Capítulo 10

4.3K 302 701
                                    

El voltear a ver mi vida antes de Boris era un tanto extraño

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

El voltear a ver mi vida antes de Boris era un tanto extraño. En mi cabeza no cabía una explicación lo suficientemente normal para justificar todos mis actos, la única que hallaba era que me había vuelto adicta a su compañía, y no terminaba de sonar comprensible.

Después de un mes y medio, todas y cada una de sus facciones me las sabía de memoria, su toque me era familiar, su voz era como una canción que no podía sacarme de la cabeza, lograba relacionar todo con él y la manera en la que pensaba o hacia las cosas, compartía sus ideologías, sus opiniones, me educaba de acuerdo a su voluntad, y las cosas que aprendía de él eran aquellas que, o bien me compraban un ticket hacia el mismo cielo, o me abrían una compuerta directo hacia el infierno.

Pero de todas las cosas que hacía, sus pecados eran mis favoritos.

Govorite li vi po russki?

Ya nemnogo govoryu po russki.

—Marca más la erre.

Repetí la misma frase haciendo énfasis en las letras que me había pedido, fallando por completo, pero por lo menos sacándole una sonrisa.

—Algún día.

Pasó una mano helada y áspera por mi rostro hasta llegar a mi mentón. Me acerqué más a su contacto, pues sentía que necesitaba su cercanía como el aire. Para este punto yo estaba completa y terriblemente embriagada de su amor.

Tomó mi mentón y acercó mi rostro hacia el suyo, lentamente, como si no tuviésemos prisa y mis padres no estuviesen por llegar en cualquier momento.

Había llegado alrededor de las cuatro a pedirme que lo deje usar la ducha, pues no había pagado la factura del agua, pero no se había duchado, solo me había acorralado contra el lavabo, me había besado un rato y a continuación asaltado mi cocina, devorando la sopa de verduras que mamá había dejado para mí y dos paquetes de azúcar.

—Tengo algo para ti —sonrió sobre mis labios. Yo tenía mis manos enredadas en su cabello, y tiré de él sutilmente.

—¿Qué es? —pregunté despegándome de él, entusiasmada.

—Cierra los ojos —sonrió y yo obedecí. Sentí sus dedos fríos en mi muñeca y cuando no sentí más su contacto, fue remplazado por algo aún más frío que sus dedos—. Ya, abre.

Hice lo que me pidió alegremente y contemplé el brazalete de diamantes que brillaba bajo la luz del sol que entraba por la venta. Abrí mis ojos inmensamente y observé a Boris.

—No puedo aceptarlo —negué con mi cabeza. Enseguida su expresión alegre fue suplantada por una preocupada.

—¿Por qué no?

—Es demasiado costoso —traté de quitármela, pero no pude desabrocharla—, no puedo.

—No, no —me detuvo y volvió a sonreír—, te la compré por eso, te mereces lo mejor de lo mejor. Y te debía una porque me lavaste la ropa el otro día...

Sinner | Boris PavlikovskyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora