( AL FINAL TENÉIS FOTOS DE LOS BIKINIS Y OUTFITS DE ALEX Y SUSANA)
El transcurso del tiempo había ido sumamente lento, desde que había cerrado mi habitación a cal y canto me quedé en la cama observando el techo, minuto tras minuto, de manera que cuando escuché unos nudillos golpear suavemente la madera de mi puerta desvié la mirada por primera vez.
Me levanté de la cama desganada y andé hacía la puerta rezando para no encontrarme al capullo de Eric. Suspiré y giré el pomo. Al abrir la puerta me encontré a Susana. Llevaba un bañador de girasoles, lo cual me despistó un poco, a decir verdad.
- Hola. - Mi amiga me sonrió y se pasó un mechón de pelo detrás de la oreja.
- ¿Puedo pasar? - Me eché a un lado dejándole vía libre para que pudiera entrar, después volví a cerrar la puerta. Mi amiga se miró en el espejo y se sentó en mi cama fijando sus enormes ojos verdes en mí. Decidí romper el silencio:
- ¿Y? ¿Nada de nada? ¿No vas a decirle todo lo que se te pase por la cabeza o algo? - Susana rodó los ojos y soltó una carcajada. No era muy normal en ella ser tan serena cuando alguien me dejaba en ridículo.
- Tranquila fiera, paciencia. - Empezó a deshacerse el moño que llevaba hecho. -Ya habrá ocasión, lo vemos veinticuatro horas, los siete días de la semana. Ahora tú y yo vamos a ir a la playa, que te veo de bajón. -Me sonrió y se levantó para darme un fuerte abrazo. En momentos así no podía imaginarme sin ella, menos mal que decidió venir conmigo.
- Creo que es muy buena idea, aunque siendo franca, no estoy de humor. -Susana me miró y arqueó una ceja.
- No pienso aceptar un no por respuesta. Ponte guapa, nos vamos a South Beach. - Dicho esto mi amiga salió de mi cuarto sin darme tiempo a rebatir su última orden, pero tenía razón, teníamos que despejarnos.
Abrí el armario y opté por un bikini blanco de Tommy Hilfiguer. Saqué un bolso del armario y preparé todo lo necesario para pasar la tarde en la playa. Cuando estuve lista salí de mi habitación y bajé las escaleras para reunirme con Susana.
Mi amiga me esperaba en el recibidor junto con Óscar, Lewis y mi querido hermano.
- Cuando queráis podemos irnos. - Les dediqué una sonrisa y salimos a la calle.
- Alex, ¿sabes surfear? - Miré a Lewis, parecía ilusionado.
- Hace mucho que no subo en una tabla, de pequeños solíamos pasarnos los veranos surfeando en el mar Cantábrico, pero dejamos de ir. - Lewis me sonrió.
- Me alegro de que sepas, porque ahora vamos a surfear. - Me paré en seco, pero Lewis siguió avanzando hacia el coche. No recordaba cómo mantener el equilibrio en la tabla, y siendo sincera, lo que menos me apetecía era caerme repetidas veces subida en una ola.
[...]
Aparcamos el coche en el parking antes de pasar por la tienda de surf en la que Lewis había reservado el equipo para surfear. Al entrar un hombre rubio y exageradamente bronceado nos atendió. Nunca entendería la obsesión de la gente con los rayos uva.
Una vez recogido el equipo, nos dirigimos a la playa. Óscar y Félix se encargaron de montar una sombrilla lo suficientemente grande como para que cupiésemos los cinco. Susana comenzó a estirar las toallas mientras Lewis y yo llenábamos la nevera portátil con refrescos y cerveza.
- Óscar y yo nos quedamos aquí mientras vosotros surfeáis. - Miré a Susana, no paraba de echarse capas de autobronceador bajo la atenta mirada de los chicos de alrededor.
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Demasiada Testosterona (TERMINADA & EN EDICIÓN)
Novela JuvenilLos padres de Alexandra son arquitectos de gran prestigio, tras recibir una irrechazable oferta sobre un proyecto en el extranjero, Alex se verá en la obligación de dejar su país natal para mudarse con su hermano mayor Félix a Miami. Este giro in...