CAPÍTULO 3: ES POSIBLE QUE NO SEA TAN MALO.

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A la mañana siguiente me desperté en mi habitación con Susana a mi lado, tuvimos que beber demasiado, no me acordaba ni como habíamos llegado a la cama. Me levanté con sigilo para no despertar a Susana y salí al pasillo.

La casa estaba hecha un auténtico desastre, creo que la fiesta se nos fue un poco de las manos. Me miré en el espejo del pasillo y vi que seguía con la misma ropa de ayer. Apestaba a cloro y alcohol.

Volví a mi cuarto antes de que alguien me viera con esas pintas, o incluso peor, que me oliese. Eché la ropa a lavar y me di una ducha antes de bajar a desayunar y empezar a limpiar este desastre.

Después de darme una ducha salí nuevamente al pasillo, estaba peor que el jardín. Por Dios, cuanta mugre. Fui pasando por encima de vasos y charcos de refrescos y alcohol, en ese momento agradecí que no tuviésemos una moqueta en el suelo.

Al bajar me encontré a Eric en la cocina. Estaba dormido sobre la isla. Gran parte de los chicos estaban en el salón durmiendo en los grandes sofás, aunque otros dormían en sus habitaciones.

- Eric. - Le toqué el hombro. No reaccionaba. Le aparté el pelo de la cara para comprobar que estuviera bien y volví a llamarle.

- ¿Alex? - Eric empezó a abrir sus ojos así que retiré mi mano de su pelo.

- Sí, soy yo. - Lo miraba un poco desconcertada, nunca me había encontrado a nadie durmiendo en una isla.

- Ayúdame. - Eric se levantó y empezó a tambalearse.

- Hey, hey. - Me coloqué delante suya y él se apoyó en mí.

- Quiero vomitar. – Se pasó los dedos por el cuello de la camiseta, no tenía buen aspecto.

- Está bien. Venga vamos. - Fuimos al baño de la planta baja donde a pesar de la mugre él se tiró de rodillas y empezó a expulsar todo el alcohol ingerido. Mientras vomitaba yo me apoyé en el umbral de la puerta. - ¿Quieres ir a tu habitación? - Eric se incorporó con dificultad y asintió. Dejé que se apoyara en mí mientras subíamos a la segunda planta para llevarlo a la habitación que él me había indicado.

- ¿Mejor? - Él se quitó la camiseta con torpeza y se dejó caer en la cama antes de responderme.

- La luz. - Entré en su habitación y corrí las cortinas cubriendo el ventanal que daba al balcón dejándole completamente a oscuras.

- Si necesitas algo, estoy abajo. - Cerré la puerta y bajé a la cocina para hacerme el desayuno. Una vez que hube desayunado comencé a recoger la cocina.

- Buenos días. - Me giré y me encontré con Ryan en el marco de la puerta.

- Buenos días, ¿quieres desayunar? He hecho café. - Ryan entró en la cocina rascándose la cabeza.

- Gracias...- Se dirigió a la cafetera y se sirvió una gran taza de café agotando lo que quedaba en esta. - ¿Eres la única que está despierta? – Le dio un largo sorbo mientras me miraba esperando una respuesta.

- Eso me temo. - Se sentó en uno de los taburetes de la isla y suspiró.

- Después de tomarme el café iré al supermercado, ¿te vienes? - Terminé de fregar mi taza y le miré.

- Sí, necesitamos productos de limpieza, solo tenéis una escoba y un recogedor. – Me apoyé en la isla mientras Ryan intentaba reanimar las neuronas para poder comunicarse como una persona normal.

- Aunque no lo creas, con eso nos basta. - Soltó una risa mientras seguía bebiendo de su gran taza de café.

Mientras Ryan se duchaba yo terminé de limpiar la parte baja sin despertar a ninguno de los chicos que había en el salón.

Demasiada Testosterona (TERMINADA & EN EDICIÓN)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora