Capitulo 16

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-¿Hiyori?

-¡Yukine-kun! ¿Qué haces por aquí?

-Comprando, hoy me toca a mí hacer la cena.- decía el chico rubio mientras levantaba una pesada bolsa - ¿Y tú? ¿También estás comprando?

-Sí, encargué unos libros de estudio en la librería y me he llegado hoy a por ellos.

-Eres muy estudiosa, Hiyori.

-Eso intento.- dijo riendo.

Ambos empezaron a caminar en la misma dirección a pesar de que la estación no estaba en ese camino rumbo a casa de la chica pero Yukine la siguió sin más mientras seguían hablando de las clases, del Consejo Estudiantil y de su hermano, Yato.

-Hoy le toca trabajar, al igual que mi madre.

-Entonces te toca a ti hacer la cena.

-Así es. Mi madre llega muy cansada últimamente y como no tengo nada que hacer pues eso que le quieto de en medio.

-Eres un buen hijo, Yukine-kun.

El chico se ruborizó hasta tal extremo que se giró para que Hiyori, sonriendo de oreja a oreja, no le viera cuando...

-Ah, ¿Ese no es Hinata-senpai? – murmuró señalando hacia la otra acera.

-Es cierto, es él. Hinata-sen- pero Hiyori no pudo terminar de pronunciar su nombre cuando alguien le tapó la boca y tiró de ambos hacia atrás para ocultarse en un callejón.

-¡Déjala en paz pervertido! – gritó Yukine al mismo tiempo que Hiyori cogía la mano que la tenía presa y, haciéndole una llave, tiró al desconocido al suelo con el pecho en el suelo y retorciéndole el brazo.

-¡Soy yo, soy yo! ¡Soy Yato! – gritó y, efectivamente, el chico al que le estaba retorciendo el brazo era el mismísimo presidente estudiantil.

-¿Yato? ¿Qué haces aquí?

-Eso mismo iba a preguntarte yo, ¿Por qué nos has arrastrado a este callejón, hermano idiota?

Hiyori le soltó rápidamente pidiéndole disculpas pero Yato no respondió a ninguno de los dos, sino que se asomó para ver si esa persona seguía ahí. Yukine y Hiyori le imitaron.

-¿De quién huyes?

-No me digas que la has liado en el trabajo y te están buscando por algo.

-Nada de eso, y nadie me persigue, pero no podía dejar que le vierais con ella.

-¿De quién hablas?

-¿Te refieres a Hinata-senpai? – "shhhhhhhh" susurró Yato tapándole la boca a su hermano quién respondió con una patada tirándole de nuevo al suelo - ¿Por qué tanto secretismo? Solo queríamos saludarle.

-Lo sé pero, es algo complicado de explicar.

-Inténtalo.

Yato suspiró mientras se asomaba de nuevo. Hinata había desaparecido. Ella también. ¿Qué estaba haciendo allí? Y más importante, ¿Qué estaba haciendo con ella? ¿Por qué ahora? ¿Por qué de nuevo?

-Esa chica era la profesora particular de Hinata cuando estaba en primer año.

-¿Y qué tiene eso de secretismo?

-Porque durante ese tiempo ellos estuvieron saliendo juntos.

-¿¿¿¿¿EEEEEEEEEEH????? – gritaron Hiyori y Yukine a la vez llamando la atención de los transeúntes que pasaban por la calle y miraban al callejón. Yato les agarró a ambos de las manos y tiró de ellos al exterior mientras caminaban a paso rápido.

-¿Aún siguen juntos? – preguntó Hiyori a quién le vino a la mente Yui y se sintió un poco triste.

-Claro que no. Ella le dejó unas semanas antes de acabar el curso.

-Entonces, si ya no hay nada entre ellos que más da que les veamos.

-Yukine, hay cosas que es mejor no verlas y no saberlas, por eso os prohibido que digáis nada delante de Hinata, y mucho menos delante de Haku. ¿Entendido?

Ambos asintieron pero tenían muchas, muchas preguntas que hacerle. ¿Por qué tanto misterio? ¿Quién era ella? ¿Acaso pasó algo entre ellos para que rompieran?

En silencio, y cada uno en sus pensamientos, prosiguieron su camino rumbo a la estación a acompañar a Hiyori cuando le llamaron por teléfono. Sus padres no cenaban en casa esa noche por lo que estaría sola, esa fue la razón por la que Yato la invitó a cenar provocando tal nerviosismo en la chica que no le dio tiempo ni a contestar.

-Por cierto Yato, ¿Hoy no salías más tarde? – preguntó Yukine casi llegando ya a casa.

-Sí, pero he pedido permiso para salir un poco antes y hacer esas horas otro día.

-¿Y eso? ¿Necesitabas hacer algo?

-Sí, hacer la cena mientras tú te preparas para el viaje de mañana con tus amigos.

-¡No era necesario! Ya lo tengo todo preparado... - esas últimas palabras las pronunció muy bajitas provocando una sonrisa en la cara de Yato y otra en la de Yukine cuando su hermano mayor le posó la mano sobre la cabeza. Hiyori también sonrió al ver a unos hermanos tan unidos a pesar de parecer que siempre peleaban y se llevaban mal.

-Hinata-senpai, bienvenido a casa.

A Hinata casi le da un vuelco el corazón al ver a Yui llegando a su misma vez al edificio. Aún no se había acostumbrado a ver día sí y día también a su vecino misterioso, y más todavía siendo la chica con la que estaba en el Consejo Estudiantil y que se había convertido en una buena amiga a pesar de ese cosquilleo que sentía cada vez que la veía.

-Ho-Hola. ¿Acabas de llegar? – Yui asintió mientras ambos entraban en el ascensor y se quedaban en silencio -¿Vienes de ensayar?

-Así es. Como tenemos el concierto muy pronto tenemos que ensayar todo lo que podamos.

-¿Y cómo va todo?

-Bien, aunque me gustaría poder presentar una nueva canción pero...

-¿Pero?

-Me falta mucho para terminarla de escribir.- Yui rio y Hinata se unió a sus risas. El ascensor no tardó mucho en llegar a su planta y el chico dio un paso hacia adelante para salir cuando Yui le agarró del brazo – Hinata-senpai, esto... ¿Te importaría escuchar un poco la canción? Es que a mis oídos suena bien pero, bueno, es el público quién tiene que juzgar eso.

Silencio. Yui tenía la vista clavada al suelo y le agarraba con fuerza. Estaba nerviosa y Hinata lo sabía.

-Si a ti te suena bien a los demás también. Deberías tener un poco de confianza en ti misma, Yui.

En ese momento Yui sintió como sus pies dejaban de tocar el suelo y caía. Caía tan profundamente a un lugar al que no quería regresar. Era la primera vez que Hinata la llamaba por su nombre tan directo y sin hacer ninguna broma.

-Tienes razón, gracias.- Hinata sonrió pero Yui no le soltaba del brazo. Le temblaba la mano - ¿Ha pasado algo? Estás un poco pálido... – a Hinata no le sorprendió que ella se diera cuenta. Últimamente acertaba mucho con él.

-No te preocupes, es el calor, no me sienta nada de bien. Nos vemos.

Y despidiéndose con la mano Yui le dejó marchar a pesar de esas ganas irremediables de correr tras su espalda y abrazarle con fuerza, pero esas ganas se apagaron de golpe a la misma vez que las puertas del ascensor se cerraban y les separaban. Era mejor así, se decía la chica que apoyaba la espalda en la fría pared y se alejaba de ese lugar oscuro al que tanto echaba de menos y odiaba al mismo tiempo.


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