CAPÍTULO 9: NO ENTIENDO NADA.

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ÓSCAR

Sentía cosas por Alex desde hacía un tiempo. Cuando me enteré de que vendría a vivir con nosotros una parte de mí se puso muy feliz de volver a verla, solo hablábamos por Skype de vez en cuando, aunque he de decir que el hecho de que fuera la hermana de mi mejor amigo hacía que actuara de una forma distinta a la que realmente me gustaría.

Alex y yo siempre hemos pasado mucho tiempo juntos, nos conocemos bien, lo cual lo hace todo más sencillo. Sentía el deber de protegerla y cuidarla más que a nada.

Siempre ha sido una mujer muy independiente y no ha perdido el tiempo con minucias, eso me gustaba mucho de ella, aunque si soy honesto he de decir que Alex era una chica única, y eso la hacía especial a ojos de aquellos capaces de ver más allá de su cálida belleza.

Tras despertar en su cama decidí hacer unas llamadas, era hora de dar el primer paso. Recuerdo la vez que Alex entró en el acuario de Valencia y se coló en la parte trasera de los espectáculos acuáticos para ver a los delfines de cerca. Llamé a un amigo que trabajaba en el acuario de Miami y preparé una tarde para nadar entre delfines.

Tras ponernos los trajes de neopreno Alex y yo andamos hasta la piscina en la que nadaríamos en compañía de sus mamíferos favoritos. Subimos a una plataforma de plástico, el agua nos llegaba a la altura de las espinillas. Alex me miró y me sonrió antes de saltar de cabeza a la piscina con los delfines, yo en cambio, opté por sentarme en la plataforma y contemplar como ella y los delfines se echaban agua.

- Óscar, ven. - Alex no paraba de reírse. Estaba muy guapa. Me puse de pie en la plataforma y salté al agua para reunirme con ella.

- Me alegro de que te lo estés pasando bien. - La tenía a menos de un metro de mí. Su melena color chocolate caía perfectamente lisa y se expandía al entrar en contacto con el agua.

- ¿Bromeas? ¡Esto es genial! Muchas gracias por esto. - Me sonrió y acortó la distancia. - Ven, vamos a sacarnos una foto. - Una de las entrenadoras de delfines se acercó a la piscina con una cámara. Alex y yo nos miramos, sentía unas ganas enormes de besarla, así que le aparté el pelo y la besé. Justo en ese momento, en cual nuestros labios se unían uno de los delfines saltó por encima y la entrenadora sacó la foto.

ERIC

Cuando vi a Alex y a Óscar juntos en el balcón sentí una rabia inmensa. No solo se besaron si no que estuvieron intimando.

Al levantarme al día siguiente, vi como Óscar salía de la habitación de Alex a hurtadillas, noté como la sangre me hervía solo de pensar que le hubiera puesto un dedo encima. No tenía la necesidad de acostarme con ella, todo era diferente con Alex. Cuando estaba con ella todo era más liviano, más fácil, me hacía sentir bien conmigo mismo, era única.


Bajé a la cocina y escuché como Óscar les contaba a los chicos que iba a llevar a nadar a Alex con los delfines. Puse los ojos en blanco y entré en la cocina.

- ¿El viejo truco de los delfines? Creo que, si quieres impresionarla, deberías currártelo un poco más, Óscar. - Le di un sorbo a mi café después de lanzar la primera piedra.

- No conoces a Alex como la conozco yo, al fin y al cabo, solo te interesa conocer a mujeres para llevártelas a la cama. - Noté como el ambiente se tornó pesado.

- Siento lastima por ti, es evidente que Alex sale contigo por ser el mejor amigo de su hermano, hazte un favor y deja de hacerte ilusiones, nunca va a pasar. - Le miré fijamente y se marchó con una bandeja llena de comida.

Me aterraba la idea de no volver a sentir a Alex al otro lado de la cama y de no volver a abrazarla mientras dormía entre mis brazos. No sé qué es lo que me pasa, pero si de algo estoy seguro es de que no puedo perderla bajo ningún concepto, es lo único bueno que me ha pasado en esta vida y yo fui un capullo por orgullo.

Demasiada Testosterona (TERMINADA & EN EDICIÓN)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora