9. Hojalata Sensible.

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    — ¿Te interesa probar?—preguntó John acercando el vaporizador púrpura a la mano de Liz, ella se tomó menos de un segundo en pensar. Tomó el vaporizador en sus brazos, analizó cada detalle e hizo varias preguntas.

    — ¿Qué sabor tiene ahora, Chocolate?—respondió Liz.

    — Skittles.

    — ¿Eso qué es?—volvió a inquirir Liz.

    — Un dulce, Jenny me ha regalado el liquido extra aunque aún me quedaba del original—explicó John encogiéndose de hombros—No tienes que probar sí no quieres...—comenzó a decir, Liz tomó el vaporizador entre sus dedos. Se lo acomodó como si fuera un cigarro con rapidez, inhaló el vapor, segundos después lo expulsó ágilmente. No recordaba lo que sentía en la lengua al expulsar el vapor con demasiada rapidez. Tuvo ansiedad de toser, se aguantó.

    — Y, ¿Qué tal?—confirió John una vez Liz había tomado dos caladas con la respiración entrecortada; las manos sudorosas.

     — Excelente—exhaló Liz con cierto tono de alivio. Toda la sensación recorría su cuerpo de pies a cabeza. Como un sentimiento sin pies, ni cabeza.

    John asintió, dio varias caladas. Liz miraba a los automóviles pasar por delante de él. Contaba mentalmente los rojos, los azules, los blancos; mantenían distraídas sus verdaderas preocupaciones, sus terribles problemas.

    — Ahora que ya estás menos ida. ¿Me dirás porque has aparecido en mi casa a las siete de la noche con los ojos rojos y una mala mentira en tu boca?

    — Dos caladas de un maldito vaporizador no me hacen menos idiota—replicó Liz—Pero te diré que Violet ha dicho cosas que en el fondo son ciertas y que a la antigua Liz no le afectarían pero relativamente lo hacen, inmensamente.

    John rodó los ojos, dio otra calada al vaporizador.

    — Al paso que vas terminarás el liquido de Skittles en menos tiempo del que se supone que deberías—conyugó ella. John volvió a encogerse de hombros, no era como si le importaran mucho ese tipo de cosas. El líquido se acababa, compraba más. Tenía dinero. Estaba a lo seguro, tenía cosas que valorar, cosas con las cuales conformarse.

    — ¿Qué dijo Violet?

    — Cosas de James, inocuas, realistas... Dijo que debería de darme cuenta de una vez por todas que él no quiere nada conmigo. Que sólo busca diversión y que probablemente esté reservando sus sentimientos para cuando yo sea una persona importante—le contó Liz. John frunció los labios, se movió los anteojos al puente de la nariz.

    — ¿Por qué dejas que lo que dice Violet te afecte?

    — Porque tiene razón.

    John se levantó del césped que cubría de lado a lado el terreno trasero de su morada. Liz se apoyó en él, caminaron a la entrada. John tuvo que remover un alambre para evitar rozarse incidentalmente y que ese roce provocara una fea cicatriz.

    — Te hace falta un poco de diversión—propuso John—Venga hay que llamar a Jenny e iremos por un helado.

    En menos de una hora habían caminado hacía la casa de Jenny, está misma se había resignado principalmente a salir. Se reconcilió con un beso de John y las confesiones del día anterior se habían esfumado como el vapor del cigarrillo electrónico. Jenny se había teñido el cabello color café por la noche, se miraba normal. Lo que nadie sabía era que el vino de sus padres estaba casi por consumirse por completo, atravesando los labios de la chica de cabello verde que tenía problemas con su novio todos los días. Hablaron de aquella serie televisiva que John y Jenny miraban por computadora, y fueron al café Triple P. Ordenaron tres helados dobles de chocolate. En la televisión del lugar Yuri colocó una película de Angelina Jolie. Rieron un buen tiempo, terminaron el helado. Pagaron y se fueron. En el camino de regreso a casa de Liz los tres dieron varias caladas al vaporizador. Jenny renegó que el líquido no era demasiado barato y que no deberían de soltar vapor a diestra y siniestra pero no le hicieron caso, siguieron con lo suyo. Probablemente John y Jenny planeaban besarse camino a sus casas. Por eso se dirigían a casa de Liz primero que nada. Para dejarla antes que a ellos mismos.

    Cuando Liz llegó abrió la puerta intentando hacer el menor ruido posible. Se encontró a Violet dormida en el sofá con el televisor encendido. A pesar de su propio remordimiento corrió escaleras arriba por una cobija para evitar los escalofríos por la noche, de parte de su inquilina que se había puesto insoportable porque se encontraba enamorada. Tal vez Benjamín no se encontraba pensando lo que Violet creía que pensaba. Tal vez esté chico sentía arrepentimiento, culpa de no buscarla, de no salir de su habitación y tocar a su puerta, de no disculparse. La culpabilidad corría por los aires con más fuerza y velocidad que un rayo de un kilometro por hora.

    Subió a su habitación. Y llamó al número de James, se dejó caer en la cama con la ropa de calle aún puesta. A pesar del vaporizador, de las películas de Angelina, del helado y el punto de vista de otras personas, Liz solo sentía pesar. Sentía un nudo en la garganta proveniente de todos sus sentimientos frustrados, de todo lo que se negaba a ver tal y como era.

    Sólo quiero desahogarme con alguien—pensó Liz, antes de escuchar los timbres repentinas veces. Volvió a llamar, mando a buzón. A la tercera vez dejó sonar el buzón, se limitó a escuchar su voz para relajarse. Para mantener la calma, estabilizar sus respiraciones, evitar los ataques de pánico y ansiedad que le sucedían seguido. Por más que quisiera tenerlo ahí, con sus brazos rodeándole la espalda. No era posible.

    ''Hola, Soy James. Por ahora debo estar en otro lugar que es muy importante como para no tener el teléfono al alcance de mi mano. Deja tu mensaje''

    — Hey, James—saludó Liz en cuanto el buzón sonó—Sólo quería hablar contigo, tal vez hablar de lo que sucedió esta tarde pero ocurre que no estás aquí—proclamó una mueca, se sonó la nariz—Una tristeza me invadió el llegar a casa. Y Violet dijo cosas que me hacen pensar en lo que nos sucede a nosotros. Lo que sucedería si nos volviéramos algo más por nuestras pequeñas salidas. Quería aclarar sólo eso, hablar contigo al respecto. Que probablemente me dijeras algo que me quitara ese pensamiento de la cabeza, pero de eso nada—ella rió—No sé porque estoy diciendo estas cosas o porque he llamado. Lo siento, yo, sólo lo lamento. Una hojalata sensible te ha dejado esté mensaje.

    Y colgó.

    Y se recostó en su cama con él cobertor hasta la nariz aunque no tuviera frío.

    Y simplemente lloró, un poco, hasta que se cansó de hacerlo. Y cerró los ojos con irritación impertinente, se limpió la nariz con su propio cabello. Entonces, sólo se propuso dormir. En la mañana despertó con una sonrisa.



*

¡Tenía dos capítulos por subir contando este! El que sigue es muy bueno en cuestión de drama.

Espero les esté gustando, ¡Sí te gusta no olvides comentar y votar!

Ya le encargué un booktrailer a ParsonsftCooper :) Y hace unos días me dijo que estaba editando, Lo que significa que.. ¡Pronto tendremos trailer!

Anda insegura mi ciudad así que probablemente escriba mucho el fin de semana. O tal vez no (Ya tengo Netflix)

Gracias por leer.

Los quiere.

Ari.

Increíblemente SarcásticoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora