Increíblemente Sarcástico

32. Recuerdos | Leah y John.

Me veo obligada a escribir en el mismo apartado a Leah y John por qué casi termina mi viaje. Falta sólo media hora para que esté en Indianápolis de nuevo, y quiero terminar de escribir los apartados antes de pisar tierra otra vez.

En pocas palabras, Leah cambio considerablemente en el resto del año. La llegada de Keyla cambió su manera de verle poca importancia a todo, comenzó a ver la vida de colores. Se dio cuenta que podía tener miedo de perder sin verse o sentirse débil. Y se convirtió en la niñera personal de Erin, también tía de Keyla. Fue de las personas más dóciles con la noticia. Fue de las personas que tomaron partido, que parecían saber que hacer al respecto del embarazo. Cuando comunicárselo a los padres de Erin, donde ir, con que doctor asistir a las citas de Keyla, que dieta tomar para proporcionarle una buena alimentación. Era como si ella misma hubiera pasado por eso. Había puesto la excusa de que a lo largo de su vida le había tocado vivir entre mucha gente con muchos niños, por lo tanto había estado a cargo de muchas embarazadas en pleno embarazo como tal. Cuando Keyla nació algo en Leah se iluminó, fue como una luz prendiendo la cola de la luciérnaga en plena oscuridad. Dejo de salir con Ethan muchos meses antes, contactó a un viejo amigo y debe seguir su romance para tal tiempo. Creo que su nombre era Eddie, si no es que Charlie.

Con Leah nunca se podía saber sí algo estaba bien o mal. Sí estaba comprometida a ser novia de alguien o sólo quería pasar un buen rato. Pero sea Eddie o sea Charlie. Recuerdo escucharla decir que creía haber encontrado al amor de su vida.

La última vez que la vi fue en su primera pasarela, había ganado un concurso de belleza y ese día debía desfilar con un vestido esponjoso, con cuello de princesa. Y una falda tan grande que parecía el betún de un pastelillo. Estaba sonriente, cuando la pasarela terminó me llamó al camerino donde su novio ya se encontraba y me lo presentó por su nombre que ahora no recuerdo. Y me dijo que alguien le había dado una tarjeta para una empresa de modelaje profesional en Londres. Y que eso no dejaba de hacerla sonreír. Cuando salí del camerino pude escucharla continuar chillando de alegría ahora con su novio al lado, SU NOVIO. Sigo sin creérmelo.

En cuanto a John, la última vez que lo vi estaba sentado en el escenario del Rount, con la mirada perdida. Ya no tenía un vaporizador en sus labios, tenía un mohín de tristeza. Y no pensé en acercármele, por qué la última vez que lo vi ahí e intente dirigirle la palabra se empeñó en alejarme de él. Sólo caminé a un lado y dejé una carta donde decía una despedida que no me había tomado mucho tiempo escribir. (Realmente lo había escrito entre clases, escribir despedidas era más divertido que escuchar la teoría de Darwin)

Y entonces me alejé de ahí. Dejándolo con su tristeza, que nadie podría arrebatarle a menos que dejara de ser tan evasivo con todo el mundo. Es como el viejo dicho.

Las cosas tienen que terminar para que lo nuevo pueda llegar.

A cambio de Tim, con él tuve la sensación de que nos volveríamos a ver. Que en un par de años o tal vez una década. Decidiría salir a un bar en New York a pedir vino tinto y me lo encontraría jugando hockey con una chica que valiera más que Jane, que inquietara sus hormonas más que Jenny. La chica que fuera perfecta para él, que fuera capaz de soportar las mentiras de su pasado.

Todo el mundo la encontraba, o todas las chicas encontraban a un chico así. Amor recíproco, era justamente necesario.

Cuando mis pies tocaron tierra, guardé el cuaderno de recuerdos en mi mochila, y ajuste la correa a mi hombro. James tomó mi mano y Dafne nos sonrió quitándose los lentes para dejar a la vista sus ojos azules.

*

Otro capítulo muy corto. 

Se pasan por Mejor que en mis libros de AccioCoffee Please^^

Ari.