

—Hey, ¿qué sucede? —preguntó al verlo tan frustrado.

—Qué puedo decir, no logro entender nada de este sujeto—dijo rascándose la cabeza por el estrés.

—No hay nada qué entender, estaba encerrado junto a nosotros, creo que debe de ser por algo —se cruzó de brazos. Cooper negó y tomó su tableta.

—Ese es el punto, ¿qué tal si es alguien peligroso? —ciertamente no se habían puesto a pensar en ello.

—Tranquilo. Solo es cosa de... —sin aviso; aquel chico comenzó a toser, y a despertar violentamente. El monitor cardíaco enloqueció y ellos quedaron expectantes ante lo que sucedería. Abrió de golpe sus ojos y se topó con aquel peculiar dúo.

—¡Que demonios! ¡¿Dónde estoy?! —exclamó agitado, buscó levantarse pero Cooper se apresuró a detenerlo.

—Tranquilo, tranquilo, estás a salvo —mencionó con toda la calma del mundo

—¡¿Dónde?! ¡¿En dónde estoy!? —sus pupilas estaban dilatadas y su tórax no dejaba de subir y bajar con velocidad.

—Tranquilo, solo cálmate y te contaré todo, ¿está bien? —tal vez fue la manera pasiva o que ya no estaba en una fría celda lo que le hizo calmarse, se relajó de poco en poco hasta tranquilizarse—. Estás a salvo, te trajimos a un lugar seguro, somos...

—Alterados —se adelantó a decir.

—Sí, básicamente —aseguró y se apartó para darle más espacio.

—Había escuchado rumores sobre ustedes, que... seguían con vida. Jamás lo creí.

—¿Entonces, tú no eres uno de nosotros? —preguntó Cold. El chico de piel clara y cabello castaño negó rotundamente.

—No... al menos, no que yo sepa.

—¿Recuerdas qué sucedió? —inquirió Cooper y tomó una pequeña linterna.

—No —volvió a decir, Cooper dirigió la linterna, pero él sujetó su brazo con desconfianza.

—Tranquilo, solo quiero revisar que no tengas algo grave —agitó la linterna—. ¿Puedo? —el muchacho asintió, se veía un par de años mayor que aquellos dos, pero sin duda era joven, al menos como para estar recluido en una prisión de la Orden.

Cooper pasó la luz a través de sus ojos, sus pupilas dilatadas la siguieron sin problemas, además que se mostraron peculiares a la hora de la revisión.

—Bueno, no tienes ningún traumatismo o algo similar, pero, lo más posible es que tengas un episodio de amnesia, por ello no recuerdas qué pasó.

—Que conveniente, más tratándose de alguien que estaba en una prisión de la Orden —mencionó Cold y él nuevamente se mostró atónito.
Se quedó completamente callado, parecía que estaba pensando detenidamente algo.

En eso un fugaz resplandor celeste apareció silencioso tras ellos. Quick, callado como gato se acercó a sus amigos y los sujetó por los hombros.

—¿Qué hacen, chicos? —preguntó, y por el sobresalto Cold casi le suelta un golpe, demás decir que Cooper dejó caer sus lentes.

—¡Diablos Quick! ¡Avisa cuando te vayas a aparecer así! —regañó Cooper a la par que el velocista estallaba en carcajadas.

ALTERADOS: El Origen De Los Defensores Donde viven las historias. Descúbrelo ahora