Capítulo 12

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Jared

Una alarma empieza a retumbar en mis oídos, y frunzo el ceño. ¿Desde cuando tengo puesta una alarma?

Abro los ojos y tardo de acostumbrarme a la potente luz que se cuela en la habitación a través de la ventana, y entonces me doy cuenta de que no estoy en mi habitación, y de que no llevo nada de ropa. Y entonces la veo a ella, desnuda, a mi lado.

Se remueve en la cama y estira uno de sus brazos para coger su teléfono y parar la odiosa melodía. 

-¿Cómo cojones he acabado aquí? -me pregunto más bien a mí que a ella.-

Alice se vuelve y frunce el ceño.

-Mierda. -Gruñe.- No me acuerdo de nada.

Yo sí, recuerdo el primer polvo en los baños, ahí estábamos más o menos bien, pero no recuerdo después haber venido aquí.

-Joder. -ahora gruño yo.- Hoy tengo el combate.

-Vístete y te llevo. -me dice.- Aún tenemos tiempo.

Se levanta de la cama sin pudor alguno y observo sus magníficas curvas.  No disimulo en mirarla, si ella no intenta taparse es porque quiere ser observada.

Me incorporo y me agacho para coger mis calzoncillos y ponérmelos.

-¿Crees que tienes posibilidades de ganar? -me pregunta Alice una vez estamos saliendo de su casa.-

-Tengo todas a mi favor. -le aseguro.- 

-¿Cómo estás tan seguro sin si siquiera saber contra quien vas a competir? -alza una ceja.-

-Tener la autoestima bien alta es lo necesario para ganar. -me encojo de hombros.-

-¿Ese es tu truco? -sonríe.- Y yo que pensaba que eras un chico que entrenaba día y noche. 

-Como ves, no lo necesito. 

Pone los ojos en blanco. Nos acercamos a un pequeño coche blanco, el que parece ser suyo, y en menos de quince minutos llegamos a una especie de almacenes, como en Heaven, pero mucho más elaborados.

-¿Suele venir mucha gente? -le pregunto.-

-No. A la gente en España no le gusta esto, solo a los cinco macarras de la ciudad. -explica.-

 Recuerdo como los callejones siempre estaban llenos de gente cada viernes, como todos gritaban y animaban a que uno le diera una buena paliza al otro.

Salimos del coche y entramos en el almacén, en el que hay una especie de gradas. Diviso al padre de Alice al otro lado del almacén, y ella me lleva hacia él. 

-Pensaba que no vendrías. -confiesa.- Vamos, entra en los baños y cámbiate de ropa. 

Frunzo el ceño. ¿Cambiarme de ropa? Su padre casi me arrastra hasta los baños, donde contemplo unos pantalones cortos de deporte color rojo y una camisa de tirantes blanca. 

-El rojo siempre es nuestro color. -me explica.- Y la camisa blanca es obligatoria.

-¿Cuánto dinero voy a conseguir si gano? -le pregunto mientras cojo las prendas.-

-Depende de cuánto apostemos. Voy a ir a por números altos porque tengo la fe de que puedes ganar esto, así que no me decepciones. 

 Y después de decir eso se marcha. ¿Va a apostar por mí? Frunzo el ceño y me cambio de ropa. Empiezo a plantearme la situación de que sea yo quien pierda, y que el padre de Alice no quiera que vuelva a competir... Y decepcionar a Alice.  

DROPPED 3 - AGAINDonde viven las historias. Descúbrelo ahora