Capítulo 21

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El lunes por la mañana arrastré mis pies sobre la baldosa del baño

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El lunes por la mañana arrastré mis pies sobre la baldosa del baño. La luz de la madrugada que iluminaba el cuarto lo hacía ver todo lúgubre. En un par de minutos dejaría de estar oscuro y el sol daría inicio a un nuevo día que tenía que sobrevivir.

No sabía cuánto había pasado desde la última vez que había visto a Boris, de seguro un par de semanas, al menos dos y media. Kali había dicho que, ahora que yo lo había echado cuando quiso hablar conmigo, era mi turno de buscarlo, pero a pesar de tener mucha razón, era tan cobarde que el simple hecho de pensar en él me ponía los pelos de punta. No podía buscarlo y enfrentar mis problemas. Había decidido algo ya, pero no sabía si estaba lista para llevarlo a cabo.

Mojé mis manos y con ellas cepillé mi cabello, tratando de domarlo y fallando en el intento. Casi no había podido dormir después de todo por lo que había pasado. Tenía problemas más importantes, cosas que deberían ser mi prioridad y en lugar de encargarme de ellas solo pensaba en Boris y en cuando sería correcto acercarme y soltarle todas mis condiciones en la cara. De todas maneras, no iba a aceptarlas, porque mentía cuando decía que me necesitaba, no lo hacía, solo me quería y con las peores intenciones. No estaría de acuerdo en seguir reglas al pie de la letra porque era un rebelde, y si ni siquiera su padre había podido domarlo, mucho menos lo haría yo, una simple muchacha de clase media que ya había intentado una vez y había fallado miserablemente.

Frente al espejo me pregunté por qué diablos seguía intentando. ¿Por qué me molestaba? ¡No valía la pena! Entonces reparaba en las marcadas bolsas purpureas bajo mis ojos, las pupilas dilatadas, escuchaba un corazón palpitante, ruidoso en mis oídos y me odiaba a mí misma porque la única que respuesta que encontraba para responder a mis interrogantes era el amor. Estaba enamorada y ciega.

Padecía del peor mal de todos.

Dos horas después de evadir a mis padres exitosamente y subirme al autobús, sentándome en el último asiento y tratando de evitar las curiosas miradas del resto de chicos, soportar una hora entera de algebra y chistes malos sobre números, reír con Kali y caminar con ella hasta su salón para luego retirarme al mío, me sentaba en mi lugar y esperaba que la clase de Filosofía comenzara. Se suponía que estudiaríamos a Kant y su filosofía, pero la vida tenía otros planes para mí, planes que se manifestaron antes de que la mitad del curso siquiera llegara o la profesora diese señales de vida.

Ya no fue sorpresivo observarlo caminar dentro del salón como si el lugar le perteneciese. La mirada de todos los presentes se puso sobre él, pero después de unos segundos me analizaron a mí. Yo era la manzana de la discordia, a mí me querían en su plato, no a él. Querían alimentarse de los rumores que yo provocaba, de los que yo formaba parte, querían saber por qué Boris Pavlikovsky se cernía sobre el marco de la puerta con el cabello largo cubriendo sus ojos y porque observaba a Hope Godfrey como si esperase algo de ella. Querían saber por qué, cuando Boris analizó el lugar con sus ojos entornados, remojando sus labios destrozados y se retiró del lugar, Hope lo siguió, resignada.

Sinner | Boris PavlikovskyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora