03. El principio (II) parte1

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Lay era de esas personas que no anhelaba ni deseaba nada ni mucho menos se atrevía a soñar, porque hubo una época en la que era muy feliz tenía la familia perfecta él no pedía riquezas ni una gran casa el solo disfrutaba de la vida junto a sus padres ese era su perfecto mundo.

Pero no todo es para siempre y un día le arrebataron lo que más quería, le quitaron su único sueño. "Permanecer junto a sus padres para siempre".

Desde ese día cada vez que piensa que puede ser feliz algo pasa y se lo arrebata una vez más, era por eso que Lay vive muy deprimido enfrentando el día a día tratando de sobrevivir. Bueno eso era cuando él tan solo tenía 7 años, ahora estaba sin padres sin hogar y muerto en vida, ahora que tenía 17 años las cosas no habían cambiado.

Ese día no era diferente de los demás Lay estaba cuidando las ovejas de la granja en la que trabaja, la paga no es buena pero le alcanza para poder comer y solo eso ya que dormía en el establo junto con los animales.

—Todavía sigo vivo. —Suspiro al verse de nuevo en ese establo. Sin embargo un ruido lo sacó de su depresión, asustado se acercó a los caballos que se movían inquietos. Cogió una pala y la levantó como si de un bate se tratara.

Listo para defenderse, se acercó cuidadosamente, paso a paso pudo ver la silueta de un hombre encima de uno de los caballos atacando su cuello. Al verse descubierto la vista del hombre se clavó en los ojos de Lay, asustado por aquellos ojos color rojo dio dos pasos hacia atrás, trato de huir y gritar por ayuda pero no le fue posible ya que aquel ser en un rápido movimiento lo tomo por la espalda aprisionandolo contra su cuerpo y listo para que sea su merienda.

—¡Hazlo!. —Hablo Lay, en su voz se pudo notar temor, resignación tal vez. Cuando tu hora te llega no hay nada que puedas hacer. Solo darle la bienvenida la muerte.

—¿Qué?. —Se cuestionó. —Se supone que deberías intentar huir correr y gritar para que te salven. —La revelación hizo que el desconocido aflojara un poco el agarre en Lay. El quería cazar a ese chico desde que lo vio caminando por la calle principal. —Solo hazlo no tengo nada que perder, no tengo nada para dar, por lo menos a ti te servirá de alimento. —Lay estaba resignado y vio en ese hombre la salida que hace años estaba esperando, la tan ansiada muerte.

—¿Sabes que soy?

—¿Eso importa?

—No, pero aun así ya perdí el apetito. —Mentiroso se dijo el mismo, No podía engañarse, el aroma de Lay lo llamaba a probar su sangre a reclamarlo como su pareja. Extraño e imposible ya que las parejas solo se pueden dar de la misma especie y Lay era solo un humano.

Soltó su agarre de Lay y cuando se disponía a retirarse, este lo sujetó del brazo. —Por favor. —Rogó, arrodillándose ante el desconocido. —¿Es tanta tu desesperación para morir?. —Levantó su rostro tomándolo del mentón y viéndolo, agregó. —¿Qué incluso llegas a pedirlo de rodillas? ... soltó con brusquedad su cara, como si la piel del chico lo quemara. —Que humillantes son los seres humanos. Me largo y olvídate que me viste—Esto último lo dijo mirando a los ojos de Lay para así poder hipnotizarlo dejándolo triste y desubicado.

Desde aquella noche aquel hombre llegaba a la granja solo para observar al chico que lo dejó con una sed insaciable de querer probar no solo su sangre sino también su cuerpo. Su nosferatus quería reclamarlo, quería sentirlo, quería enterrarse en él hasta que solo pudiera gritar su nombre, hasta que solo pudiera verlo únicamente a él.

Un mes, Se dijo. Ya había pasado un mes de constantes visitas a escondidas, de verlo y no poder tocarlo de olerlo y no poder tomarlo, pero todo debe llegar a su fin. La noche en la que miraría por última vez a aquel humano había llegado, esa noche partiría a su hogar, sin embargo, grande fue su sorpresa al percatarse que la granja donde vivía aquel chico estaba envuelto en llamas, envuelto en un espeso humo negro que rodeaba la casa. Al frente de esta se encontraban un cúmulo de personas y en un rincón se encontraba Lay a punto de morir, atado a un poste de madera, todo golpeado y sangrando sin embargo no gritaba para pedir ayuda, no luchaba para salvar su vida.

Sin pensarlo más, el joven que se encontraba en las sombras observando aquella escena salió y en un rápido movimiento del cielo empezó a caer gotas de agua, apagando el fuego de la casa y el que estaba por consumir a Lay. Se acercó rápidamente y lo sacó de aquellas llamas de fuego que estaban por consumirlo. Tan rápidos fueron sus movimientos que los aldeanos se asustaron y salieron corriendo despavoridos del lugar. El vampiro se llevó a Lay a su casa o donde se estaba quedando por el momento. Lo recostó en la cama, curó sus heridas y lo dejo descansar.

A la mañana siguiente cuando Lay recobró el conocimiento, se encontraba desorientado. —Aún con vida.—Se dijo exhalando un suspiro, sin embargo no se dio cuenta que desde el marco de la puerta del baño un hombre lo observaba, así que a un sin mirarle Lay le preguntó —¿Fuiste tú quien evitó mi libertad?—

—Así que estar muerto para ti, es libertad... sí que eres extraño. —Respondió el ser oscuro. Antes que Lay pudiera responder este continuo. —Puedo saber el porqué de tu obsesión por estar muerto? creo que lo menos que puedes hacer es contarme, tal vez pueda concederte tu deseo después.

Al parecer a Lay le gusto esa propuesta porque empezó a hablar. —Tú desearías lo mismo si estuvieras en este mundo solo y sin recuerdos, sin siquiera saber tu nombre verdadero, sin saber si tenías padres o si fuiste abandonado... —De sus ojos empezaron a brotar lágrimas, Lay no quería verse débil vulnerable pero ya no podía aguantar ese sentimiento, así que solo ese día se permitió derramar aquellas lágrimas amargas que tanto dolor le causaban. —No saber nada de ti o tu pasado es como estar muerto, la única diferencia es que estando vivo, te lo recuerdan todos los días, si muero nadie se sentirá triste ni siquiera llorara por mí, nadie me recordará. Por favor ayúdame a ser libre, acaba tú con mi miserable vida. —Pidió Lay entre sollozos y con la voz quebrada. Al vampiro se le partía el alma y el corazón por cada palabra y sollozo que escuchaba de Lay.

No podía creer las cosas que aquel chico había pasado ni tampoco el dolor que sentía, sin embargo decidió no flaquear ni llorar junto con el. —Así que deseas la muerte por que estas solo, y por qué no sabes nada de tu pasado.... Yo te daré un propósito, piensas que si mueres nadie te extrañará, pues ahí es donde te equivocas. —Se acercó hacia la cama y se posiciono encima de Lay colocándose entre sus piernas y dando ligeros besos para secar aquellas lagrimas que aun brotaban de sus ojos. —Has estado solo todo este tiempo, pero eso se acabó, de ahora en adelante estarás a mi lado. A partir de este momento estas conmigo, me perteneces, tu único propósito es complacerme. —No sabía por qué estaba diciendo aquellas palabras, simplemente su nosferatus lo dominó, su instinto lo reclamaba como suyo, como de su propiedad y simplemente se dejó llevar.

El calor de su cuerpo aumentaba a cada segundo, sin embargo no era el único que se sentí así, el cuerpo de Lay extrañamente reaccionaba a cada toque que este le daba. —Para...para por favor .... —Suplico Lay con la respiración agitada.—¿Qué ocurre?. —Pregunto. —No se....no me dijiste tu nombre, en aquella noche, ¿cómo te llamas?.—volvió a preguntar. —Tú puedes decirme Suho. —Entonces se dio cuenta de algo. —Pero cómo... ¿cómo es posible que me recuerdes?... yo te hipnotice...como es...—Suho no podía creer aquella revelación. —Es imposible que recuerdes eso, es imposible que mi instinto lo elija como mi pareja, no... esto no puede estar pasando. —Esos fueron los pensamientos de Suho, mientras miraba a Lay con una expresión de confusión, Lay no entendía por que había parado, su cuerpo estaba caliente y lo necesitaba, no sabía por qué pero poco a poco empezó a perder el control, como si no fuera él, como si fuera otra persona. —Te.. te necesito...por favor....esto quema... ayudame. imploraba Lay, arqueando su espalda para así poder hacer fricción con el miembro ya despierto y duro de Suho.

El mayor también empezó a sentir ese calor, esa necesidad así que por un instante hecho sus pensamientos por la borda, para poder concentrarse en lo que le estaba proporcionando Lay sin darse cuenta, ese placer que sentía al hacer fricción sus cuerpos, ese calor que los unía los hacía sentir completos, como si fueran uno, algo que solo pueden sentir las parejas destinadas, algo que solo se puede dar por especies del mismo clan.

♣ EL PRESAGIO & AKAMY - EXO ♣Donde viven las historias. Descúbrelo ahora