23. LizzyWinnie.

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Vueltas y vueltas en bicicleta alrededor de la manzana. Sin ningún rumbo, Liz debía decidir a quién llevar a New York. Después de la charla con Andrea había detenido sus consideraciones para llevar a James. No podía llevar a Erin o Leah porqué probablemente armarían cacareadas conmociones que concebiría que las sacaran de los vestíbulos. Ni a John o a Jenny, porqué John había lastimado a Jenny y con Jenny iría a Londres antes de entrar al High School. Pensó y pensó; una rueda estuvo a punto de resbalar gravemente con una roca para dejar caer su cuerpo en un montón de tierra. Lo cual sólo provoco una risa proveniente de sus sentimientos más escondidos. No podía ir sola, se aburría inmensamente. Ya tendría tiempo de estar sola cuando instalara la agencia de turismo que tenía en mente.

    ¿Cuántas personas había dicho Evan? ¿Dos? ¿Tan pocas?

    Demasiadas dudas, y ni siquiera había hablado con Dafne acerca del viaje. Debido a que su querida madre no había llegado para cenar.

    Se dirigía a un árbol totalmente distraída cuando un grito la sacó de su ensoñación. Se había imaginado frente a la estatua de la libertad fotografiándose con personas a su alrededor, diciéndoles cosas en otros idiomas que no entenderían. Riéndose.

    La bicicleta trastabilló, su cuerpo cayó inerte a un lado del árbol. Su bicicleta chocó con el árbol. Liz gruñó de molestia. Se encontraba genial imaginando su mundo en su simple cabeza. El césped estaba completamente mojado por unas gotas recientes de lluvia inocua, que probablemente habría caído por la noche del día anterior.

    Se acercó Timothy carcajeándose en silencio. Frunciendo más un labio del lado derecho que del izquierdo. Es lo que le gustaba llamar media sonrisa.

    — ¿En qué estabas pensando?—preguntó Timothy.

    Liz se encogió de hombros alzando la mano para obtener su ayuda. Antes de que pudiera responder una cosa u otra, dejo caer su peso sobre el suelo nuevamente.

    — Hey, Timothy.

    — Hey Lizzy.

    — ¿Quieres ir a New York conmigo?

    Timothy lo dudó unos segundos. Consideró las opciones de que eso fuera mentira o fuera verdad. La chica tenía quince años y acababa de golpearse la cabeza.

    — Seguro. ¿Vas a llevarme en tu bicicleta?—se burló Tim señalando el aparato destruido con gracia.

    Liz sonrió de lado atarantada.

    — No, iremos una semana. Mi primo Evan está de gira, nos dará el pasaje y nosotros tendremos que pagar el hotel y las otras cosas.

    Timothy frunció el ceño. Se limitó a reír.

    — ¿Quién es tu primo? ¿Evan Juno?—preguntó Tim exasperado. Desde su punto de vista todo parecía una triste broma de parte de su amiga. Quién ideaba planes en su cabeza.

    — Sí. —Ironizó ella. Timothy se cruzó de brazos.

    — Imposible. Además, sí así fuera. ¿Por qué querrías llevarme a mí? ¿Por qué me elegirías a mí si tienes un montón de amigos?

    — Tal vez por qué no tengo muchas opciones y se me acaba el tiempo. Y pareces un buen compañero de viaje.

    Timothy lo meditó unos segundos, para reír echando la cabeza para atrás.

    — Liz, me caes bien. Pero no bromees conmigo de esa manera.

    — Que no estoy bromeando, cabrón—insistió. —Es más, ven. Debemos hablar con alguien para dejar en claro lo del transporte.

Increíblemente SarcásticoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora